1. Llevamos en México, desde la primera Constitución Federal de 1824,
realizando elecciones y legitimando gobiernos desde hace alrededor de
190 años. Casi dos siglos gobernando republicanos e imperiales,
liberales y conservadores, nacionalistas y derechistas en nombre del
pueblo, pero sin que éste sepa a qué pueblo se refieren los gobernantes.
En el siglo XIX el porcentaje de votos con relación a la población era
muy bajo, absolutamente insignificante, pero con cualquier cantidad se
legitimaba al gobernante. Lo mismo se puede decir en las siete jornadas
electorales del Porfiriato y en los primeros 30 años de la revolución.
De hecho los votos nunca fueron importantes durante las tres etapas del
PRI: 1929 (fundación), 1938 (corporativismo) y 1946
(institucionalización). Fue sólo a partir de 1988, cuando el PRI sufrió
un impensable primer descalabro electoral, cuando los votos comienzan a
pelearse.
2. Dado que yo nunca he votado en elecciones presidenciales ni
estatales, no se que se siente al ir a votar y después de hacerlo por
algún partido que no consulta para seleccionar a sus candidatos, con
candidatos abiertamente apoyados por empresarios y los medios de
información, con comicios bien manipulados por el Estado, y por futuros
funcionarios que desde que tengo memoria política no han hecho nada a
favor de los trabajadores. Nunca he votado porque tampoco mis compañeros
de la izquierda radical lo hicieron –muchos de ellos- antes de 1980.
Precisamente por no votar un altísimo porcentaje de la población es por
lo que se dio el voto a la mujer, a los jóvenes desde a los 18 años, se
regalaron curules a dirigentes de partidos desde 1964 y se hizo la
reforma político electoral en 1977. Si no hubiesen caído los votos por
abstención electoral los gobiernos no habrían hecho reformas. Seguirían
campantes.
3. Acabo de leer un artículo de Federico Arriola sugiriendo que
panistas apoyen a Encinas con un voto útil en el Estado de México y que
perredistas apoyen a panistas con su voto útil en Nayarit. Más tarde me
imagino que el PAN –según se ve la desesperación de Calderón- podría dar
su voto útil a López Obrador para bloquear la Presidencia al PRI.
¿Aceptarían los dirigentes panistas negociar con AMLO y éste aceptaría
campante que los panistas le dieran el voto? Sería el colmo de la
desfachatez: una política de alianzas sin principios para evitar que el
PRI derechista, corrupto y asesino llegue nuevamente al gobierno
teniendo el PRD al PAN como un aliado exactamente igual de derechista,
corrupto y asesino. ¿Se imaginan que clase de presidente sería López
Obrador si aceptaran esas componendas que no sería otra cosa que “dejar
trozos de dignidad en el camino”? ¿Se imaginan el precedente?
4. De ninguna manera, por ningún motivo, se trata de llegar a la
gubernatura de un estado o a la Presidencia de la República a como dé
lugar. Los errores se pagan, mucho más las traiciones. El pobre Hugo
Chávez, después de enfrentar 11 años al imperialismo y convertirse en la
vanguardia de los pueblos por su liberación, bastó dos errores o
traiciones –al entregar a dos revolucionarios al gobierno asesino de
Colombia- para perder el apoyo y la confianza de seguidores
izquierdistas en América Latina. El lópezobradorismo ha cometido errores
al aliarse con funestos expriístas y derechistas (no con todos) y no
apoyar militantemente las luchas de Oaxaca, de los electricistas,
mineros y algunas más; eso le está costando apoyos decididos del
movimiento social y de la militancia de la izquierda radical. La alianza
con el panismo –aunque le diera a AMLO la Presidencia- sería la pérdida
total de la confianza.
5. AMLO parece tener mucha confianza en las propias fuerzas
consolidadas por sus recorridos y los comités organizados en toda la
República; además su comportamiento en el Estado de México de no aceptar
una alianza con el PAN demuestra que conservará la independencia que ha
caminado. Veamos lo que sucederá con Encinas en las próximas
elecciones; de esa experiencia se derivarán muchas cosas. Si llega
Encinas a la gubernatura los empresarios, el clero y el gobierno de los
EEUU empezarán a preocuparse por el empuje y repunte de López Obrador;
pero si por el contrario el PRI gana la gubernatura no se prenderán
focos de alarma entre la clase dominante. Lo importante en el discurso
de AMLO es cuando dice que “no está casado con la conquista de la
Presidencia de la República, pero sí con la lucha por transformar el
país”. Ese es un planteamiento que mucho puede ayudar al movimiento
social.
6. La política que se ha practicado hasta hoy en México y en el mundo
por gobiernos y partidos ha sido siempre despreciable. Es la causa por
la que millones de personas, entre ellas los seguidores del escritor
Javier Sicilia, dicen no querer nada con la política. Confunden la
puerca y corrupta política de los partidos y gobiernos capitalistas con
la política como ciencia de la administración de los asuntos de un país o
varias naciones. Quizá la enorme mayoría de los trabajadores no quieran
meterse en política porque la ignoran; pero ningún trabajador, ningún
ser humano, se salva de las medidas políticas que se aplican sobre él.
¿Alguien puede ignorar que hay una política económica que determina
trabajo, producción, salarios, precios de artículos, alimentación,
salud, educación, vivienda, agua, y demás? Puede despreciarse toda la
política que tiene que ver con el poder y los privilegios, pero no la
política que influye en todo.
7. No debemos dejar de opinar acerca de lo que vemos y sentimos con
el fin de evitar cualquier política que dañe a los sectores mayoritarios
de la población, es decir, a los trabajadores. Por ningún motivo
deberíamos aceptar que el PRI regrese a la Presidencia, pero tampoco que
el PAN continúe gobernando porque son exactamente lo mismo; son igual
de ladrones, corruptos y asesinos. ¿Qué hacer entonces para lograr que
el pueblo mexicano salga del desempleo y de su miseria? Los sectores
progresistas piensan y actúan para darle la Presidencia a López Obrador
por considerar que es la única esperanza para transformar algunas cosas
en el país. Pienso que aunque tener el gobierno no es tener el poder,
pueden surgir importantes coyunturas en el camino que permitan crear
espacios más amplios y libres en las luchas de los trabajadores. Por
ello es importante analizar esta experiencia aunada a lo que ha sucedido
en otros países.
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