Juana María, la abuela de Mauricio, dice a lavaca:
-Mi nieto era la alegría. Un amor. Pero lo mataron. No hay un solo culpable, como dicen, ese que disparó. Hay varios. Y para mí hay un culpable más: el que dio la orden.
-Mi nieto era la alegría. Un amor. Pero lo mataron. No hay un solo culpable, como dicen, ese que disparó. Hay varios. Y para mí hay un culpable más: el que dio la orden.
Gastón
Chillier, director ejecutivo del Centro de Estudios Legales y Sociales
(CELS) que acaba de entrar en el caso judicialmente dice:
-Hay que dejar de hablar de gatillo fácil. Hay que hablar de responsabilidades políticas.
Juana María y Chillier dicen algo parecido, cada uno con sus palabras.
Ernesto “Lalo” Paret, cartonero desde chico, vecino de la zona y
actual integrante de la Cooperativa Unidos por el Calzado (CUC, la ex
Gatic recuperada por sus trabajadores) dice: “José León Suárez es un
depósito de basura, donde muchos pudimos sobrevivir gracias a la basura.
Tenemos los rellenos clandestinos, los rellenos sanitarios, los
asentamientos construidos sobre esos rellenos de basura, y esa situación
hace posible que todo el régimen piense que los que vivimos ahí no
valemos nada”.
Lalo sugiere que toda esa zona de la quema del CEAMSE y los
asentamientos construidos sobre desperdicios debería convertirse
en “Quemaikén”, un parque temático de la pobreza.
Quemaikén
Los crímenes de Franco Almirón y Mauricio Ramos en José León Suárez tienen como fondo el paisaje asombroso de montañas de basura -La Quema del CEAMSE- en asentamientos construidos sobre basurales clandestinos. Mauricio y Franco también cirujeaban, eran discriminados por la piel, y sobrevivían. Decí Mu estuvo hace unos meses con Lalo, Piki y Ángel, que cuentan qué se encuentra en la basura y cómo se ve la vida desde José León Suárez. ¿Qué se encuentra en la basura? Viaje a lo que bautizaron Quemaikén, el parque temático de la pobreza, universidad práctica sobre cómo entender el presente.
En el corazón
A
Mauricio Ramos, 17 años, una bala le dio en el corazón. Fue suficiente.
Franco Almirón, 16, recibió cinco balazos en el cuerpo. Otro
adolescente, Joaquín Romero, fue internado con heridas gravísimas. Los
vecinos se alzaron contra la policía, que debió ser desplazada de la
zona. El episodio ocurrió en José León Suárez, el 3 de febrero. Según la
versión de la Policía Bonaerense, una banda del barrio La Cárcova
preparó una emboscada que hizo descarrilar a un tren de carga, para
asaltarlo. Esta tesis (acaso inspirada en un exceso de películas de
cowboys, y desmentida por la investigación judicial) incluyó la llegada
de las huestes policiales para evitar el supuesto saqueo del tren, y el
valeroso enfrentamiento de los efectivos contra los vecinos, que culminó
–como tantas veces- en el asesinato de dos chicos. La justicia ya captó
que la versión policial no funciona ni como relleno sanitario.
Cuando
los fiscales Raúl Sorraco, Ana María Armetta y Marcelo Sendot
interrogaron a uno de los sospechosos, el teniente Gustavo Vega, este
señor, que es instructor de tiro, declaró que se equivocó al cargar
municiones de plomo en lugar de las de goma. Hay dos chances.
a) Si
lo que dijo es mentira, muestra una curiosa tendencia policial a
exculparse por el absurdo. (Gustavo Kapp, policía que el 12 de febrero
disparó por la espalda en Baradero a Lucas Rotello, 19 años, dijo que no
sabía que su escopeta tenía balas de plomo).
b) Si lo que dicen Vega y Kapp fuera cierto, la “seguridad” de los bonaerenses está en manos de una institución desquiciada.
La
realidad es un poco peor: la policía sigue matando chicos pobres
sistemáticamente, y es el modo en que el Estado parece pretender
resolver muchas veces el llamado “problema social”.
Descontrol 2011
El
Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS) se involucró en el caso
como particular damnificado, representando a las familias de las
víctimas, y en un comunicado planteó: “La represión de José León Suárez
pone de manifiesto, una vez más, la ausencia absoluta de control por
parte del Ejecutivo provincial sobre la policía. La gestión del
gobernador Daniel Scioli ha desmantelado los mecanismos que
posibilitaban el gobierno civil de la institución. En su lugar, cedió el
manejo a los propios jefes policiales y ratificó así su opción por las
respuestas represivas”.
Gastón
Chillier, Director Ejecutivo de esa institución se asombra al comenzar
la charla. Se asombra de que no hay nada nuevo. “El caso refleja de
manera brutal y burda lo que se ve en los últimos años en la provincia
de Buenos Aires. Es algo que vemos estructuralmente a nivel nacional,
exacerbado en la provincia de Buenos Aires: un alto componente de
exclusión social, al que se responde con violencia policial”. Chillier
reitera que esto no es nuevo: “Lo nuevo es que ahora huele a
descontrolado”.
Autogestión policial
El
documento del CELS hace referencia a la autogestión policial: “Lo que
queremos decir es que no se siguen las órdenes del gobierno. En teoría
la policía debería ser una herramienta dentro de una política. Pero la
autogestión significa que se vuelve a delegar en manos de la policía lo
que deberían controlar los civiles”.
Chillier
considera que haber unificado el ministerio de Seguridad con el de
Justicia en la provincia (bajo la órbita de Ricardo Casal) “da a
entender que la Seguridad no es un tema importante en sí, que se puede
subsumir en un ministerio de Justicia, y que se
trata de un asunto meramente policial. En ningún caso pensar eso es
bueno, pero menos todavía con policías como la Bonaerense, la Federal,
la de Río Negro y tantas policías provinciales que no han sido parte de
la agenda democrática, y son autoritarias, verticalistas y violentas.
Se olvidaron de Cabezas
Para
no ir demasiado lejos en la historia, podría hablarse de la Bonaerense
como escenario de campos de concentración, torturas y desapariciones,
durante la época militar. Más cerca, el 25 de enero de 1997, el cuerpo
incinerado del reportero gráfico José Luis Cabezas. El lema que siguió a
aquel crimen (“No se olviden de Cabezas”) referido a la llamada
“Maldita policía” ya parece haber entrado en territorio Alzheimer. “Y la
institución sigue presentando altos niveles de violencia, de corrupción
y de ineficiencia” suma Chillier. “El gobierno plantea que son excesos,
la manzana podrida, cuando resulta evidente que se trata de un problema
estructural. Nosotros no queremos que la responsabilidad se limite a
quién mató a los chicos en José León Suárez, ni en Baradero, sino que
debe subir. Claramente hay que dejar de hablar de gatillo fácil, y pasar
a hablar de responsabilidades políticas”.
Narcos + recaudación
Chillier
mencionaba la ineficiencia policial: “En barrios como La Cárcova, de
José León Suárez, se mueve droga pero casualmente no hay actuaciones
policiales sobre eso. Está claro que hay una relación entre el
narcotráfico y la policía. Si la policía se dedica a recaudar, estos son
los resultados”.
¿De
quién es la responsabilidad? “De los gobiernos, y deben rendir cuentas.
Si uno hila fino, los funcionarios políticos terminan entregando al
policía que disparó el gatillo, una forma muy fácil de limitar la
responsabilidad a ese policía”.
El
Acuerdo para una Política de Seguridad Ciudadana promovido por el CELS y
con apoyo transversal de muchos partidos representados en el Congreso
“es un acuerdo que tiene que traducirse en políticas concretas que lo
reflejen, aunque no sé si diciendo esto, digo mucho” reflexiona
Chillier, que con lo dicho dice bastante sobre la brecha entre las
intenciones y las realidades.
Inflexión de las Viejas Locas
Chillier
considera que hay un relajamiento de los controles. “Y el punto de
inflexión lo percibimos en el recital de las Viejas Locas donde el
gobierno dejó hasta de condenar estos casos y de tener una respuesta
política acorde a estas circunstancias”. Antes de un recital de Viejas
Locas en Vélez Sarsfield, el 14 de noviembre de 2009, Rubén Carballo (17
años) fue víctima de la represión policial pero apareció supuestamente
“caído” en un club. Murió el 8 de diciembre. El mismo 14 de noviembre lavaca
había recorrido las celdas de la Comisaría 44° donde había 43
detenidos, golpeados, jóvenes, morochos, pobres, asustados. En algún
otro lado estaban matando a Rubén. Es el caso que Chillier señala como
bisagra en estas historias.
Para
el CELS; además, ya la investigación judicial desmiente la versión de
la “emboscada” y descarrilamiento premeditado del tren. “Fue un problema
de falta de mantenimiento, en el que en todo caso pueden faltar unos
durmientes porque los sacan en invierno para calefaccionarse, lo que da
la pauta del contexto social. Frente a eso se nota una ausencia del
Estado, de políticas sociales a núcleos a los que no les llega nada, y
en cambio se responde con la cara más violenta del Estado, que es la de
la policía”.
Juana María desde la Quema
Juana
María es la madre de María Elena, y la abuela de Mauricio Ramos a quien
le decían “Pela”. Juana María tiene 54 años y sigue casada. Su hija
tiene 6 hijos, pero está sola y trabaja en una empresa de limpieza.
Mauricio era el segundo de seis hermanos. “El barrio está tranquilo”
dice Juana María a lavaca. “Lo que pasó es una cosa.
Los milicos mataron a los chicos. Vinieron a matar. Los que dicen que
hubo tiros desde este lado, dicen mentiras”.
Juana
María habla de su nieto. “Era un amor. Era todo. Yo casi lo crié.
Mihija sola, se imagina, él estaba siempre conmigo. Iba al CEAMSE
(cordilleras de basura) a rebuscarse. Los chicos no encuentran trabajo,
por eso van. Estudiaba con una beca, albañilería. Era un chico más. No
tenía maldad, vamos a decir”. A Mauricio le gustaba bailar, menos la
cumbia que el regatón: “Era pura alegría”.
Desaparecido en la basura
La
joven abuela aclara que el barrio no es una villa. “Pero la gente joven
no encuentra trabajo, la discriminan. Y si dicen donde viven, peor. Por
eso muchos chicos van al CEMSE con motivo de rebuscarse. El amigo que
mataron, Franco, lo mismo”. Juana María dice que sus otros nietos
“llevan el dolor por adentro. No lo van a andar demostrando”. La mayor
tiene 21 años, los otros son de 14, 11, 9 y 7. “Yo también iba al
CEMASE, en bicicleta, a rebuscarme. Pero el año pasado me caí, me rompí
la rodilla y no pude ir más”. ¿Qué se encuentra en la Quema? “Todo. Hay
azúcar, fideos, jabón, yogur, leche, yerba, harina. Las empresas lo
tiran. El problema es que hay que revolver para encontrar. Los chicos
iban a buscar latas, cartón, nailon, metal. Yo hace 24 años que estoy
acá. Antes no había nadie. Empezaron a rellenar con basura, con tierra.
Ahora está todo lleno. Y se llenó de gente”. En ese basural la policía
hizo desaparecer a Diego Duarte (15 años) en 2004. Como no podían
agarrarlo ordenaron a una máquina del CEAMSE que lo tapara con basura.
Diego Duarte desapareció para siempre entre los desperdicios.
Cuatro palabras
¿Qué
espera hacia delante? “Que el futuro sea mejor. No queremos más a la
policía. Por eso ahora está la Gendarmería, para evitar que estén
matando a los chicos. Que paguen los culpables. Que no estén libres. No
hay un solo culpable, como dicen, ese que disparó. Hay varios. Y para mí
hay un culpable más: el que dio la orden”.
El
barrio logró reaccionar, y obligó a la Bonaerense a acuartelarse en la
Comisaría. Sin esa determinación, todo quedaría en el aire. Pero Juana
María elige la sencillez: “Ahora está todo tranquilo. No pasa nada”.
Agrega:
“No miro más televisión ni diarios. Para mi inventan cosas para
perjudicarnos. O alguien les informa todo mal y ellos lo publican. No
les creo nada”. Dice cuatro palabras que reflejan un síntoma de época:
“Mienten todo el tiempo”.
¿Vidas de relleno?
Entre
otras cosas, Ernesto Lalo Paret es vecino de José León Suárez, trabaja
en CUC, la ex Gatic, colabora con los centros comunitarios de los
asentamientos, y fue uno de los impulsores de la apertura de las
cárceles de la zona a la Universidad Nacional de San Martín, que dicta
ahora carreras para los reclusos. Para entender el universo donde se
desarrolla esta historia, dice Lalo a lavaca:
“Desde
los fusilamientos de José León Suárez hasta hoy ha seguido siendo
siempre lo mismo: un depósito de basura, donde muchos hemos podido
sobrevivir gracias a esa basura, y esa situación genera un grado de
marginalidad absoluta que hace posible que todo el régimen piense que
los que vivimos ahí no valemos nada”.
“José
León Suárez es un parque temático de la pobreza. Tenemos un relleno
clandestino, tenemos un relleno sanitario, tenemos todos los
asentamientos, y ahora tenemos una cárcel con tres unidades donde
podemos alojar directamente a todos nuestros familiares (obviamente la
mayoría que están ahí están pobres, y mueren permanentemente una
cantidad de pibes en la más absoluta soledad). Y no hay un proyecto
político que indique claramente una transformación en el tiempo de estas
circunstancias”
“Nosotros
en la provincia de Buenos Aires tenemos un gobernador que no cree para
nada en los lineamientos que habla la Presidenta de la Nación y de los
que hablaba el difunto presidente… Usted tiene un ministro de Justicia
en la provincia de Buenos Aires que piensa que la forma de regular el
tema de la pobreza es combatiéndola de esta manera. Y cuando no funciona
el miedo (que en la clase media funciona perfectamente) tiran balas
para que entendamos, total…
“Tenemos
que sentar las bases para que este tipo de situaciones estén más
limitadas. Si no, la pobreza sigue siendo un negocio para el régimen
político, para la clase política y para todos”.
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