Mediante un convenio, firmado por el golpista Lobo y el derrocado
presidente constitucional de Honduras, Zelaya, se ha convalidado el
llamado “Acuerdo para la Reconciliación Nacional y la Consolidación del
Sistema Democrático en la República de Honduras” sugerido por el
presidente de Colombia, Santos, y aceptado por el gobierno de Venezuela,
que a su vez, convenció a Zelaya de firmarlo.
Repasemos
velozmente la secuencia previa a este acuerdo: a) el 28 de junio de
2009, el presidente constitucional es detenido ilegalmente y expulsado
del país; lo que no había podido triunfar en Venezuela y Bolivia, lo que
parecía parte de un pasado totalmente superado y dejado atrás, había
vuelto a suceder: un Golpe de Estado cívico militar impulsado
descaradamente por los EE.UU. se había consumado; b) contra la tradición
de claudicaciones y cobardías (ningún presidente argentino resistió ni
uno solo de los golpes que sufrimos en 1930, 1943, 1955, 1962, 1966 y
1976) Zelaya avala e impulsa la resistencia popular al golpe que escribe
paginas de heroísmo y dignidad, la democracia tiene quien la defienda;
c) en ese marco, por primera vez en la historia la OEA condenó al golpe y
declaró que no reconocería el gobierno surgido del golpe militar; en
palabras de su secretario general Insulza del 30 de junio: la organización “no aceptará una vuelta al pasado en el continente”
y no hará ninguna concesión a un régimen proclamado sobre la base de un
golpe militar seguido de la detención ilegal del Presidente
constitucional de Honduras, José Manuel Zelaya., Insulza afirmó que “en
nuestra región los militares golpistas no tienen cabida”, agregando que
“no reconoceremos a la misma fuerza que impulsó el rompimiento
constitucional”. Dijo que la OEA estará abierta a un diálogo “sólo si
éste contempla la reposición en su legítimo cargo al Presidente Zelaya” y
anunció que se aplicaría a Honduras el articulo 19 de la Carta
Democrática Interamericana, que inhibe de participar en todas las
instancias regulares del organismo al país que vea alterada gravemente
su institucionalidad democrática.
Por primera vez en la
historia de golpes y Terrorismo de Estado que vivimos los
latinoamericanos se respetaba el principio liberal de que nada legal
puede surgir de un acto ilegal. Sencillo. Claro. Irrefutable.
En
la Argentina, fue la Corte Suprema en una resolución tomada a poco del
golpe de setiembre de 1930 quien suscribió el criterio adverso, que fue
sostenido incluso hasta hoy día: las acciones de un poder fáctico, son
tan legales como las de un gobierno constitucional. La ley de
comunicaciones que se derogó el año pasado, no era la única vigente
desde el periodo dictatorial; la ley de entidades financieras es acaso
una de las más conocidas, aunque el Código de Minería y otras muchas más
dan cuenta de lo que significa la llamada continuidad jurídica de los
actos del Estado.
La decisión tomada contra los golpistas de
Honduras daba cuenta de un nuevo tiempo en América Latina donde, ya que
no se podían evitar nuevos golpes de Estado, si se los condenaba al
ostracismo internacional, con el consiguiente costo económico y
diplomático.
El Acuerdo firmado por Lobos y Zelaya, que casi
irónicamente “perdona” a Zelaya de sus supuestos crímenes: resistir el
golpe, pretender la democracia para su país, etc. liquida la decisión de
la OEA del 2009 y vuelve las cosas a su lugar histórico: los que
preparen un golpe de Estado saben ahora que contarán con el
reconocimiento de los EE.UU. y la Unión Europea, como siempre, y que
recibirán de sus colegas democráticos de la región una advertencia,
algún tirón de orejas y finalmente, a un bajo costo, los reconocerán
mediante un pacto para “consolidar la democracia”.
Que el genocida
Santos, operador principal en la región del gobierno imperialista de
los EE.UU. lo sostenga, es entendible; los que deberán explicar su
conducta errática son los gobernantes que hace dos años parecían comerse
crudos a los golpistas y hoy les regalan la reinserción internacional y
la legitimidad que los pueblos jamás les reconocerán.
La derecha
ha dado un paso de gigantes, y esta vez no ha sido “la ultra izquierda” o
los “sectores crispados de la oposición” los que le dieron una mano,
sino los cultores de la “razón de estado” y el “realismo político”, que
se sabe, son dos paradigmas que llevan a los pueblos de cabeza a la
derrota.
Fuente, vìa :
http://www.kaosenlared.net/noticia/legitimacion-golpe-estado-honduras-duro-golpe-democracia-latinoamerica
http://www.kaosenlared.net/noticia/legitimacion-golpe-estado-honduras-duro-golpe-democracia-latinoamerica
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