- Choferes y pasajeros que han vivido la experiencia recomiendan tener paciencia, así como viajar con agua y comida.
Enormes dificultades deben sortear los habitantes de la Octava Región que emprenden el viaje en bus desde Santiago. Sin embargo, más que las alzas de precios o la congestión de los itinerarios, hoy la real incertidumbre de los buses que están saliendo a la capital regional es si llegarán a destino.
El domingo partieron tres buses. El lunes dos. Martes cerca de cuatro. Todos con un promedio de 45 a 55 pasajeros. Cada día un centenar de personas quedó en los andenes con el reclamo por la poca frecuencia de viajes.
Entre todos quienes emprendieron la aventura, figuró el conductor de buses Nilahue, Alex Espinoza, quien pese a su conspicuo apodo de "Sepulturero" trajo el primer bus desde Santiago a Concepción.
A pesar de todas las opiniones en contra, salió por su propia voluntad a las 10 de la mañana del domingo y llegó a la capital regional casi a la medianoche después de 14 horas de viaje.
Las noticias del camino eran inciertas y confusas. Sorteó numerosos los desvíos del camino a medio señalizar, como en Angostura, Buin, Rengo, Parral, Talca, Colchaca, San Carlos y finalmente la entrada al mismo Concepción desde la ruta del Itata. "Llegar a Chillán fue un triunfo. Demoramos 10 horas. Y 4 más a Concepción".
Hoy la mayoría de los desvíos y grietas de la ruta 5 ya están señalizadas, sin embargo, en el primer día después del terremoto, no fue así. "Venía con una fila de autos detrás -declara-. Nadie quería adelantarme, porque el camino estaba tan malo que de pronto tenía que frenar encima de una grieta. Era realmente un camino del terror. Los peores sectores estaban en Parral, Curicó y Talca".
Los pasajeros de los buses en su mayoría son habitantes de los sectores populares de la Región. En ese viaje: Diez venían a Lota, diez a Coronel, otra decena a Talcahuano; unos cuantos a Concepción y el resto a pueblos intermedios del recorrido (Chillán, Parral y San Carlos).
Carabineros, que controla hasta ahora el movimiento del terminal de buses de Santiago, sólo autoriza a salir buses al sur, únicamente si los conductores están de acuerdo con los pasajeros en las limitaciones del destino y los contratiempos que puedan sufrir en la ruta.
Fernando Guzmán, otro conductor de buses que partió el lunes junto a dos máquinas más, describe el raro ambiente que se vive en los buses. "Los pasajeros vienen muy tranquillos. Nadie se queja por la escasa velocidad. La falta de agua. Las innumerables detenciones para averiguar la ruta. Ni los tacos".
En el recorrido, al pasar por las ruinas del derribado puente sobre el río Claro, una pasarela inclinada a la altura de Peuco y en las numerosas grietas, las personas asomaban a las ventanas sus cámaras digitales y celulares para tomar fotos.
fuente, vìa:
http://www.elsur.cl/base_elsur/site/artic/20100303/pags/20100303084334.html
El domingo partieron tres buses. El lunes dos. Martes cerca de cuatro. Todos con un promedio de 45 a 55 pasajeros. Cada día un centenar de personas quedó en los andenes con el reclamo por la poca frecuencia de viajes.
Entre todos quienes emprendieron la aventura, figuró el conductor de buses Nilahue, Alex Espinoza, quien pese a su conspicuo apodo de "Sepulturero" trajo el primer bus desde Santiago a Concepción.
A pesar de todas las opiniones en contra, salió por su propia voluntad a las 10 de la mañana del domingo y llegó a la capital regional casi a la medianoche después de 14 horas de viaje.
Las noticias del camino eran inciertas y confusas. Sorteó numerosos los desvíos del camino a medio señalizar, como en Angostura, Buin, Rengo, Parral, Talca, Colchaca, San Carlos y finalmente la entrada al mismo Concepción desde la ruta del Itata. "Llegar a Chillán fue un triunfo. Demoramos 10 horas. Y 4 más a Concepción".
Hoy la mayoría de los desvíos y grietas de la ruta 5 ya están señalizadas, sin embargo, en el primer día después del terremoto, no fue así. "Venía con una fila de autos detrás -declara-. Nadie quería adelantarme, porque el camino estaba tan malo que de pronto tenía que frenar encima de una grieta. Era realmente un camino del terror. Los peores sectores estaban en Parral, Curicó y Talca".
Los pasajeros de los buses en su mayoría son habitantes de los sectores populares de la Región. En ese viaje: Diez venían a Lota, diez a Coronel, otra decena a Talcahuano; unos cuantos a Concepción y el resto a pueblos intermedios del recorrido (Chillán, Parral y San Carlos).
Carabineros, que controla hasta ahora el movimiento del terminal de buses de Santiago, sólo autoriza a salir buses al sur, únicamente si los conductores están de acuerdo con los pasajeros en las limitaciones del destino y los contratiempos que puedan sufrir en la ruta.
Fernando Guzmán, otro conductor de buses que partió el lunes junto a dos máquinas más, describe el raro ambiente que se vive en los buses. "Los pasajeros vienen muy tranquillos. Nadie se queja por la escasa velocidad. La falta de agua. Las innumerables detenciones para averiguar la ruta. Ni los tacos".
En el recorrido, al pasar por las ruinas del derribado puente sobre el río Claro, una pasarela inclinada a la altura de Peuco y en las numerosas grietas, las personas asomaban a las ventanas sus cámaras digitales y celulares para tomar fotos.
fuente, vìa:
http://www.elsur.cl/base_elsur/site/artic/20100303/pags/20100303084334.html
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