Como muchos políticos y empresarios, Isabel Miranda de Wallace
encuentra en las mentiras y en las trampas sus mejores armas para
defender sus propios intereses.
Aliada de Calderón, abandonó su máscara de activista social para
convertirse en candidata del Partido Acción Nacional (PAN), cuyos
principales proyectos dice rechazar; es decir, no es fiel a sus ideas,
no lucha por lo que cree y por lo tanto no es, en ese sentido, una
persona confiable.
Luego de que se dio a conocer que en 1998 estuvo unos días
encarcelada, acusada de varios delitos de los que luego fue absuelta, no
tuvo la honestidad de reconocer esos hechos, sino que tramposamente
trató de negarlos o distorsionarlos bajo la premisa de que una persona
vinculada al poder encuentra siempre defensores y cómplices.
Una historia de mentiras
Con el evidente apoyo del poder derechista, Wallace se fabricó la
imagen de activista preocupada sólo por la suerte de su hijo secuestrado
y el afán de castigar a los culpables.
Alardeaba de no buscar cargos públicos ni una participación
política, incluso en una entrevista difundida en la web se jactaba de
que personajes de la política, como la panista Gabriela Cuevas, la
priísta Beatriz Paredes y hasta dirigentes del Partido de la Revolución
Democrática (PRD), le habían hecho propuestas que, desdeñosamente, había
rechazado.
Afirmaba: “Yo no creo en la política en México. No creo que a
través del sistema político que hay en nuestro país se puedan solucionar
los problemas en materia de seguridad…”
(http://www.animalpolitico.com/2012/
01/isabel-miranda-del-rechazo-a-la-politica-a-candidata-al-gdf-por-el-pan/).
Esas declaraciones eran falsas, como lo demuestra su disposición a
convertirse en candidata del PAN para el Gobierno del Distrito Federal.
Luego de su presentación como candidata del PAN, Isabel Miranda
aseguró que “defenderá la libertad de la mujer para decidir sobre su
cuerpo” y que “estoy por los derechos que se han logrado y no nada más
los voy a respetar, voy a fomentar que haya mayor libertad en la
capital” (Reforma, 13 de enero de 2012). Con ello, desató la ira de la
ultraderecha católica dominante en el PAN, por lo que luego adoptó la
actitud de rehuir el tema, simplemente porque no le conviene abordarlo,
pues lo mejor para ella es alcanzar un alto cargo o sacar algún provecho
con ayuda de Acción Nacional: la conveniencia y la mentira como forma
de vida.
Ahora, enfrentada a hechos de su pasado que no quiere que se conozcan, recurre a mentiras y trucos para negarlos o evadirlos.
Viejas falacias
Los trucos que usa Wallace, de la manera más rudimentaria, son muy viejos, mencionados ya en los primeros tratados de lógica.
Decían algunos textos medievales dedicados a entrenar a los
estudiantes en las complejas disputas teológicas, que si un hecho ya
ocurrió, ni Dios podía evitarlo: A palo dado, ni Dios lo quita.
Menos, desde luego, algún funcionario de la Procuraduría de Justicia, ni
el propio Marcelo Ebrard, jefe de gobierno del Distrito Federal.
Por eso, es ridículo que Wallace se escude en dichos de la
Procuraduría General de Justicia del Distrito Federal (PGJDF) para negar
un hecho del pasado que quedó registrado en notas periodísticas (La Jornada y Reforma, 18 de julio de 1998): que ella fue en ese tiempo aprehendida, y se sabe que también fue fichada
y encarcelada durante unos días, acusada de los delitos de homicidio en
grado de tentativa, daño en propiedad ajena y resistencia de
particulares.
Lo anterior, a raíz de una trifulca donde Wallace se opuso al retiro de 2 mil anuncios de su empresa Showcase.
A Wallace le molestó que recientemente la revista Proceso
diera a conocer la información referente a estos hechos. Mientras, la
PGJDF se ha dado a la tarea de protegerla, como probablemente no lo
haría con otros ciudadanos que no gocen, desde luego, de “buenas”
relaciones; comenzando en este caso, por el apoyo del presidente espurio.
Es lamentable que Marcelo Ebrard, quien ha luchado por ampliar las
libertades en la capital, se preste a brindar apoyo públicamente y sin
razones a quien encabeza al partido enemigo de los derechos sexuales y
del estado laico. Gratuitamente, él ha dicho que Isabel Miranda de
Wallace es “una señora respetable que lucha por lo que cree” (El Universal, 10 de abril de 2012).
En cuanto Wallace tuvo encima el escándalo desatado por el
reportaje publicado en Proceso el 8 de abril de 2012 fue a buscar ayuda,
y rápidamente pudo exhibir un documento donde se hace constar que no
tiene “antecedentes penales”; ciertamente no fue condenada por un
delito, pero ése no era el asunto en discusión, sino su participación en
hechos ocurridos hace más de una década, cuyo conocimiento es muy
pertinente para que los votantes del Distrito Federal sepan cuál es la
trayectoria de la candidata panista.
Aristóteles escribió Las refutaciones sofísticas, uno de los
primeros tratados sobre falacias, o trampas de la argumentación, como
la de refutar algo que simplemente no es lo que está en discusión. Es
exactamente lo que hace la señora de Wallace y para fines bastante
mezquinos.
Gato por liebre
El Hitopadesha, o provechosa enseñanza, es un antiguo libro
hindú dedicado al arte de la política. En él se incluye el cuento de un
brahamán que va cargando una cabra cuando se encuentra en el camino a
dos bribones que, para apoderarse del animal, quieren hacerle creer que
lo que va cargando es sólo un perro y, puestos de acuerdo, tanto le
insisten en ello que casi acaban por convencerlo; finalmente, “prosiguió
su camino, dudando todavía”.
Parece increíble, pero ése es el truco que quieren usar Wallace y
los medios oficialistas que se prestan a repetir sus alegatos. Con
desdeños hacia la capacidad de percepción y de razonamiento de los
demás, Wallace se atreve a mentir sobre lo que todos podemos ver: su
propia fotografía, cuando fue fichada luego de su aprehensión.
Renuente a reconocerse en las notas de prensa de 1998, aduce que
“ella no es ella”, porque en esa fotografía su estatura es, dice, de
casi 1.70 metros y que en realidad ella mide sólo 1.60 metros. Su
alegato omite lo que todos podemos ver: la estatura que exhibe en la
foto, sin contar su prominente copete, apenas rebasa el 1.60 metros
(Proceso, 1849, 8 de abril de 2012). Por añadidura, si 1.60 metros es la
estatura actual de Wallace –nacida en 1951–, es probable que la mujer
de más de 60 años de edad ya no mida lo mismo que hace 15 años
(http://noticias.terra.com.mx/candidatos-al-gdf-isabel-miranda-de-wallace,452d788934
625310VgnVCM20000099f154d0RCRD.html).
Muchos medios oficialistas se han convertido en defensores de
Wallace, y a fuerza de repetir los sofismas en que ella basa su defensa,
pretenden sugestionar a su audiencia, inculcándoles ideas contrarias a
las evidencias, con tal de librar a Wallace de su propio pasado.
Sin embargo, abundan en la web los comentarios acerca de lo
evidente de las trampas que usa Wallace; en uno de ellos leemos: “…es
obvio que su estatura no es igual en 1998 que en 2012, ya que entre más
envejecemos nos vamos haciendo algunos o varios centímetros ?más bajitos
por el desgaste de las articulaciones y discos de la columna,
incluyendo la pérdida de calcio en la tercera edad…. Si le quitas la
melena a esta señora en la foto, su estatura real no pasa de 1.63 metros
(en ese entonces), y si hoy dice medir 1.60, entonces es la misma
persona, es muy infantil querer desacreditar de esta forma una evidencia
tan clara y contundente…” (http://www.proceso.com.mx/?p=303823).
Los defensores de la candidata panista pretenden que se investigue
la “filtración” de su expediente policiaco, que tanto ha afectado su
candidatura, pues no aceptan que alguien se atreva a criticar y
denunciar a los poderosos: quizás, para ellos, debería ser censurado y
perseguido.
Sin embargo, esa historia no es nueva. Baste recordar un par de
ejemplos: en el sexenio de Salinas se ocultó que (a principios de la
década de 1950, cuando tenía tres años de edad) él había participado en
el fusilamiento de su sirvienta. A pesar de que el hecho fue materia de
la nota roja de la época e incluso de una película cómica con Clavillazo
y el enano Santanón; hace unos pocos años, apenas ayer, muchos medios y
sobre todo el gobierno en turno, al no poder ser juez y parte, soslayó
los abusos de la pareja presidencial Fox-Sahagún y de los hijos de
Marta. Como en el caso de Wallace, el poder protege a los suyos y los
políticos se entienden entre sí para engañar al pueblo y abusar de él.
*Maestro en filosofía; especialista en estudios acerca de la derecha política en México.
Autor: Edgar González Ruiz *
Vìa:
http://contralinea.info/archivo-revista/index.php/2012/05/06/las-mentiras-de-wallace/
http://contralinea.info/archivo-revista/index.php/2012/05/06/las-mentiras-de-wallace/
A mi si me gusta eso de las candidaturas ciudadas, la verdad es que no sabemos ni a cual irle con los politicos. Se me hizo buena idea, y como tiene buena imagen como activista pues se esta viendo ahora en las encuestas.
ResponderEliminar