sábado, 26 de junio de 2010

Italia: El extraño caso del cardenal napolitano Cynthia Rodríguez

ROMA, 29 de junio (apro).- El pasado 21 de junio se vivió, en la catedral de Nápoles, una misa poco convencional. El cardenal de esta ciudad eligió la casa de Dios para defenderse y explicar a sus feligreses por qué durante los últimos días su nombre, Crescenzio Sepe, se repetía una y otra vez en noticieros y periódicos, por un asunto que nada tenía que ver con su labor pastoral, sino con el manejo de dinero que le dejó ser la máxima autoridad de la Congregación para la Evangelización de los Pueblos, mejor conocida en Italia como Propaganda Fide.
Ese día, desde el púlpito, el exPapa rojo (como es llamado a quien dirige esa congregación) leyó una carta abierta dirigida a los napolitanos:
“Queridos hermanos y hermanas y a todos ustedes de mi amada iglesia de Nápoles con quien siento el deber de explicarme... Ustedes tienen el derecho de preguntar y de saber... Ustedes antes que los magistrados...”, inició el cardenal.
Y es que la Procuraduría de Florencia inició en febrero pasado una investigación a varios funcionarios del gobierno de Silvio Berlusconi por desvío de fondos públicos y corrupción. Dicha investigación –que se encuentra actualmente en manos de jueces de la ciudad de Perugia– involucra al cardenal Sepe.
En los primeros días de junio pasado, el exministro de la Infraestructura, Pietro Lunardi, mencionó el nombre del cardenal cuando fue requerido por los magistrados de Perugia, Sergio Sottani y Alessia Tavanarsi, porque estaba dentro de la lista de los funcionarios a los cuales el potente empresario romano Diego Anemone hacía favores, al parecer con fondos públicos o para beneficiarse de las licitaciones del gobierno, especialmente para las obras de la Magdalena, donde se llevaría a cabo la reunión del G-8, evento que desencadenó las investigaciones sobre la corrupción en el gobierno de Berlusconi.
Se supo entonces que Lunardi había comprado un departamento en el centro de Roma, exactamente en Via dei Prefetti, que pertenecía a la Congregación para la Evangelización de los Pueblos, y que por éste había pagado sólo 4.16 millones de euros, pues en realidad costaba 6.6 millones de euros.
Su caso no ha sido el único. Apenas el pasado 4 de mayo, el exministro para el Desarrollo Económico, Claudio Scajola, se vio obligado a renunciar a su cargo al descubrirse que el empresario Anemone había pagado más de la mitad del costo de su departamento ubicado frente al Coliseo.
También Guido Bertolaso, responsable desde hace 10 años de la Protección Civil, recibió varios favores de Anemone, entre los que se cuenta la remodelación de sus bienes inmuebles, y hasta se llegó a pensar que éste le había facilitado otra casa en Via Giulia.
“La casa de Via Giulia la obtuve gracias al cardenal Crescenzio Sepe, pero sólo en renta, y fue una renta gratuita”, dijo Bertolaso el pasado viernes 18 ante los jueces perugianos. Ambos, Bertolaso y Sepe, encabezaron los trabajos del Jubileo. Uno desde el gobierno, otro desde la Iglesia.
Las investigaciones señalaban en un principio que con Lunardi se habían repetido los hechos. Sin embargo, al parecer no fue así. Él mismo declaró que el precio de su departamento de Via dei Prefetti lo negoció directamente con Sepe y logró un importante descuento, porque según palabras del mismo cardenal, estaba en malas condiciones.
“El exministro Scajola se hizo comprar la casa por Anemone, y esto es una cosa incorrecta, por no decir más. Bertolaso, vamos, es mayor de edad y responsable. Si se hizo pagar la renta de algunos constructores, pagará las consecuencias”, señaló Lunardi al diario La República, el pasado domingo 13.
Sepe es investigado por corrupción debido a que se habría beneficiado de 2.5 millones de euros que habría entregado el gobierno para reestructurar la sede de Propaganda Fide, ubicada en Piazza di Spagna, y que él habría usado para remodelar el museo del Duomo de Nápoles.

Los bienes del Señor  

Monseñor Sepe no es un cardenal cualquiera. Originario de la región de Campania, entró al servicio diplomático de la Santa Sede en 1972. De acuerdo con la información oficial, ese mismo año viajó a Brasil como representante del Vaticano en ese país durante tres años.
En 1992 recibió la orden episcopal del papa Juan Pablo II y fue nombrado arzobispo titular de grado y secretario de la Congregación para el Clero.
El 3 de noviembre de 1997 fue nombrado secretario general del Comité y del Consejo de Presidencia del Gran Jubileo para el año 2000, por lo que  fue uno de los principales encargados de este evento.
El 9 de abril del 2001, Juan Pablo II lo nombró prefecto de la Congregación para la Evangelización de los Pueblos, antes Propaganda Fide, que cuando fue fundada por el papa Gregorio XV tenía dos funciones: difundir el cristianismo en las zonas donde todavía no había llegado o era débil, y defender el patrimonio de la fe en los lugares donde los llamados herejes habían plantado la duda contra esta religión.
Sin embargo, dicha congregación hace más que organizar la actividad misionaria de la Iglesia: maneja el patrimonio inmobiliario de la Santa Sede, calculado en unos 2 mil inmuebles, que sólo en Roma cuenta con 725 inmuebles, 325 terrenos y 2 mil 221 apartamentos.
Según datos oficiales, el año pasado, por la renta de estas propiedades, entraron a las arcas vaticanas 56 millones de euros. El presupuesto de esta congregación es de casi 9 mil millones de euros al año.
Antes de que la bola de nieve acabe en avalancha, los altos jerarcas católicos comenzaron a tomar cartas en el asunto. Y es que, después de los escándalos de pedofilia, ahora verse involucrados en escándalos de corrupción es algo que los jerarcas de la Iglesia Católica no desean.
Por lo pronto, monseñor Roberto Sarah, secretario de dicha congregación, anunció que responderán cada duda que hay sobre ellos. Sin embargo, dijo, el trabajo por las misiones seguirá como siempre.
En la homilía del pasado domingo 20, el papa Benedicto XVI volvió a hablar sobre la responsabilidad de los sacerdotes. Una semana antes, al clausurar el año sacerdotal, también habló sobre ello, aunque su mensaje iba dirigido al respeto que los religiosos deben tener frente a los menores de edad.
“Aspirar al poder y a la satisfacción de las propias ambiciones personales contradice la misión de los padres. El sacerdocio no puede jamás representar una manera para alcanzar la seguridad en la vida o para conquistar una posición social... Quien aspira al sacerdocio para acrecentar su propio prestigio personal y del propio poder ha malentendido las raíces de este ministerio”, dijo Josep Ratzinger en referencia al nuevo conflicto que se cierne sobre el Vaticano.
fuente, vìa :
http://proceso.com.mx/rv/modHome/detalleExclusiva/80734

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