1. El ejército de los EEUU está listo para intervenir en México; el
gobierno de Calderón pidiendo ayuda urgente, lo ha contemplado. El
subsecretario Joseph Westphal, declaró ayer martes 8 que en México hay
“una forma de insurgencia” encabezada por los cárteles de la droga que
potencialmente podrían “tomar el gobierno”, lo cual implicaría una
respuesta militar estadounidense. Uno de los flancos estratégicos más
preocupantes para Estados Unidos, más allá de las guerras en Irak y
Afganistán, es América Latina y particularmente México. “Como todos
saben, hay una forma de insurgencia en México con los cárteles, que está
justo sobre nuestra frontera. Esto no se trata sólo de drogas e
inmigrantes ilegales. Esto es, potencialmente, sobre una toma de un
gobierno por individuos que son corruptos”, afirmó. La derecha mexicana
(PAN, PRI, empresarios) aplaudirían que los soldados gringos atravesaran
nuestra frontera norte.
2. Se sabe: en México, con excepción de la del año 1932, ningún
presidente renuncia. No importa que la economía esté cayendo a pedazos,
que el desgobierno sea evidente, que la mayoría de la población sufra en
la pobreza y miseria; nada importa mientras no surja un gran
levantamiento y que las amenazas revolucionarias se hagan serias. México
no es Túnez, Egipto o Irán donde un millón de manifestantes pudieran
estar un mes o más tiempo en las calles combatiendo. Por solidaridad
estuve unos 20 días –durmiendo allí- en el Zócalo de la ciudad de México
en 2006, pero fuera de los mítines vespertinos, me parecieron días de
campo. Combatir es otra cosa: es realizar cientos o miles de brigadas
diarias de agitación con reparto de propaganda en las fábricas, bloqueos
permanentes en carreteras, avenidas, glorietas, mercados, edificios
públicos, embajadas; es confrontarse con las fuerzas militares que
bloquean o buscan reprimir las protestas.
3. Decían mis compañeros profesores de la CNTE al respecto: la bronca
no es tomar los edificios o las calles y permanecer resguardándolos
unos días, sino el problema es conservarlos hasta que caigan los charros
o los malos gobiernos. Aunque debemos comenzar, no estamos aún
entrenados en este tipo de batallas. Sabemos que hay cientos de miles de
activistas que turnándolos serían más que suficientes para consolidar
las tomas, pero surge el otro gran problema: la unidad de la izquierda y
demás luchadores sociales. ¿Olvidas la gran campaña de calumnias de los
medios de información, la ideología individualista de la mayoría de los
habitantes de la ciudad, las permanentes amenazas de represión y todas
las presiones de la clase política? Por eso siempre hay que pensar en
cómo organizar movimientos contundentes, muy fuertes para unos días y no
pensar en varias semanas o meses. Imagina las campañas en contra de la
iglesia.
4. Sin embargo no hay que olvidar que la tarea revolucionaria es
“hacer posible lo que muchas veces parece imposible”. La renuncia de un
tipo tan funesto como Calderón es importante pero, ¿qué hacer luego con
el movimiento de masas tan grande? ¿No serán acaso los más organizados
–los priístas- quienes se aprovecharán de la coyuntura? El sábado 12
podrían participar 10 mil, luego 100 mil, para más adelante reunir a
millones entre los que podrían estar hasta empresarios y parte de la
clase política. Pero ¡Cuidado!, comenzarán a acusar a los más notables
dirigentes de tener tratos con narcotraficantes, buscará el gobierno
sembrarles droga y armas en sus domicilios o acusarlos de violadores de
menores. Ya saben como se las gasta el gobierno y cómo los medios de
información buscan destruir a los movimientos de izquierda o de
trabajadores. La iniciativa movilizadora es correcta, pero hay que
cuidar el proceso del control oportunista.
5. Enumerar los motivos por los que Calderón debe renunciar ya no es
necesario por obvios y conocidos. ¿Quién puede esconder el gigantesco
desempleo, los salarios de hambre en la inmensa mayoría de la población,
la emigración de trabajadores a EEUU, las decenas de miles de muertes,
la penetración del ejército yanqui y sus armas, el desgobierno,
etcétera? Si Calderón es un borracho empedernido o no, es otra cosa; si
empiezan a aparecer grandes propiedades entre sus familiares, son cosas
personales de la vida privada; pero “esas cosas privadas, íntimas” no
son trascendentes, no son de importancia ante la situación tan negativa
del país. Pero tampoco hay que olvidar que también hay personajes que
piensan como Calderón: “El país está mejor que nunca”; Creel, al lanzar
su precandidatura presidencial buscando el apoyo del PAN, ha dicho que
“buscará consolidar los grandes logros de los gobiernos panistas de los
últimos 12 años, de Fox y Calderón”.
6. Vale más un movimiento real que cien discursos. Las masas en sus
luchas pueden aprender en unas cuantas horas, en su práctica social, lo
que en años no les pueden enseñar en escuelas burguesas y en libros.
Quizá por eso los maestros mexicanos de la CNTE gritan en sus
manifestaciones: “el maestro luchando también está enseñando”. ¿O
alguien piensa que los títulos académicos sirven para otra cosa que no
sea para ganar más salarios y presencia social burguesa? Por ese motivo
la convocatoria del próximo sábado 12 al Monumento de la Revolución de
la ciudad de México puede ser de enorme trascendencia: enseñar que el
único camino válido para que el pueblo logre sus demandas es saliendo a
las calles a luchar por ellas. Por eso hay que gritar: “ánimo
compañeros, hay que dar la batalla en todos los frentes enterrando
nuestros sectarismos e individualismos que tanto nos separan y que la
mismo burguesía ahonda.
7. ¿Te imaginas lo que pasaría si un presidente mexicano, como
Calderón, se sintiera obligado a renunciar? ¿Quién ocuparía su cargo?
¿Qué harían el ejército yanqui y qué el mexicano? ¿Cómo actuarían la
Suprema Corte y el poder Legislativo? ¿Se harían más combativas las
masas de trabajadores obligando a realizar elecciones inmediatamente?
¿Huirían los multimillonarios de México hacia los EEUU? ¿La mitad de los
priítas y los del PRD se harían izquierdosos? ¿Lucharían los
anarquistas por instalar un gobierno horizontal, autogestivo, para
frenar a nuevos autoritarios? Por eso sería interesante vivir nuevas
experiencias que ensayen otros sistemas económicos y políticos. Pero
también puede ser que la renuncia de Calderón sólo se convierta en
cambio de personas y caras que sigan aplicando la misma política de
gobierno. En fin, lo mejor es asistir a la cita en el Monumento de la
Revolución para recalentar las luchas sociales.
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