(apro).- Para el obispo emérito de San Cristóbal de Las Casas
Chiapas, Samuel Ruiz García, la fe trasciende a los jerarcas de la
Iglesia, con todo y los privilegios que les dispense el poder político,
sus conductas serviles y conservadurismos. Con todo, mantenía la
esperanza en que, hasta un Papa como Benedicto XVI, podía aprender.
- ¿Se puede subsistir bajo un Papa como Ratzinger? –se le preguntó.
- Cuando la acción pastoral y el pensamiento no son individuales sino
relacionados con el Concilio (Vaticano Segundo) y los documentos
(episcopales de Medellín, Puebla, Santo Domingo y Aparecida) que
emanaron de él, es un movimiento de Iglesia y no es personal. Trasciende
las situaciones y personalidades concretas -respondió.
La entrevista se efectuó en Monterrey, el 27 de septiembre de 2007,
cuando el obispo emérito de San Cristóbal de Las Casas Chiapas, estaba
en la ciudad para participar en el Parlamento Mundial de las Religiones,
que formaba parte del Fórum Universal de las Culturas.
La entrevista tenía por objetivo abundar sobre la vida y la obra del
extinto obispo de Cuernavaca, Sergio Méndez Arceo, un texto que apareció
en el número 1617 de la revista Proceso. Pero el ritmo de sus
respuestas condujeron la charla a la visión pastoral y los conceptos que
guiaban a Ruiz García, por lo que su registro se mantuvo aparte.
Tolerancia y fe
Las palabras por Méndez Arceo brotaron sin apasionamiento.
Considerado el precursor de “la opción preferencial por los pobres” en
México, el desaparecido obispo de Cuernavaca, había influenciado a toda
una generación de sacerdotes que, para ese 2007, instalados ya en su
madurez, daban continuidad a la llamada “teología de la liberación”, en
obispos como los eméritos de San Cristóbal, Samuel Ruiz y, de Oaxaca,
Arturo Lona, así como el obispo de Saltillo, Raúl Vera López.
La “teología de la liberación”, corriente progresista de orientación
marxista, fue convertida por sus detractores en despectivo cliché,
particularmente en el norte del país, donde se produjeron abundantes
materiales para advertir que “era una amenaza para la estabilidad social
y laboral”.
Samuel Ruiz, se hacía presente en Monterrey, una ciudad conservadora,
donde las últimas noticias de Iglesia destacaban que, a partir del
arribo del cardenal Francisco Robles Ortega -alumno de cardenal Juan
Sandoval Iñiguez desde el Seminario de Guadalajara-, se desarticuló la
Pastoral Social y se marginó a los sacerdotes que convergían con la
“teología de la liberación”.
Samuel Ruiz García, evitaba sistemáticamente el cliché.
- ¿Por qué parece molestarle que lo califiquen como teólogo de la liberación? –se le inquirió.
- Los teólogos hacen teología, yo me he dedicado a servir a Cristo –atajó.
“Yo he tomado la opción por los pobres y el trabajo en contra de la
pobreza, que consiste en ubicarse históricamente en un análisis, no sólo
en el método de ver, actuar y juzgar, sino de estar ubicado en el
centro de la situación concreta”.
“No tenemos la verdad absoluta”
En el lobby del Hollyday Inn del Centro de Convenciones Cintermex,
hotel sede los participantes, Samuel Ruiz destacaba por su discreción.
Vestido con un traje gris, cuya camisa blanca lucía sin corbata ni
alzacuello, el obispo se abría paso tímidamente en medio de kipás,
bompos, turbantes, gorros frigios y túnicas multicolores, de relucientes
ornamentos, que portaban hombres de forzada calvicie o de luengas
barbas.
Sobre esa pluralidad, expuso en la entrevista:
“Necesitamos aprender la convivencia con otras creencias y salir de
la tendencia exclusivista en que vivíamos, porque la fe tiene que tener
en su manifestación el respeto a otras creencias, y entender que otras
creencias son complementarias de otras, que no tenemos la verdad
absoluta sino que tenemos una complementariedad.
“Se trata de respeto: se escucha y se hace saber que hay una parte
que yo tengo, que debo atender de la posición de otra persona y que lo
que ella tiene, es algo que me falta a mi”, dijo.
- Dada la cantidad de personas excluidas –se le comenta- por posturas
religiosas ¿Tendría esa tolerancia, por ejemplo, con las uniones entre
personas de un mismo sexo? O con el aborto?
- Los principios morales no se mueven por estadísticas. Y la defensa a
la vida debe ser permanente. No porque haya tal o cual tendencia a la
eliminación de la vida, podemos decir que la Iglesia tiene que estar a
favor de eso -respondió.
Contra el sistema
Los escándalos de corrupción clerical daban vuelta al mundo, con
pederastas expuestos por miles de denuncias y una jerarquía, en el caso
de México, peculiarmente cercana al poder público de gobernantes de
confesión y prácticas católicos con tendencias dictatoriales, como un
cóctel venenoso para la fe, Samuel Ruiz -llamado Jtatik, El Padre, en
las comunidades indígenas de Chiapas- mantenía la esperanza.
“Se puede mirar sólo lo negativo y decir todo está mal, pero teniendo
una mirada tranquila se puede ver cómo hay movimientos que eclipsan esa
maldad. Yo tengo una mirada esperanzadora sobre esto. Particularmente,
la solidaridad es una cosa bastante evidente y creciente en todos los
niveles”.
Según Samuel Ruiz, la solidaridad vinculaba cada vez a más personas
y, si en el pasado no quedaba mas que lamentar lo que le ocurría a
otros, en el presente es imposible que ocurra algo sin que obtenga de
inmediato el apoyo solidario en distintos ámbitos.
Agregó:
“Hay una perspectiva de una gran cantidad de gente en el mundo, que
tiene muy claro que se necesita un cambio de sistema. Lo han dicho con
toda claridad, este sistema llegó a su límite y se necesita que se
construya otro. Ya hay acciones y entidades que se mueven en ese
sentido, como el comercio justo y la aglutinación de movimientos que
inciden silenciosa, pero eficazmente, en una transformación de la
sociedad”.
Gobiernos católicos
Para Samuel Ruiz, la postura que guarden los gobernantes
independientemente de su confesión, es un accidente histórico. La acción
de la Iglesia, según él, se funda una postura que va más allá de la
política que quienes se presumen católicos, como Vicente Fox o Felipe
Calderón, puedan tener.
“La postura de la Iglesia es previa e independiente a esos
gobernantes. La opción por los pobres trasciende porque es la única vía
en la construcción del Reino (de Dios) y en esa visión no caben los
potentados”.
Su insistencia es a lo largo de toda la entrevista: la posición de la
Iglesia no puede sustraerse del Concilio Vaticano II y sus documentos,
donde se reitera siempre que la preocupación es el trabajo social.
Entonces aludió a la jerarquía:
“La esperanza no debe estar en que la Iglesia sea favorecida o no por
los gobiernos. Los gobiernos son eventualidad histórica y pueden ayudar
o entorpecer el trabajo pastoral”.
- Esa proximidad con los poderes terrenales ¿podría repetir
condiciones como en las que la Iglesia estuvo del lado de las
dictaduras?
- No sería la posición adecuada, ni hay una tendencia hacia allá. Que
la iglesia tenga que estar bien en el sentido de colaborar hacia el
bien común, evidentemente sí. Puede haber un riesgo de esa naturaleza,
que haya una postura servil, pero creo que la posición oficial después
del Concilio y los documentos emanados de éste, van en otra línea.
La mirada esperanzadora de Samuel Ruiz, contrastaba con la conducta
de obispos y sacerdotes católicos que preferían omitir pronunciamientos
respecto a conflictos sociales o injusticias, respecto a un reciente
2006, plagado de convulsiones sociales desde el estallido de la mina
Pasta de Conchos en Coahuila, la represión obrera en Lázaro Cárdenas
Michoacán, la elección presidencial y el movimiento de San Salvador
Atenco.
“Lo que puedo percibir a nivel de pronunciamientos oficiales de la
Conferencia del Episcopado Mexicano, y en especial de la Pastoral
Social, es que hay una posición que no se da generalizada, pero que si
aborda una temática en donde se juega la transformación de la historia.
“Hay posiciones bastante claras y pronunciamientos que ha habido, en
momentos específicamente difíciles, donde hay prelados que se han
manifestado y tienen el respaldo discreto, pero no negado, de otros
hermanos obispos”.
- ¿Hay miedo en la Iglesia a su jerarquía?
- La identidad de una persona, como la idea de una institución, tiene
un sustrato que no cambia. Si no, no podría cumplir su misión. El
cambio tiene que estar en relación con un sustrato permanente, que es el
evangelio, y la respuesta (de los hombres de Iglesia) puede ser
variable pero desde el punto de vista evangélico en la construcción del
Reino de Dios.
Con un Sumo Pontífice recién estrenado, proveniente de la
Congregación para la Doctrina de la Fe, que desde los años 70 persiguió a
los sacerdotes progresistas, se le inquierió:
- ¿Ratzinger y quienes se identifican con su línea pastoral inhiben los movimientos de la Iglesia de los Pobres?
- Todo individuo tiene un proceso de adaptación y un Papa también
tiene que ir aprendiendo su tarea. Ha habido momentos históricos en este
pontificado donde un pronunciamieto se percibe posteriormente como algo
que tiene que relativizarse y eso es señal de que hay un aprendizaje en
marcha.
“Si hay una falla sabemos que por eso Jesús dijo yo estaré
con ustedes hasta el fin del mundo. Por lo tanto, la presencia de la
Iglesia, no depende de la falibilidad, de la relatividad o de la
limitación de una persona, pues ahí estará fuertemente la presencia del
Señor a lo largo de la historia”.
Y concluye:
“Sea cual sea, la posición oficial (de la Iglesia) no puede quitar ni
hacer a un lado el sustrato permanente, lo vimos en (la Conferencia del
Episcopado Latinoamericano de) Aparecida: lo que es fundamental para
Dios y la Iglesia es la opción por los pobres y el trabajo en contra de
la pobreza”.
Fuente, vìa :
http://www.proceso.com.mx/rv/modHome/detalleExclusiva/87843
Carton :
Naranjo
Naranjo
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