
Yolanda
Martínez Montoya está volviendo a su vida normal después de casi siete
años en la cárcel acusada injustamente de haber abortado. M.S.
Algo parecido le dijo Guadalupe Cruces a su también defendida Ana Rosa Padrón. Esta campesina de 23 años, que sólo cursó hasta tercero de primaria, podrá celebrar la semana que viene el sexto cumpleaños de su hija junto a ella. Los últimos dos años no lo pudo hacer. Ha estado 30 meses en la prisión desde que sufrió un aborto espontáneo en su segundo embarazo. La abogada de oficio no quiso que se llevaran a cabo los careos, ni la reconstrucción de hechos, ni el examen de los péritos, cuando fue acusada de estrangular al feto que expulsó. La condenaron a 29 años de prisión por el mismo delito de homicidio en razón de parentesco.
Ambas acaban de salir libres junto a otras 7 mujeres, todas ellas campesinas del norte del estado de Guanajuato, una de las zonas más retrógradas del país. Purgaban sentencias de entre 25 y 29 años, acusadas de asesinato, aunque 6 de ellas tuvieron abortos espontáneos, 2 habían sido violadas y Yolanda ni siquiera había estado embarazada nunca. Su salida se produjo después una gran campaña social y mediática donde llegaron a implicarse las Naciones Unidas. La presión civil consiguió que el 31 de agosto el Congreso estatal aprobase una reforma exprés donde aplicó un atenuante a este crimen en razón de parentesco, que redujo de una pena máxima de 35 años a entre tres y ocho años de cárcel para las mujeres que den muerte a un recién nacido.

La
movilización social y mediática consiguió que delegados de la ONU se
reunieran con el gobernador del Estado y a los pocos días se reformará
el codigo penal. AP Photo
Ni Yolanda ni Ana Rosa, ni ninguna de las otras 7 mujeres encarceladas por el mismo delito en Guanajuato, tuvieron acceso a un proceso jurídico regular. No se les hicieron las pruebas necesarias ni se respetó su derecho a un proceso justo. En el caso de Ana Rosa, la presionaron a autoinculparse con el engaño que así saldría libre y volvería con su hija. Después de la declaración oral firmó cinco hojas en blanco. En el juicio de Yolanda, la fiscalía presentó como prueba un feto que ella nunca había gestado.
“Aquí quién administra y procura la justicia lo hace desde su carga cultural misógina. No hubo posibilidad de escucharlas, los médicos juzgaron, los fiscales no investigaron sino que directamente sentenciaron, y los jueces sólo la ratificaron, obviando por completo el derecho al debido proceso. El estado las utilizó de ejemplo, pensando que al ser mujeres sin recursos y casi sin estudios nadie las iba a reclamar” afirma Cruz.
En Guanajuato, además del caso de estas 9 mujeres, ha habido otras 166 denunciadas por aborto en la última década, la mayoría por los propios médicos que las atendieron al llegar desangrándose al hospital. De éstas, 30 han sido condenadas a penas entre 9 meses y 3 años por delito de aborto, aunque se han acogido a la libertad bajo fianza.

Gracias a Veronica Cruz y el Centro Las Libres se difundió los casos de estas nueve mujeres y se llegó a su liberación. M.S.
La puesta en libertad de Yolanda, Ana Rosa, y el resto de mujeres no ha obedecido realmente a ningún cambio en la legislación sobre el aborto en este estado, sino que ha respondido a la presión nacional e internacional. Ninguna ha sido reconocida como inocente, o como víctimas de procesos irregulares. Simplemente salieron, porque con la disminución de la pena por el delito que se les imputa, ya cumplieron la condena correspondiente. Por eso, Yolanda no ve esto como una victoria definitiva y está dispuesta a seguir adelante con su exigencia de justicia.
“Nunca van a reconocer que hiceron un error, nos soltaron por la presión, pero para ellos seguimos siendo criminales. Tuvimos que aceptar la libertad en esas condiciones, pero ahora estando aquí fuera, voy a reclamar mi inocencia”, arguye decidida Yolanda, pese a que el gobernador le sugirió que estuviese callada. Sabe que los casi siete años encarcelada no se los va a devolver nadie pero espera que se le reconozcan todas las vulneraciones a sus derechos y acabar con el estigma. Esta guanajuatense estudiaba primero de derecho cuando fue denunciada y ahora, quiere retomar sus estudios. No será tan fácil, porque en estos siete años ha tenido un bebé en la cárcel, que apenas tiene ocho meses, y ahora además de estudiar y trabajar tendrá que cuidar a su hijo.

Yolanda Martínez al salir de la cárcel el pasado 7 de septiembre.
Imagen tomada de un video de Las Libres
Fuente, vìa :
http://periodismohumano.com/mujer/el-delito-de-ser-mujer-pobre-y-estar-embarazada.html
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