sábado, 28 de mayo de 2011

España : ¡Ni nos domaron ni nos doblaron ni nos van a domesticar! . Salvador López Arnal




Como en los viejos tiempos, como en la oscura noche del franquismo. Siguiendo la senda de Esperanza Aguirre la noche del 16 de mayo. Los ciudadanos de los barrios altos y sus representantes políticos no han parado de atizar el fuego con leña y proclamas desde el domingo 15 de Mayo.
Desde las 6:30 de la mañana de este viernes, un helicóptero de los Mossos d’Esquadra ha hecho su aparición en las cercanías de la plaza de Catalunya, la plaza de los indignados. Ahí sigue con su ruido ensordecedor. No puedo precisar exactamente pero unas 20 camionetas de los Mossos están estacionados en los alrededores de la plaza. La excusa, que se ha difundido por algunos medios de (des)información, es tan pueril como abyecta: no se trata de desalojar sino de limpiar la plaza porque presentaba problemas de salubridad y porque se guardaban en ella bombonas de butano, un peligro potencial de consideración, se ha dicho, ante la aglomeración de gente y actuaciones vandálicas que se prevén para mañana por la noche, en las proximidades de la plaza, tras la final del campeonato europeo de fútbol.
No hace falta perder un minuto en señalar la falsedad de las afirmaciones. Los mossos, con procedimientos, voces, chulería y aspecto que recordaban sin exagerar un fotón la odiada policía del franquismo, han acordonado la plaza. La guardia urbana se mantiene en los alrededores, es la fuerza complementaria. Las “Brigadas de limpieza” del ayuntamiento, de una empresa externalizada por supuesto, no se han limitado a limpiar sino que está desmontando (y en algunos casos rompiendo) los tenderetes instalados en la plaza. Han permitido tan sólo, si no ando errado, sacar fuera de la plaza los libros que tenían expuestos un colectivo de acampados.
No ha habido hasta el momento detenciones. Pero sí un pequeño enfrentamiento en el que un manifestante ha quedado herido. Más allá de los infiltrados en la plaza, los provocadores policiales están haciendo acto de presencia. Yo mismo he coincidido con uno de ellos en el metro. Pretende que la gente estalle, que estallemos, para poder intervenir con dureza y acusar al movimiento de “radicales y violentos”. No lo conseguirán, la ciudadanía tenemos cabeza y conocemos bien las cartas de su infame juego. Seguimos indignados, estamos hoy aún más indignados si cabe, pero seguimos cuerdos y prudentes.
Los acampados y acampadas, unas doscientas personas, están en el interior de la plaza, rodeados como decía de unos cincuenta Mossos. En el exterior, todas las entradas a la plaza están controladas. No se puede acceder al interior sea cual la excusa que uses. Yo mismo he puesto toda mi imaginación en el empeño sin ningún éxito hasta el momento. En varios puntos de acceso, algunos Mossos actúan con malos modos y dando manotazos a algunas personas que han venido a apoyar y que gritan indignados por el atropello. Lo he podido observar directamente. Insisto: salvando las distancias, que sin duda existen, como en los peores y viejos tiempos.
La Plaza de Catalunya, la plaza que las fuerzas del (des)orden intentar ahora desalojar, debe cambiar su nombre. Ya lo ha cambiado de hecho. Ya nunca será más la aséptica plaza de Catalunya, una especie de plaza de la concordia nacional, sino la plaza de los indignados y de las indignadas, un espacio de rebeldía, insumisión y transformación social. Nuevamente, 10 (u 11) días han vuelvo a conmover al mundo. Y a cambiarlo.
En el momento en que escribo, 10:30 de la mañana, si no ando equivocado (deseo estarlo desde luego), ningún regidor, ningún alcalde, ningún responsable político de ICV-EUiA se ha acercado a la plaza de los indignados a dar su apoyo. ¿Por qué?, ¿no tiene la izquierda nada que decir y hacer ante un atropello de esta naturaleza? ¿No vamos a erguirnos en pie de paz y solidaridad?
Lo ha recordado esta mañana Antonio Baños [1]. Mañana, 28 de mayo, hará 140 años del desmantelamiento de la barricada de la Rue Ramponeau, el último punto de la Comuna de París que resistió hasta el final. Mañana, en Barcelona, en Catalunya, seguiremos en las plazas. Se lo aseguro. No podrán con nosotros. Seremos más aún- Ni nos han doblado ni nos van a doblar. Se lo debemos a los comuneros parisinos y a todos los resistentes del mundo. Y, por supuesto, a nosotros mismos.
¡Todos y todas a la plaza de los indignados! ¡Ahora mismo, a media tarde, por la noche, cuando nos sea posible! El género humano, lo quieren o no, sigue siendo la Internacional. ¿O no es el caso?
Nota:
[1] He tomado la información de Antonio Baños, “Llarga vida a la Comuna de París”. Público , 27 de mayo de 2011, p. 12 (edició catalana). 

Vìa : 

http://www.rebelion.org/noticia.php?id=129249

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