Para llegar a su única playa -en Llolleo- los sanantoninos históricamente han utilizado la Avenida La Playa,
esa suerte de puente que les permite pasar entre los dos enormes ojos
de mar que los separan de la orilla. Hoy, sin embargo, en el puerto no
está permitido ese libre acceso. Así de simple. El artículo 13 del
Decreto Ley 1.939, ese que establece que se deberá facilitar
gratuitamente el acceso para fines turísticos y pesca de todas las
playas de Chile, en el puerto acepta condiciones. Un
guardia instalado en su caseta y un gran letrero lo dejó claro desde el
pasado 2 de mayo: “RECINTO PRIVADO. PROHIBIDO EL PASO”.
Acá la historia de cómo San Antonio, la misma ciudad a la que un mall le robó parte de su privilegiada vista al mar, hoy pierde sus ojos y su única playa.
DECRETO 130: BORDE COSTERO EN BANDEJA
En junio de 2010, a través del Decreto Supremo Nº 130, firmado por el presidente Sebastián Piñera y el entonces ministro de Transportes y Telecomunicaciones -Felipe Morandé-, se modificó y amplió el recinto de la Empresa Portuaria San Antonio
(EPSA), fijando sus nuevos límites y -en palabras simples- entregándole
prácticamente los dominios de todo el borde costero de la comuna. Es
decir, desde el sector de “Bodegas ex Camanchaca” en el norte (camino a Cartagena), hasta la desembocadura del río Maipo en el sur (límite con Rocas de Santo Domingo).
Sin embargo, esto iba de la mano con la venta por parte de Bienes Nacionales a EPSA –empresa
autónoma del Estado- de terrenos colindantes a la playa de Llolleo, la
que ya se había materializado en octubre de 2009. Es decir, aquellos
correspondientes al Parque Dyr –frondoso sector de
esparcimiento de la comuna, conocido por sus canchas de fútbol, baseball
y bicicross- y de la mencionada avenida La Playa, incluidos sus míticos
Ojos de Mar.
“Los
terrenos, cuya compra demandó una inversión de 14 millones de dólares,
comprenden una superficie total de 58 hectáreas, que serán destinadas a
la construcción de nuevos frentes de atraque concesionados y al
desarrollo de actividades logísticas de apoyo, lo que permitirá a la
empresa triplicar su capacidad de transferencia de carga a largo plazo”,
consigna al respecto el sitio mundomarino.cl.
¿Cuál fue la postura de las autoridades? “Un silencio cómplice, desde el alcalde hasta los ministerios de Medio Ambiente y Bienes Nacionales, pasando por el Gobernador y los consejeros regionales”, acusa María José Alvarado, representante de la Asamblea Ciudadana de San Antonio. De hecho, en noviembre de 2010, el edil sanantonino Omar Vera, junto con reconocer al diario El Proa
que nunca se le informó al municipio sobre este esencial cambio en el
borde costero, declaró igualmente que “si bien esta es una gran pérdida
para la ciudad, es también un hecho y un deber de las autoridades de la
comuna apoyar el desarrollo y las expansión portuaria, por el bien de la
comuna y del país, que se nutre de los recursos del puerto más
importante de Chile”.
Una
decisión que trajo como consecuencias no sólo la amenaza de la pérdida
de la única playa con que cuenta San Antonio, sino que también la fuente
laboral de los pescadores artesanales de la desembocadura del río
Maipo. Una decisión donde “no hubo consulta ciudadana ni instancias
vinculantes o participantes”, según Alvarado, también miembro del equipo
técnico del sindicato que agrupa a estos hombres de mar.
AL BORDE DE LA LEY
“Durante
mucho tiempo se engañó a la gente, diciendo que la playa estaba
contaminada para que nadie viniera a bañarse, pero no es así, está
dentro de lo normal”, dice la representante de la Asamblea, quien
recuerda que en el reciente verano más de 1.500 personas la visitaron.
La playa se junta con la desembocadura del río Maipo, por lo que su
temperatura convierte un chapuzón en ella en una grata experiencia.
Pero
hoy esa vivencia está en extinción. “Acá los proyectos de desarrollo
están por sobre la Ley. El Código Civil dice que todas las orillas de
playas son de bien de uso público y el libre acceso es para todos los
chilenos. Pero tú te das cuenta que no es así: tienes que dar tu nombre
acá y si entras van a llamar a los marinos”, nos explica.
“La playa de Llolleo no se ha vendido a EPSA, puesto que forma parte de los 80 metros de borde costero que administra la Subsecretaría de las Fuerzas Armadas”, ha asegurado Paola La Rocca,
seremi de Bienes Nacionales. Sin embargo, como nos reconoce, hay
limitantes para acceder a ella y esa las coloca la empresa. “El acceso
vehicular es controlado por el sistema de vigilancia de EPSA, mientras
que el acceso peatonal es libre, salvo en horas de la noche cuando se
impide el ingreso de personas por seguridad”, nos reconoció la Seremi.
¿Qué
ocurre, entonces, considerando que ha sido el mismo Ministerio de
Bienes Nacionales el que ha incentivado a los ciudadanos a denunciar
cuando se impida el libre acceso a las playas?… “La Empresa Portuaria
(EPSA) por escrito nos aseguró que mientras siguiera existiendo en ese
lugar una playa, ellos iban a cumplir con lo que exige la Ley,
específicamente el Artículo 13 del Decreto Ley 1939, en orden a permitir
el acceso de cualquier persona, sean pescadores o no, a la playa”, le
respondió La Rocca a Telesur en mayo de este año.
“SIN ORILLA, NO HAY ACCESO”
Para
Alvarado, ahí está la clave de lo que ocurre con la playa de Llolleo.
“Lo que EPSA ha hecho es alterar la orilla de playa, hizo socavones como
de 10 metros de profundidad, donde se instalaron estructuras de cemento
y que fueron tapadas por la arena. Entonces la alta marea choca y se
come la arena, lo que hace que –naturalmente- la orilla de playa vaya
siendo comida por el mar”, nos explica. Ante esta situación, la Seremi
de Bienes Nacionales nos plantea que “EPSA está autorizada para
intervenir el sector que esté dentro de sus límites, cumpliendo con
todos los permisos de obra correspondientes”.
Sin
embargo, ello no sigue ocurriendo pues, recientemente, a los dos
socavones se ha sumado una suerte de murallón de piedras que la empresa
ha armado en la playa. “La orilla de playa se va a perder, y si no hay
orilla de playa, no hay acceso”, concluye María José.
Una
hipótesis que alcanza fuerza, pensando en que ha sido la misma empresa
la que no ha negado la posibilidad de que la playa sea en algún momento
eliminada. “De acuerdo a lo señalado por el representante de EPSA (el
gerente Álvaro Espinoza), la expansión del puerto en su
primera etapa no supone la eliminación de la playa de LLolleo. El
ejecutivo explicó que a medida que se materialice la posibilidad de la
construcción del outer port hacia fines de esta década, que sí
consideraría la intervención del borde costero, la empresa analizará y
estudiará las medidas de mitigación necesarias asociadas a ese proyecto
en particular”, se destacaba ya en enero de 2011 en El Líder de San Antonio.
PESCA Y PATRIMONIO SIN CAMINO
“Prácticamente
ahora tenemos un pedacito de playa, por las condiciones naturales del
río, pero también por lo que ellos (EPSA) vienen haciendo desde abajo,
porque antes la playa era mucho más amplia. Ellos rellenaron, pusieron
eso que llaman miguelitos, rocas, entonces después la mar al chocar se
devuelve y se va comiendo toda la arena. O sea, arena ya casi no queda,
se perdieron unos 300 metros de playa”, explica Roberto Machuca, pescador artesanal y tesorero del Sindicato Boca del Río Maipo.
Machuca
ha trabajado toda su vida en el mar, como los otros 110 pescadores
afectados. “La playa es algo que nosotros consideramos como nuestro,
sagrado; por último, cuando no pescamos vamos a asomarnos a la mar, a
darnos una vuelta, cosas que muy pronto no vamos a poder hacer”, se
lamenta.
Una pérdida que se sumaría a
la de un patrimonio histórico y cultural intangible: la pesca del
chinchorro. Un arte ancestral casi extinto en Chile, que consiste en
dejar una parte de la red calada en la orilla, mientras el bote entra al
mar arrastrándola y formando una suerte de herradura, para que luego la
otra punta de la red sea calada en otro sector de la orilla. Así, los
pescadores en tierra la van tirando, acercando lo que han conseguido
atrapar.
Como en un inicio se les
cerró completamente el paso a los pescadores artesanales a la playa de
Llolleo, durante septiembre y octubre de 2010 se formó una mesa de
diálogo entre el sindicato Boca del Río Maipo, los senadores Francisco Chahuán y Ricardo Lagos Weber
y representantes de EPSA, con el fin de asegurarles el libre acceso y
así la posibilidad de continuar trabajando. Se estableció, entonces, un
ingreso por el lado sur de la playa, a través de terrenos también
pertenecientes a EPSA en el Parque Dyr. “Lo habían hecho para nosotros,
pero eso fue en el papel no más; finalmente no era para nosotros, sino
que para los mismos camiones que ya están transitando por ahí. Y lo que
peleábamos es que no entráramos sólo nosotros, sino que también nuestras
familias o cualquier ciudadano, que fuera libre”, dice Machuca,
respecto al cuestionado camino, ese que arrasó también con parte de la
playa.
OJOS TAPADOS
Cuando
uno observa desde algún cerro o mirador la costa de San Antonio, hay
algo que inevitablemente atraer la atención: dos enormes círculos de
agua ubicados metros antes de llegar al mar, en el llamado Camping de Llolleo.
Son los Ojos de Mar, mítica reserva de flora y fauna que producto de la
venta a EPSA de los terrenos colindantes a la playa de Llolleo también
desaparecerán… o “serán trasladados”, como prefieren decir algunos.
En febrero de este año, el director de EPSA -Ramón González González-
dijo que los Ojos de Mar están en el lugar donde se proyecta la
expansión sur del terminal portuario. Es decir, tendrán que desaparecer
de ese lugar. En febrero, el concejal de San Antonio, Danilo Rojas,
alertó que los Ojos de Mar se taparían con material de relleno, lo que
fue negado por González. “Todo lo que se nos autorice ahí el día de
mañana, va a pasar por todo lo que significa consulta ciudadana y
modificaciones del plano regulador comunal”, aseguró el director. “Los
Ojos de Mar los van a ocupar sí o sí. Si al final ellos compraron, el
Estado les vendió, qué puede hacer uno. Es como cuando uno se compra un
sitio: tiene derecho a ocuparlo. Eso tendría que haberse evitado antes”,
se lamenta el pescador Roberto Machuca.
La
solución sería su traslado a una zona de reserva en la desembocadura
del río Maipo, donde se ubica un humedal. “Sin embargo, la duna de arena
de 12 metros que se sacó desde el lugar donde se instaló el
supermercado Líder se dejó sobre el humedal, por lo que este se redujo
considerablemente”, advierte la representante de la Asamblea Ciudadana.
¿VAMOS A LA PLAYA?
Ante
este desalentador escenario, esta organización ha sostenido en el
tiempo su propuesta de que la expansión del puerto debía ser hacia el
mar. “Que no ocupara esta zona, que no se expropiara terreno, que si
querían hacer acopio fuera desde la orilla hacia adentro del mar. Ellos
tienen las capacidades para poder hacerlo, lo que pasa es que el tema
del dinero funciona y como son mega estructuras, eso sale mucho más
caro”, plantea Alvarado.
Aunque ya se
están realizando trabajos en la playa y los terrenos colindantes, lo
cierto es que falta el cambio de uso de suelo, etapa en la que los
ciudadanos pueden hacer consultas y observaciones. “Estamos esperando
ese momento para ver cómo podemos detener el cambio de uso de suelo y
que permanezca como está, para que así no haya intervención en estos
Ojos de Mar y también en el Parque DYR, que debiera mantenerse como Zona
Verde”, adelanta María José.
Y es
que en estos casos, el rol activo de la ciudadanía es clave, sobretodo
de quienes más se verán afectados. “No pueden tomarse una playa ¡Cuántas
peleas se ha tenido con gente que ha cerrado la playa, porque viven ahí
y cobran para entrar! No puede ser. Yo por lo menos, todos los días
paseo a la playa, camino, corro, juego en la playa. Por eso creo que no
me he muerto todavía”, nos dice una antigua vecina del sector.
Por Daniel Labbé Yáñez
Publicado en www.ciudadinvisible.cl
04/06/2012
Vìa,fuente:
http://www.elciudadano.cl/2012/06/05/53510/la-orilla-privada-empresa-se-toma-playa-en-san-antonio/
http://www.elciudadano.cl/2012/06/05/53510/la-orilla-privada-empresa-se-toma-playa-en-san-antonio/
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