Más gente de la permitida, seguridad insuficiente, organización ineficaz… Tras la trágica noche de Halloween en la que tres jóvenes han muerto aplastadas durante una macrofiesta en el pabellón Madrid Arena de la capital, la cuestión es ahora saber qué falló. La empresa responsable del evento Thriller Music Park, Diviertt S.L., asegura en un comunicado que «cumplía todas las normativas del Protocolo de Seguridad exigidas por la Delegación de Gobierno», añadiendo que «la propia Delegación y los técnicos de Madrid Espacios y Congresos [empresa municipal propietaria del recinto], lo inspeccionaron antes de su apertura y dieron su visto bueno».
Se desconocen por el momento los detalles que los organizadores pusieron a disposición de las autoridades, por lo que es imposible saber si el «ok» al evento estuvo o no justificado. Sin entrar en esa cuestión, ni en si el aforo establecido para el recinto es el adecuado o debería ser menor, sí conviene analizar cuatro de los aspectos principales que podrían estar detrás de lo ocurrido:
- Aforo: A pesar de los comentarios de asistentes a la fiesta, que aseguran que en el pabellón había más gente de la permitida («el DJ dijo que éramos más de 15.000 personas»; «era difícil moverse con normalidad»), los organizadores aseguran que respetaron el aforo y que se vendieron 9.650 entradas de las 10.600 disponibles. Así lo indicó el vicealcalde de la capital, Miguel Ángel Villanueva, que dijo que Madrid Espacios y Congresos había comprobado que Diviertt S.L. contaba con los requisitos legales y técnicos necesarios para celebrar un evento de estas características. Sin embargo, la propia web del Madrid Arena indica que el aforo máximo, con los tres graderíos retráctiles de la pista central recogidos, es de 10.500 personas, inferior a los 10.600 tíckets que se habrían puesto a la venta. Los organizadores remiten, sin embargo, a «la empresa externa de control de acceso», que habría «certificado» que el aforo «estaba por debajo del exigido».
El recinto, según su web el «lugar idóneo para la organización de grandes eventos deportivos, conciertos, grandes espectáculos y ferias», ya ha acogido otros eventos similares, como las actuaciones de Green Day en 2005, o de las Spice Girls, en 2007. Villanueva ha destacado que el suceso tuvo lugar en una zona concreta de la instalación «sin que se produjera ningún estado de alarma o pánico» entre el resto de los asistentes, la mayoría de los cuales no se enteraron de lo ocurrido. Amigos de una de las víctimas afirman que por los megáfonos se dijo que los asistentes eran 15.000.
- Seguridad: La seguridad del evento corrió a cargo de la empresa privada Seguriber, que al menos sobre el papel debió haber asignado el número suficiente de guardias a la cita; de lo contrario, los organizadores no habrían obtenido el visto bueno del Ayuntamiento y de la Delegación del Gobierno. El sindicato policial CPPM (Colectivo Profesional de Policía Municipal) ha lamentado, no obstante, la falta de efectivos destinados a vigilar el evento, calificándolo de «a todas luces insuficiente».
Según sus datos, se destinaron al evento «seis patrullas, 12 policías en total», cifra que comparó con la del «Klubbers Day», celebrado en el mismo lugar los días 16, 17 y 18 de marzo con similar cantidad de asistentes y que fue cubierto «con 80 miembros de las Unidades Centrales de Seguridad, cada uno de los tres días, a fin de establecer los correspondientes filtros, evitando de esta forma la introducción de armas, drogas, o cualquier tipo de objeto peligroso para el normal desarrollo del evento en cuestión». «¿Por qué en este caso no se ha hecho de la misma forma?», se pregunta el sindicato. La organización asegura que «se coordinaron los dispositivos de seguridad con Policía Nacional y Municipal».
- Controles de acceso: En el escrito difundido después de la muerte de las tres jóvenes, la organización se limita a indicar que «el aforo certificado por la empresa externa de control de acceso, estaba por debajo del aforo exigido para este evento». Normalmente, la compañía encargada de evitar que en el recinto se introduzcan objetos peligrosos -como podrían ser, en este caso, petardos o bengalas-, sería la misma que la que se ocupa de la seguridad. Es decir, la citada Seguriber. Diviertt S.L. confirma que «el lanzamiento por parte de un asistente de una bengala en uno de los nueve vomitorios de acceso» fue lo que desató el pánico y la consiguiente avalancha, lo que significa que a pesar de cumplirse «las infraestructuras y condiciones de seguridad exigidas», algo falló en la vigilancia de los accesos. «Petardos sí que escuché, pero pensé que era lo típico de Halloween», contó uno de los asistentes.
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Vía,fuente:

http://www.theclinic.cl/2012/11/02/que-fallo-en-la-fiesta-del-madrid-arena/