Empecinado
en mostrar al mundo una positiva imagen de su administración, el
presidente Felipe Calderón proyecta echar mano de las arcas públicas
para enviarle al Fondo Monetario Internacional 14 mil millones de
dólares, en este 2012. Además de incrementar las cuotas, buscará, en la
recta final de su gobierno, concretar una mayor apertura en el principal
sector de interés del FMI, el energético
En medio de la grave crisis económica y social que azota al país,
de los altos niveles de desempleo y de los nuevos 3 millones de
mexicanos que, como resultado de la fallida política económica
gubernamental, recientemente se sumaron a las filas de la pobreza e
indigencia, de acuerdo con cifras de la Comisión Económica para América
Latina y el Caribe (Cepal), ahora el gobierno de Felipe Calderón decidió
aumentar en más de 145 por ciento las cuotas de México al Fondo
Monetario Internacional (FMI).
De 5 mil 700 millones de dólares que se enviaron en 2011, a 14 mil
millones de dólares ascenderá el cheque que en 2012, si el Congreso de
la Unión lo aprueba, enviará México a las arcas del organismo que
preside Christine Lagarde, para que financie la crisis económica de la
eurozona.
El dinero saldrá de las reservas internacionales del Banco de
México (Banxico), y se pagarían 25 por ciento en derechos especiales de
giro, y 75 por ciento en divisas, a través de un depósito a la cuenta
del FMI.
Con 87 millones de sus gobernados viviendo en la pobreza, la mitad
de ellos en pobreza extrema, es decir, que no tienen siquiera asegurada
la alimentación, Calderón fue el primero en levantar la mano y
proponerle al FMI “ayuda” para “obtener recursos que le permitan seguir
brindando estabilidad a los países que se encuentran en crisis,
principalmente Europa”, como declaró el director del Banxico, Agustín
Carstens Carstens, en noviembre de 2011, al anunciar el incremento de
cuotas al FMI.
Se trata de una medida polémica, dada la propia situación de la
crisis económica y social que enfrenta México: incremento de la pobreza,
el desempleo y la desigualdad.
Aunque, de acuerdo con Carstens, “una de las mejores inversiones
que podemos hacer en épocas de turbulencia es aportar recursos para una
eficiente y efectiva cooperación internacional”.
Pero no todos comparten la misma opinión. La destacada economista
Rosa Albina Garavito Elías la define como “un claro ejemplo del viejo
refrán de ‘candil de la calle oscuridad de su casa’”. Considera que es
“inaceptable” que el gobierno de Calderón piense enviar esos recursos
precisamente en un momento en que México, además de la grave crisis
económica que ha enfrentado todo el sexenio, tampoco está exento de
nuevos descalabros por la crisis mundial, dada la ausencia de políticas que detonen el crecimiento interno.
“En este caso al gobierno de México se le puede aplicar el refrán
popular de ‘candil de la calle, oscuridad de su casa’, pues el
ofrecimiento hecho por el director de Banxico, Agustín Carstens, de
aumentar su cuota de participación en el FMI para el fortalecimiento
financiero del Fondo, en el contexto de la crítica situación de los
países más endeudados de la eurozona, no supone, por un lado, que él
mismo haya resuelto su problema de endeudamiento, y por otro, que esos
recursos puedan considerarse como excedentes, cuando el país sufre de
profundas carencias en materia de pobreza y de inversión suficiente para
la generación de los empleos necesarios y con ingresos dignos, para
satisfacer la demanda de más de 1 millón de jóvenes que anualmente
entran al mercado de trabajo”, explica Garavito con un amplia
trayectoria como legisladora federal (diputada y senadora).
Ante el difícil panorama que se espera para 2012, “frente a otro
año de crisis mundial y de los lastres económicos que tiene el país, la
lógica sería una austeridad y muchas previsiones encaminadas a impulsar
la economía interna, en cambio el gobierno decide enviar mucho más
dinero al Fondo Monetario Internacional”, coincide Salvador Ruiz, del
Departamento de Economía de la Universidad Iberoamericana.
Que se envié el nuevo monto requiere del aval del Legislativo. El
30 de noviembre de 2011, en la conferencia conjunta que en el marco de
la visita de la directora del FMI, Christine Lagarde, dio junto al
gobernador de Banxico, el titular de la Secretaría de Hacienda y Crédito
Público (SHCP), José Antonio Meade Kuribreña, indicó que “México está
en proceso de presentar al Congreso de la Unión una iniciativa para que
autorice los acuerdos ya tomados de aumento de aportaciones”.
En diciembre de 2011, la SHCP inició el trámite con un solicitud
ante la Comisión Federal de Mejora Regulatoria, para la exención de una
manifestación de impacto regulatorio, y envió la propuesta al Congreso
de la Unión para su aprobación.
Aunque, al parecer, no todo será miel sobre hojuelas.
Recibida la propuesta, en el Congreso comenzaron a escucharse las
críticas de integrantes de partidos de la oposición que también
consideran que enviar tal cantidad de recursos esta fuera de toda lógica
de la realidad económica que hoy enfrenta el país.
Jugar a ser grande
El incremento de cuotas de los países integrantes al FMI ha sido un
tema planteado recurrentemente por Agustín Carstens en foros y
reuniones internacionales. De hecho, fue una de sus principales
propuestas durante su candidatura para la presidencia de ese organismo,
en la contienda que perdió, precisamente, frente a Lagarde.
Después, al conocerse que México presidiría, a partir de diciembre
de 2011, el Grupo de los 20 (G20), el egresado de la Universidad de
Chicago planteó de nuevo que uno de los propósitos sería el lograr el
fortalecimiento financiero del FMI mediante el incremento de cuotas.
“Lo que nos corresponde como líderes del G20 es que se tomen las
decisiones adecuadas y, sobre todo, facilitar que la cooperación
internacional le permita a los países en problemas tomar las decisiones
que necesiten”, argumentó.
Con tales antecedentes, “sin duda lo que Carstens busca son los
aplausos en el G20, para que se le vea como gran líder, a costa de los
recursos de México, que tanta falta hacen a este país”, señala el
diputado federal Mario Di Costanzo Armenta, integrante de la Comisión de
Hacienda y Crédito Público de la Cámara de Diputados.
El legislador destaca también un supuesto trasfondo mediático en
dicha medida: “Cuando todos los indicadores que los organismos
internacionales han dado de su gobierno son negativos, ahora Felipe
Calderón busca medidas mediáticas, por eso, con el incremento a las
cuotas al Fondo Monetario, quiere que se diga que somos una economía tan
magnánima que estamos en la misma mesa que los grandes del FMI y que
hasta ayudamos a los europeos, y la verdad es que estamos muy lejos de
eso, en un país donde la pobreza ha aumentado”.
Así que la medida, asegura el legislador, “responde a la urgencia
de Felipe Calderón de que en el mundo se hable bien de su gestión,
quiere que se diga que tiene a México con una economía desarrollada,
fuerte, estable, cuando la realidad es totalmente opuesta”.
Costosos halagos
Después
de que organismos internacionales difundieron una serie de informes
–entre éstos el Cepal–, que documentaron los retrocesos de México en
términos económicos y de la calidad de vida e ingresos de los mexicanos
en la administración de Calderón, y que incluso el FMI había observado
el retroceso del país en materia económica, de pronto, el 30 de
noviembre pasado, Lagarde apareció elogiosa de la política económica de
Calderón, al ponderar también a su excontrincante Carstens, como el
ejemplo a seguir por los jefes de la banca central de cada país.
Apenas habían pasado unas horas de que la Cepal había informado que
México, junto con Honduras, eran los únicos países de la región donde
aumentó la pobreza y la indigencia, cuando Lagarde laureaba la política
económica de Calderón.
Tras los elogios llegó el anuncio del incremento de México a sus
aportaciones al FMI, aumento que, de concretarse, equivaldría a casi
cinco veces los 28 mil millones de pesos a los que ascendió el
presupuesto destinado a la Universidad Nacional Autónoma de México, para
2012.
La visita de Lagarde se dio en el marco de su primera gira por
América Latina en busca de financiamiento. Con tal intensión recurrió a
México y Brasil, dos fuertes economías que en la última década han
tenido caminos enteramente opuestos: Brasil con un superávit de 93 por
ciento; México un déficit permanente, que sólo en 2011 llego a 1 mil 36
millones de dólares.
Al respecto, Rosa Albina Garavito refiere: “En el caso de Brasil,
por ejemplo, al que también se le solicitó de apoyo financiero para la
eurozona, la situación de ese país es que, gracias a su política
económica de los últimos años, ha logrado abatir la pobreza de manera
importante, además de invertir en educación y desarrollo científico y
tecnológico, lo que efectivamente lo coloca en situación de ser una
economía robusta y sólida”.
Y sin embargo, fue su presidenta Dilma Rousseff, la que condicionó
el aporte económico a que Brasil tenga más poder de decisión real en el
FMI.
Cabe señalar, que desde 2005, como parte de las medidas económicas y
de la administración de los recursos de su país, el expresidente Luiz
Inácio Lula da Silvapagó su deuda con el FMI de forma anticipada. México
en cambio fue uno de los países que más se endeudaron, en 2007, para
sortear la crisis mundial; de acuerdo con informes del organismo, según
su ritmo de pago, ni en los próximos cinco años el país cubrirá dicho
préstamo.
Bajo esta y otras consideraciones, como el estancamiento económico
que durante todo el sexenio actual ha enfrentado el país, Garavito
explica que “México es el menos indicado para sacrificar esos recursos
que aumentarían las arcas de un organismo financiero internacional de
dudosa eficacia, para el salvamento de la crisis financiera mundial que
se viene arrastrando desde años atrás; cuando fue, después de Rusia, el
país más afectado por la crisis de 2008; cuando sus finanzas públicas
son de las más precarias del mundo, dado la bajísima carga fiscal y la
enorme deuda oculta, y cuando el largo estancamiento económico que
acumula ya tres décadas (con un crecimiento promedio de apenas el 2 por
ciento anual), tiene sumido al país en una desastrosa situación
económica y social que es la principal causa de la espiral de violencia
que vivimos”.
Juan José Dávalos, profesor investigador de la Facultad de Economía
de la Universidad Nacional Autónoma de México, considera que la medida
gubernamental pretende incidir en la calificación internacional del
saldo de gobierno calderonista, pues el monto de esas cuotas tampoco
alcanzarán para dar mayor margen de operación a México en el FMI.
Aunque los economistas consultados coinciden en que ni esos
millones de pesos incidirán para que México logre indicadores más
positivos. “No se puede tapar el sol con un dedo, porque hasta
ahora no hay un sólo indicador en reportes oficiales, ni siquiera del
Fondo Monetario que indiquen que la economía mexicana está mejor que
hace seis años”, critica el legislador Mario Di Costanzo.
Reencauzar esos recursos
Juan
José Dávalos opina que ese dinero debía canalizarse a proyectos
productivos que México requiere de manera emergente, como las refinerías
que ayuden a reducir el costo de la importación de gasolinas.
Mario Di Costanzo considera también que esos millones de pesos
debían de ser dirigidos a proyectos de inversión productiva que ayuden a
detonar la economía del país, tales como infraestructura, programas
sociales y “desde luego, a la educación, que es uno de los rubros más
rezagados y que servirían muy bien para que las universidades públicas
incrementaran su matrícula de manera notable”.
Porque “no es posible que en medio de la crisis que estamos
viviendo se prefiera privilegiar esas cuotas del FMI que, por ejemplo,
incrementar la infraestructura de las universidades (lo cual
incrementaría la matrícula), eso es lo que debíamos estar haciendo y no
sólo ser la comparsa de estos organismos internacionales que lo
único que hacen es seguir este modelo económico que es el que tiene en
crisis al mundo”, concluye Di Costanzo.
Precisamente la canalización de recursos públicos a los programas
sociales y educativos fueron la clave para que todos los países de la
región, excepto México y Honduras, redujeran considerablemente la
pobreza e indigencia, de acuerdo con el último informe de la Cepal.
Reformas en juego
Más allá de que “la subordinación de México a las políticas del FMI
no contribuyen en nada a ofrecer soluciones reales a la crisis
financiera internacional, y tampoco al desarrollo económico que tanto
necesita México”, el mensaje de Lagarde, “tenía como receptor a las
economías europeas –como la italiana y griega– sobre el tipo de
políticas dacronianas que tendrían que autoinflingirse, como las
aplicadas en México a partir de 1983”, considera Garavito, investigadora
de la Universidad Autónoma Metropolitana.
Para el caso de México, el FMI espera que en lo que resta de su
gobierno, Calderón permita una mayor “apertura” en el sector energético
para la iniciativa privada. La misma Lagarde planteó que aún se podrían
“lograr” más reformas en ese sentido.
Entre elogios y halagos del desempeño del gabinete económico
calderonista, Lagarde sugirió que “las autoridades mexicanas todavía
tienen un margen de maniobra para hacer mucho más, sobre todo cuando se
trata de algunos sectores en particular que son sumamente boyantes y
activos, como el de la energía”.
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