El año 2012
(como tantos otros) llegó con 29 de febrero incluido. ¿Por qué? ¿Por
qué sucede que hay febreros que tienen 29 dÃas y otros que no? ¿Qué
pasarÃa si no hubiera años bisiestos [1]? ¿Quién lo decidió? ¿Desde
cuándo? Acá van algunas respuestas.
Hace no mucho tiempo leà que si bien la Tierra tiene muchÃsimos
problemas, por lo menos garantiza una vuelta al Sol gratis todos los
años. Ahora bien: uno podrÃa pensar que ese giro (alrededor del Sol)
lleva exactamente 365 dÃas. Pero no es asÃ. La vuelta completa tarda un
poco más: 365,242190419 ... dÃas. Por ahora, para no contabilizar tantos
decimales, digamos 365,25 y después miramos juntos (usted y yo) qué nos
estamos perdiendo con los datos que no incluimos. En este caso, serÃan
365 dÃas y un cuarto, o sea 365 dÃas y 6 horas. Estas 6 horas que
sobran, en cuatro años se transformarÃan en un dÃa. Si no incluimos allÃ
el 29 de febrero, quedarÃa como 1º de marzo cuando deberÃa ser 29 de
febrero. En 8 años, pasará a ser 2 de marzo, y asà siguiendo. En 40
años, en lugar de tener un 29 de febrero tendrÃamos el 10 de marzo, en
80 años serÃa un 20 de marzo... y en un poco más de un siglo, ya nos
adelantamos un mes.Esto, dicho de esta forma, parece irrelevante. Solo que terminarÃamos teniendo veranos en junio e inviernos en enero (y al revés en el Hemisferio Norte). Las playas de Mar del Plata estarÃan invadidas de gente en septiembre y los que esquÃan en Bariloche viajarÃan hacia allá en febrero. El DÃa de la Primavera se festejarÃa en abril y si usted es religioso, las fiestas de Pascuas caerÃan en octubre.
Pero más aún: el problema estarÃa en que esto irÃa variando con el tiempo, con lo cual, en lugar de recordar cuándo un año es bisiesto, tendrÃamos que llevar la cuenta de cómo van sucediéndose las estaciones a medida que van pasando nuestras vidas y serÃa virtualmente imposible programar cualquiera tipo de actividad que tuviera alguna relación con alguna de las estaciones.
El emperador romano Julio César fue el primero que tomó nota de la situación y agregó un dÃa al calendario, empezando en el año 45 antes de Cristo. Se lo conoce con el nombre de calendario juliano y siguió en vigencia en algunas partes del mundo hasta el siglo XX. Pero fue un papa, sÃ, un papa, el que introdujo la modificación más esencial. Gregorio XII instituyó el dÃa 29 de febrero cada cuatro años, comenzando la era de los años bisiestos. Por supuesto, para no ser menos que Julio César –cuyo calendario se llama juliano–, el nuevo calendario lleva el nombre de... gregoriano. Cuando se produjo esa modificación, en marzo de 1582, el calendario le “erraba” a la fecha correcta por ¡10 dÃas! Por lo tanto, y preste atención a esto, el dÃa siguiente del 5 de octubre de 1582 no fue 6 de octubre, sino que pasó directamente al 15. ¿Se imagina ahora a todo el planeta poniéndose de acuerdo en algo semejante? Resulta hasta gracioso pensar en una reunión de las Naciones Unidas discutiendo sobre un cambio de este tipo.
Tampoco fue fácil en esa época, no crea. Por ejemplo, la iglesia ortodoxa rusa todavÃa usa el calendario juliano. La Navidad para ellos llega el 7 de enero. Cada siglo pierden un dÃa. El grupo de personas que se guÃan por esas convenciones está 13 dÃas “atrás” de nosotros, y en el año 2100 llegará a 14.
Pero, como decÃa antes, agregar un 29 de febrero cada cuatro años no resuelve el problema. Es que la Tierra no entiende de números “exactos”. SerÃa muchÃsimo más fácil que efectivamente diera el giro alrededor del Sol en 365 dÃas y un cuarto. BastarÃa –cada tanto– con agregar un dÃa más al calendario y listo. Pero no. En realidad, no tarda 365,25, sino que una “buena” aproximación es aceptar que le lleva 365,242190419 dÃas.
Los efectos de tantos decimales serÃan solamente perceptibles si fuéramos a vivir decenas de miles de años. Presumo que, para entonces, quienes nos sigan se habrán ocupado de encontrar alguna otra solución que la que usamos ahora.
Pero si bien tantos decimales no son necesarios, sà hace falta considerar algunos más. Si uno acepta 365,2425 –con cuatro dÃgitos después de la coma– entonces el 29 de febrero cada cuatro años no alcanza. Es que ese pequeño factor de 0,0025 obliga a saltearse algunos años bisiestos y compensar con otros.
Y eso hacemos: si bien todos los años que son múltiplos de cuatro son bisiestos (por eso 2004 fue bisiesto, igual que 2008, 2012, 2016, 2020, 2024... y asà siguiendo) los que son múltiplos de 100, no. Y de esto ya es un incordio acordarse: los años 1700, 1800 y 1900 no fueron bisiestos.
Y cuando uno está dispuesto a decir que ya entendió todo, falta un dato. Para seguir compensando esos decimales que parecÃan tan intrascendentes, ¡hace falta que sà sean bisiestos los múltiplos de 400! Es decir, el año 2000 que no debió ser bisiesto, sin embargo lo fue porque es múltiplo de 400, y lo mismo sucederá con el año 2400.
En cada ciclo de 2000 años hay 485 años bisiestos y, por lo tanto, 485 dÃas que caen en 29 de febrero. Esos son los que hemos agregado y reconocido hasta acá.
En fin. Los números decimales que parecÃan tan irrelevantes (y de hecho, a partir del cuarto lo son [2]), tienen una incidencia muy singular en nuestra vida cotidiana. Si no hubiera años bisiestos, las estaciones empezarÃan a correrse (a baja velocidad [3], pero se correrÃan) y cualquier planificación que dependiera de ellas serÃa una tortura.
La última pregunta que la/lo invito a pensar es la siguiente: un niño que nació el 29 de febrero del 2004, ¿cuántos años cumplió el pasado 29 de febrero del 2012? ¿Dos u ocho?
[1] En latÃn, un dÃa determinado, por ejemplo el 24 de febrero, se decÃa : “Ante diem sextum kalendas martias”. Esto se entenderÃa en castellano como: “DÃa sexto antes del 1º de marzo”. Algo asà como “faltan seis dÃas para el 1º de marzo”. Pero como los romanos no tenÃan 29 de febrero, pero sà tenÃan dos dÃas 24 de febrero, que serÃa el 24 “bis”, cada cuatro años aparecÃa este dÃa, y el sacerdote encargado de anunciarlo decÃa: “Ante diem bis sextum kalendas martias”, o lo que es lo mismo (casi): “Hoy es el dÃa bis sexto antes del 1º de marzo”. Y de esa frase surge la palabra “bisiesto”, por “bis sextum” (fuente: etimologias. dechile.net).
[2] Si uno considerara algunos decimales más, descubrirÃa que cada 4000 años (el primero serÃa el año 4000, después el 8000, etc.) esos años ¡no serÃan bisiestos tampoco! Es decir, a pesar de que 4000 es múltiplo de 400, ése serÃa el primero en el que debiendo tener un 29 de febrero, no lo va a tener. Pero, a esa altura, ¿a quién le va a importar?
[3] Se correrÃan ocho dÃas cada mil años.
Vìa,fuente :
http://www.pagina12.com.ar/diario/contratapa/13-189036-2012-03-07.html
imagen: calendario gregoriano
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