Hay
quienes suponen que a esta innoble retirada de Irak, seguirá la de
Afganistán. Sin embargo no creo que se trate de un cambio político
radical sino de un simple cambio de escenario. La intervención de los
EEUU en el Asia Meridional ha venido fortaleciéndose hasta crear
situaciones preocupantes en las que se mezclan las mentiras del
presidente de Pakistán, las de la embajadora de los EEUU y las
declaraciones del mismísimo fundador del más grande ejercito mercenario
conocido, el llamado Ex Services, cuyo nombre oculta actualmente el del
ya tristemente célebre Blackwater.
Se trata en
consecuencia de que luego de dejar exhausto al expoliado Irak, los EEUU
necesitan concentrarse en lo que resta de Afganistán y en su inmediato
apoyo estratégico Pakistán. De modo que pretextando que los
fundamentalistas Talibán y algunos miembros de Al Qaeda se han refugiado
en Karachi, y en otras ciudades como Quetta y Peshawar, los EEUU están
ingresando un importante número de mercenarios disfrazados de ayuda
humanitaria. Una presencia que no pasa desapercibida a los propios
paquistaníes quienes vienen detectando la evidencia de un plan destinado
a destruir las bases espirituales y organizativas de su país a través
de atentados suicidas, incentivación del fanatismo religioso y de las
tendencias separatistas de algunos grupos étnicos.
El
último pedido masivo de visas de entrada al país destinadas a 650
ciudadanos usamericanos, entre ellos 200 marines obtenidas por los EEUU,
no sin cierta reticencia de la embajada Pakistaní en Washington, con la
excusa de que se necesitan más personas para ayudar a Pakistán y “así
poder avanzar en cuestiones económicas, de seguridad y de asistencia
agrícola” sumado a la importación de grandes cargamentos de armas (hacia
Afganistán como hipotético destino, aunque desembarcadas en Karachi) a
través de una empresa paquistaní relacionada con Blackwater dejan poco
lugar a dudas.
Una muestra del cinismo del
fundador de Blackwater Eric Prince es la respuesta que dio a quién le
preguntara si no le preocupaba que sus “combatientes” al ser ilegales no
estuvieran protegidos por los Convenios de Ginebra. “De ningún modo
–contestó Prince – porque esa gente no sabe ni donde queda Ginebra ni
mucho menos qué clase de convenio se firmó allí”
A
esta preocupante situación se han venido a sumar las torrenciales
lluvias del monzón que han desencadenado el peor desastre natural de la
historia de Pakistán, dejando a 17 millones de damnificados, sin techo,
sin agua potable y sin alimentos y anegado un quinta parte del
territorio, generando un interminable éxodo hacia tierras altas que
prácticamente ha paralizado al país.y ha producido pérdidas estimadas
por el gobierno en 43 mil millones de dólares.
Esta dramática
situación no ha detenido sin embargo los ataques espontáneos o
estimulados contra las minorías religiosas, últimamente la chiita en la
ciudad de Lahore (de unos 8 millones de habitantes) en la que a raíz del
estallido de tres bombas, al menos dos de ellas provocadas por un
suicida, quedó un saldo de 26 muertos y más de 200 heridos. A los que se
han sumado uno similar en la ciudad de Quetta con 53 muertos y 197
heridos y otro en Peshawar en el que murió un oficial de policía y hubo
otros tres heridos. El Instituto Pakistaní para la Paz informó que desde
2009 han muerto en el país 12 mil personas víctimas de sucesos
violentos, una cuarta parte por atentados terroristas.
Fuente, vìa :
http://www.argenpress.info/2010/09/un-cambio-de-escenario.html
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