La respuesta
gubernamental a la opinión de Carmen Aristegui, las dificultades de un
empresario de la comunicación para resistir las presiones oficiales y la
solicitud de Televisa a la Comisión Federal de Competencia (CFC) para
que investigue la relación entre Telmex y Dish, dan cuenta de las
dificultades para mantener vivas libertades que han costado mucho, de la
discrecionalidad gubernamental y de la dureza del monopolio televisivo
frente a la posibilidad de competir con alguien de su tamaño.
La perniciosa existencia de sólo dos empresas que ofrecen televisión
abierta y una notoriamente dominante en la tv de paga tiene
consecuencias graves sobre el derecho a la información y las ha tenido
también en la lucha electoral. La concentración de los medios
electrónicos afecta derechos ciudadanos al ignorar la necesidad de que
existan diferentes fuentes de información. Las televisoras han impedido
que se incorporen nuevas opciones televisivas, al tiempo que han apoyado
abiertamente a un candidato presidencial y su partido y vetado a otro,
convirtiéndose en los grandes electores.
La reforma electoral de 2007 centró su atención en que las
televisoras perdieran su capacidad de influencia a través de los precios
y tarifas cobrados por la transmisión de los espots de los partidos. La
campaña electoral de 2009 evidenció que las televisoras tienen a su
alcance medios para seguir influyendo en partidos dispuestos a ceder lo
que les soliciten a cambio del apoyo televisivo. Para 2012 no sólo
piensan influir, tienen candidato propio. Controlarles no es tarea
fácil. Competir con ellos tampoco lo es, pero probablemente sea menos
complicado.
Por eso Televisa ha hecho una eficaz campaña para que Telmex no
participe ofreciendo televisión de paga, en la que fija precios de
monopolio para usuarios y anunciantes, mucho menos que participe en tv
abierta. Tiene su propia bancada y ha colocado en la CFC a personas
proclives a esa empresa. El título de concesión que se ha negado a MVS
desde hace tiempo se explica porque temen que MVS pueda venderlo a
Telmex y entonces el duopolio televisivo tendría que competir con una
empresa poderosa.
El gobierno panista, surgido de una alianza política con las
televisoras y otros grupos empresariales, comprometió su capacidad de
decisión para mantener ese duopolio. Lo ha hecho cumplidamente, pese a
que Televisa ha ido construyendo abiertamente una candidatura
presidencial en el PRI. La alianza política para Televisa terminó, pero
el gobierno sigue permitiendo que se decida políticamente la concesión a
MVS. De eso se ha aprovechado para golpear a una profesional crítica,
cuya opinión tiene clara importancia.
El regreso de Carmen Aristegui a MVS no resuelve las cosas de fondo. Granados Chapa ha propuesto que se aproveche la oportunidad que abrió su injustificado despido para crear una empresa que produzca programas de radio y televisión. Al estilo de la propiedad accionaria de La Jornada y de emequis, podría constituirse una sociedad de pares, tanto porque aporten montos similares como porque tengan la misma capacidad decisoria, que forme una empresa social que tenga una clara propuesta informativa.
El camino de una empresa de este tipo no es fácil, pero es posible. Su posibilidad de sobrevivencia descansa en la vitalidad social, como la que permitió la existencia y persistencia de La Jornada en una labor periodística después de 25 años y la reinstalación de Aristegui. El propósito sería aportar a la vida nacional un esfuerzo empresarial independiente y crítico que pueda crear un medio electrónico independiente capaz de competir. Internacionalmente hay casos exitosos de asociaciones que reúnen particulares con empresas, en las que las partes aportan sus capacidades y competencias a favor de un proyecto comunicativo progresista.
El episodio no se cierra con el regreso a MVS de la periodista. El fondo sigue intacto: la concesión sigue pendiente, Televisa ataca la pretendida sociedad Telmex-Dish, el gobierno mantiene los privilegios monopólicos de las televisoras. La llamada a la participación de un sector de la sociedad sigue viva.
El regreso de Carmen Aristegui a MVS no resuelve las cosas de fondo. Granados Chapa ha propuesto que se aproveche la oportunidad que abrió su injustificado despido para crear una empresa que produzca programas de radio y televisión. Al estilo de la propiedad accionaria de La Jornada y de emequis, podría constituirse una sociedad de pares, tanto porque aporten montos similares como porque tengan la misma capacidad decisoria, que forme una empresa social que tenga una clara propuesta informativa.
El camino de una empresa de este tipo no es fácil, pero es posible. Su posibilidad de sobrevivencia descansa en la vitalidad social, como la que permitió la existencia y persistencia de La Jornada en una labor periodística después de 25 años y la reinstalación de Aristegui. El propósito sería aportar a la vida nacional un esfuerzo empresarial independiente y crítico que pueda crear un medio electrónico independiente capaz de competir. Internacionalmente hay casos exitosos de asociaciones que reúnen particulares con empresas, en las que las partes aportan sus capacidades y competencias a favor de un proyecto comunicativo progresista.
El episodio no se cierra con el regreso a MVS de la periodista. El fondo sigue intacto: la concesión sigue pendiente, Televisa ataca la pretendida sociedad Telmex-Dish, el gobierno mantiene los privilegios monopólicos de las televisoras. La llamada a la participación de un sector de la sociedad sigue viva.
Fuente, vìa :
http://www.jornada.unam.mx/2011/02/17/index.php?section=opinion&article=030a1eco
http://www.jornada.unam.mx/2011/02/17/index.php?section=opinion&article=030a1eco
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