Sigilosamente el Pentágono hace crecer por todo el mundo sus bases
castrenses, como extensión de la desaparecida Escuela de las Américas.
La más reciente está en Chile.
La embajada de Estados Unidos y el
ejército chileno inauguraron un “centro de entrenamiento” de
Operaciones Militares en Territorios Urbanos en Concón, unos 30
kilómetros al norte de Valparaíso.
Diversas organizaciones de derechos
humanos y parlamentarios han manifestado su rechazo a la injerencia
estadunidense y a los “ejercicios de mantenimiento de la paz” y
“estabilidad civil en zonas urbanas” que se realizan en dicha base
castrense desde el pasado abril.
La base, en el Fuerte Aguayo, es una
miniciudad con ocho modelos de edificios. Costó casi 500 mil dólares que
“donó” el Comando Sur de las Fuerzas Armadas de Estados Unidos.
En 2003, militares chilenos y
estadunidenses usaron ese mismo recinto a fin de “reclutar” mercenarios
para la empresa Blackwater, que provee destacamentos de seguridad
privada en Irak.
Para el Premio Nobel de la Paz Adolfo Pérez Esquivel la instalación de la base estadunidense en Chile “es una amenaza”.
“Ningún ejército es garante de la paz,
dice a este reportero, menos (el de) Estados Unidos que posee una larga
historia de intervencionismos y masacres. La Doctrina de Seguridad
Nacional no fue casualidad: fue un proyecto perfectamente orquestado e
impuesto a sangre. Hoy nos someten al monocultivo de las mentes. Lo que
pasa en Chile está pasando en Argentina, Paraguay, Perú, Guatemala,
Honduras… tienen el descaro de llamarle democracia”, agrega.
Pérez Esquivel señala que la
instalación de bases extranjeras es una “violación de los derechos
humanos”: “Nadie se mete en la casa de uno si no es con el
consentimiento, a no ser que sean asaltantes que rompen puertas y
ventanas. ¿Cómo puede ser que los gobiernos permitan bases militares
extranjeras sin el consentimiento de los pueblos? Es gravísimo… Hay ejes
preocupantes como Puebla-Panamá, la invasión a Haití, el Plan Colombia,
el golpe en Honduras, la reactivación de la IV Flota norteamericana.
“Después de que el presidente de
Ecuador, Rafael Correa, anuló la base yanqui en Manta se instalaron en
Colombia y en la triple frontera. Actualmente, en ‘bases militares
móviles’ hay miles de efectivos norteamericanos y en Chile se inaugura
una base militar ‘no tradicional’. El propósito es el mismo.”
Huele a Escuela de las Américas
En Chile para las organizaciones de
derechos humanos y familiares de las víctimas de la dictadura la
instrucción militar estadunidense claramente evoca la Escuela de las
Américas (SOA, por sus siglas en inglés) y la Doctrina de Seguridad
Nacional. Ven con preocupación cómo los gobiernos siguen enviando
oficiales al hoy Instituto del Hemisferio Occidental para la Cooperación
de Seguridad, heredero de la SOA y dependiente del Comando Sur.
“Su misión –y ellos mismos lo
reconocen– es controlar la ‘estabilidad política de Sudamérica’ por
medio de la ‘instalación de bases estratégicas’ y la instrucción militar
de sus soldados en la ex Escuela de las Américas. El Comando Sur es el
encargado de ‘proteger’ los intereses del gobierno yanqui implementando
programas y políticas para militarizar todo el continente bajo el
pretexto que sea: comunismo, narcotráfico, terrorismo, y hoy, desastres
naturales. Pero el último movimiento conocido del Comando Sur fue el
golpe de Estado en Honduras”, añade Pérez Esquivel.
Para la sección chilena de
Observadores de la Escuela de las Américas la instalación de la base
estadunidense es parte de una estrategia represiva.
La abogada Alejandra Arriaza señala:
“Se nos dice que su objetivo es profundizar la democracia y la paz, pero
vemos que lo que trasciende de los entrenamientos tiene que ver con
criminalizar la protesta social. Más aún cuando el gobierno sigue
aplicando la Ley Antiterrorista y quiere aprobar la Ley Hinzpeter, que
pretenden restringir cualquier tipo de manifestación”.
El periodista Walter Goobar ha
señalado que la “instalación subrepticia de una base militar con un fin
inicial distinto al declarado, más que una excepción constituye la base
del manual de procedimientos estadunidenses”.
Algo parecido opina Susana Pimiento,
abogada de Fellowship of Reconciliation de Estados Unidos y
representante de su país en la Campaña Continental Contra las Bases,
quien dice a este reportero que la de Concón “es emblemática en relación
con la actual estrategia militar de Estados Unidos en el continente”.
Explica: “El concepto de bases
militares ha ‘evolucionado’ en la última década. Construye pocas bases
con el modelo posterior a la Segunda Guerra: instalaciones y gran
contingente de soldados. Hoy las bases son sitios que pueden ser usados
por el Pentágono para sus intereses de seguridad, incluyendo operaciones
de guerra… Se extienden y acaparan espacios civiles como, por ejemplo,
la atención a desastres naturales. No es posible aceptar que un desastre
natural, un terremoto o un tsunami, sea excusa para una ocupación.
“¿Por qué se están haciendo estos
‘ejercicios’? Se justifican en que son para la atención de desastres y
entrenamientos para el control de motines. Sin embargo es necesario
cuestionarlo. Pienso que lo que está detrás es la criminalización de la
protesta social en todo el hemisferio. Cuando se anuncia la base de
Concón se dice que entrenarán para operaciones de mantenimiento de paz a
una gran cantidad soldados de países del hemisferio.
“¿Chile quiere ser un agente en la
militarización del continente? Sigue mandando soldados a la antigua
Escuela de las Américas. Es el segundo cliente después de Colombia.
Sipri (organización sueca que hace el monitoreo del gasto militar) dice
que Brasil está en primer lugar en Latinoamérica y después Colombia y
Chile. Las declaraciones de Leon Panetta en Chile me parecieron de un
cinismo increíble. Sobre todo el vanagloriarse del gasto militar chileno
y lo que dijo de usar a Chile en un esfuerzo hemisférico de
militarización”, agrega Pimiento.
Una base similar a la de Concón estuvo
a punto de inaugurarse en Argentina, en Resistencia. Se construyeron
dos edificios, también financiados por el Comando Sur. Se presentó como
“un centro de ayuda humanitaria para hacer frente a catástrofes
naturales o epidemias”, según informó Francisco Olaso en Apro en junio
pasado. Finalmente la presidenta Cristina Fernández la canceló.
Noam Chomsky señaló en Neoliberalismo y
globalización que el número de tropas latinoamericanas entrenadas en
programas estadunidenses aumentó más de 50%: “Los policías son
entrenados en tácticas de infantería ligera. El Comando Militar Sur
tiene hoy más personal militar en América Latina que en todas las
agencias federales y civiles clave combinadas”, dice.
“En Chile, Estados Unidos viene a
hacer la política de la Escuela de las Américas”, dice Alicia Lira,
presidenta de la Agrupación de Familiares de Ejecutados Políticos.
Explica que la “ayuda humanitaria y la asistencia en el manejo de
emergencias no son más que excusas. El despliegue militar yanqui no sólo
se preocupa del narcotráfico, como les gusta decir: sirvió para apoyar
la ofensiva de golpes de Estado”.
La cifra de bases militares en América
es incierta. “Se habla de una veintena. Hay otras en construcción y
algunas clandestinas. Todas bajo la administración del Comando Sur”,
dice el abogado y coronel retirado de la Aviación Militar Bolivariana,
Braulio Martínez.
“La nueva estrategia de Estados Unidos
es ubicar puestos avanzados aislados e independientes estratégicamente
en todo el mundo, para proyectar su poder”, señala por su parte Mark
Gillem, autor de America Town: Building the Outposts of Empire. Agrega
que según algunos de los más fuertes propugnadores de la estrategia en
el Instituto de la Empresa Estadunidense el objetivo es “crear una red
mundial de fuertes fronterizos”, con los militares estadunidenses, “la
‘caballería global’ del siglo XXI”.
Bases “nenúfares”
David Vine, académico de la American University en Washington, coincide.
Opina que el Pentágono está instalando
hoy “pequeñas instalaciones secretas e inaccesibles con pocos soldados
(…) Es su actual estrategia para mantener su hegemonía en el mundo.
Desde las costas chilenas a las selvas de Honduras, de los desiertos de
Mauritania a las pequeñas Islas Cocos de Australia, Estados Unidos ha
instalado más de 50 bases nenúfares y aspira a construir decenas más.
Una ‘red mundial de fuertes fronterizos’ cuyo costo anual es de 250 mil
millones de dólares. En Chile la avanzada la tienen en el Fuerte
Aguayo”.
Advierte que la mayoría de los
estadunidenses no lo sabe. Se trata de “una nueva generación de bases
que los militares llaman ‘nenúfares’. Pequeñas instalaciones secretas e
inaccesibles con una cantidad restringida de soldados, comodidades
limitadas y armamento y suministros previamente asegurados (…) Estados
Unidos sigue manteniendo su mayor colección de bases de toda la
historia: más de mil instalaciones militares fuera de los 50 estados y
de Washington DC. Incluye desde bases de décadas de antigüedad en
Alemania y Japón a bases totalmente nuevas en Etiopía y las islas
Seychelles”.
Según Vine, después de la expulsión de
los militares de Panamá en 1999 y de Ecuador en 2009, el Pentágono ha
creado o actualizado nuevas bases en Aruba, Curazao, Chile, Colombia, El
Salvador y Perú. “El Pentágono sueña con una flexibilidad casi
ilimitada, la capacidad de reaccionar con notable rapidez ante eventos
en cualquier parte del mundo y, por lo tanto, algo que se acerque a un
control militar total del planeta”, dice.
Tras el Peacekeeping Operations
Americas –ejercicio anual de las Fuerzas de Paz de la ONU– realizado en
Fuerte Aguayo, circularon fotografías del Comando Central de ejército
estadunidense en las que aparecen “entrenando” a policías chilenos.
Alejandro Wolff, embajador de Estados
Unidos en Chile –quien inauguró la base– señaló: “Este es el primer
proyecto de su tipo que se levanta en Chile para apoyar la capacitación
de personal encargado de ejecutar operaciones de mantenimiento de la paz
o de estabilidad civil”.
El diputado Hugo Gutiérrez ha exigido
suspender cualquier tipo de entrenamiento en Concón y cerrar la base:
“No es tolerable que entrenen para combatir a la población civil. No sé
si es más grave que militares repriman población civil o que policías
reciban entrenamiento militar”.
Para el senador Juan Pablo Letelier
–hijo del canciller Orlando Letelier, asesinado en Washington por la
policía secreta de Pinochet, muchos de cuyos agentes recibieron
instrucción en la SOA– “esto daña gravemente al país… El Ministerio de
Defensa lo hace sin informar al Congreso, con inversiones de un país
extranjero, sin ninguna ley y sin consulta”.
Para Lira “la política
intervencionista e imperialista de Estados Unidos viene desde la Escuela
de las Américas… Chile no puede convertirse en una nueva Colombia”.
El caso paraguayo
El jurista Martín Almada, defensor de
los derechos humanos y quien descubrió “los archivos del terror” de la
dictadura de Stroessner, sin embargo, tiene una visión distinta:
“El golpe de Estado perpetrado entre
gallos y medianoche contra Fernando Lugo, en Paraguay, desbarató, para
estupefacción de Washington, los planes del imperio. La Casa Blanca no
tomó nota de que las épocas en que sus deseos eran órdenes había sido
definitivamente superada y jamás pensó que los gobernantes de Argentina,
Brasil y Uruguay iban a tener la osadía de aprovechar la suspensión de
Paraguay ocasionada por la violación de la cláusula democrática del
Mercosur para poner fin a una absurda espera.
“La inclusión de Venezuela en el
Mercosur es la mayor derrota sufrida por la diplomacia estadounidense
desde el descalabro del ALCA. Para Estados Unidos, Paraguay se convirtió
en su mejor aliado en la región. Ya no necesita bases militares y
portaaviones, tiene a Paraguay a su disposición. En Honduras el golpe
tuvo olor a pólvora; en Paraguay tuvo olor a dólares. La derecha
paraguaya aprendió a derrotar a la izquierda por la vía pacífica, es decir, el cóndor sigue volando impunemente en los cielos de América Latina”.
Vía:
http://www.kaosenlared.net/america-latina/item/36789-chile-la-interminable-red-del-pent%C3%A1gono.html
http://www.kaosenlared.net/america-latina/item/36789-chile-la-interminable-red-del-pent%C3%A1gono.html
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