Tenemos entonces que un “marrano” es
aquel sujeto que tiene una doble vida: por un lado pública y por otro
privada. En la vida pública es un “personaje” que actúa, según se ve
exigido por las condiciones, a declamar una serie de valores que en
privado desmiente; que es protocolarmente correcto según las exigencias,
insisto, a las que se ve expuesto, pero que en rigor, esto es, en su
fuero interno, no desea practicar.
Si recordamos, la vocera de gobierno
Ena Von Baer, en el programa Medianoche de TVN, y en relación a
los dichos que provocaron la aceptación de la renuncia del, ahora, ex
Embajador de Chile en Argentina Miguel Otero, ésta
señalaba que “Nosotros lo dijimos con mucha claridad, los dichos del ex
embajador no son compartidos como dichos del Gobierno, en eso fuimos
sumamente claros. Fueron declaraciones personales. Acá, el Gobierno
separó aguas”. Si atendemos bien a sus palabras podemos llegar a la
conclusión que estamos ante una declaración “marrana” que “separa
aguas”. En el fondo, la vocera de Gobierno ha querido decir que “la
declaración privada de ese funcionario público no es coincidente con la
declaración pública que hace el gobierno en su conjunto en la esfera
pública. Lo cual en modo alguno quiere decir que en plano de lo privado
se tenga, a pesar de ellos mismos como funcionarios públicos, plena y
cabal coincidencia”. De hecho la aceptación de renuncia de Otero a su
cargo diplomático ha sido por unas declaraciones de principios privados,
que no debieron, según la lógica “marrana”, ser expresadas en orden
público, tanto en cuanto que se ejerce un cargo político. Como se puede
ver, el problema, para éstos, se ha suscitado sólo por una cuestión de
“forma” pero no de “fondo”.
La marrana clase política chilena se ha
venido maquillando desde hace tiempo como demócratas a quienes in sensu
estricto no profesan un credo distinto, ya nos recordaremos de la imagen
nefanda que ofrecía el dictador vestido de “civil” con su vistosa
“perla” en la corbata para el plebiscito de 1988. La imagen que, ahora
mismo, en tiempos de la última elección presidencia se dejaba entrever a
un Sebastián Piñera en medio de una manifestación a
favor de la opción NO para ese mismo Plebiscito donde el general corrió
solo y perdió. Insisto en decir que, para muchas cosas, y entre ellas la
política, la sabiduría popular es buena consejera, para lo ya dicho
bien cabe recordar que “el hábito no hace al monje”.
fuente, vìa :
http://www.elciudadano.cl/2010/06/14/pinera-y-la-derecha-marrana/
http://www.elciudadano.cl/2010/06/14/pinera-y-la-derecha-marrana/
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