miércoles, 11 de mayo de 2011

Argentina : "El aguante" no se aguanta más.

Miguel Ramírez, 32 años, padre de una hija y de otro en camino, murió este lunes 9 de mayo tras ser gravemente herido con una bengala en el cuello. El periodista Diego Gassi, director de la flamante revista Dale y el sitio rock.com.ar escribió este artículo duro y terminante, que reclama una autocrítica a periodistas, bandas y fans. Aquí reproducimos el texto completo:
La muerte de Miguel Ramírez tras recibir un bengalazo en el cuello en pleno show de La Renga simboliza el eje de la cuestión: las cosas que somos capaces de hacer por el rock.
Miguel Ramírez, última víctima del "aguante"
Miguel Ramírez, última víctima del "aguante"
Y toda reflexión debe empezar por una autocrítica: los periodistas tenemos parte de la culpa por fomentar “la fiesta”. Fue tema de debate justamente esta semana con Nacho Girón y con Bruno Larocca en la presentación de la Revista Dale: durante mucho tiempo, los medios reflejamos lo que sucedía abajo del escenario, como si fuera más importante que lo de arriba. Y en buena medida, seguimos haciéndolo.
Dejemos de hablar de “accidente” porque no es un suceso eventual. Acá hay desidia, irresponsabilidad, delincuencia e impunidad. ¿Por qué suponemos que tirar una bengala en un lugar abierto no trae riesgos? Acaso haya pasado mucho tiempo ya desde el asesinato del hincha de Racing Roberto Basile, 25 años, en la Bombonera, en 1983, cuando la barrabrava de Boca tiró una bengala que impactó también en el cuello del joven, que estaba en la popular de enfrente.
Las bengalas durante el show de La Renga en Tandil
Las bengalas durante el show de La Renga en Tandil
¿Ahora sí aprenderemos?
Es hora de cortarla. De pensar qué hicimos, qué hacemos. De discutir. De seguir pensando y de decidir qué haremos. Tenemos derecho a exigir no ya calidad artística, sino al menos un nivel de show. Con las condiciones adecuadas en el lugar para albergar a la cantidad de gente que corresponda.
Lo ocurrido en el Autódromo de La Plata no es igual a lo de Cromañón. A diferencia de La Renga, Callejeros incentivaba públicamente el uso de bengalas y, según consta en la causa, ayudaba a ingresar la pirotecnia al boliche.
Seguramente sea sincero el sentimiento de la banda tras lo sucedido el sábado. Y es elogiable que acompañen a Miguel y sus familiares. Pero más allá de eso, La Renga tiene su responsabilidad en la mala organización del recital. Un fan muerto y otros 59.999 que vivieron una odisea inexplicable, insólita y peligrosa por ir a verlos. Debieron caminar 5 kilómetros por el barro y bajo la lluvia para entrar o salir del Autódromo. Debieron esperar durante horas para poder volver a sus casas. Eso no es “tener aguante”: es tolerar cualquier vejamen por parte nuestros ídolos, de aquellos que dicen preocuparse por nosotros y cuidarnos. Y encima, los defendemos ciegamente.
Que se entienda bien: no estoy mezclando a La Renga con la bengala. Pero si La Renga (o cualquier otro) sigue organizando los shows de esta manera, no debiéramos ir más. En algún momento tenemos que decir basta. Nosotros, los periodistas y los espectadores. No podemos seguir aguantando cualquier cosa en el nombre del rock. Así como nos indignamos porque TBA nos trata como caballos para viajar en tren también debiéramos hacerle saber a estas productoras de eventos masivos que no estamos conformes. Porque vamos a ser sinceros: viajar para ir a trabajar es realmente la diferencia entre la vida y la muerte.
Es cierto que, como dijo el Indio Solari, resulta prácticamente imposible revisar a miles de personas que pugnan por entrar a un lugar media hora antes de empezar un recital. Pero es un facilismo exigir que se prohiba la venta de bengalas por la sencilla razón que es inviable.
Un tipo con el carisma y los millones de seguidores que tiene Solari, dejó pasar una oportunidad quizás única de quebrar esta lógica macabra: si hubiera condenado en serio a las bengalas, desde ese momento en adelante la historia sería otra. Habría sido tomado como palabra santa. Pero prefirió poner en primer lugar su reclamo hacia la venta de pirotecnia y la imposibilidad de controlar la situación en vez de hacer una autocrítica y bajar línea. Las palabras “les pido a quienes se acerquen a mis conciertos que se abstengan de su uso” suenan muy tibias para un momento como éste.

Fuente, vìa :
http://lavaca.org/notas/el-aguante-no-se-aguanta-mas/

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