Con Piñera vuelve lo peor de la ola derechista. Después de las ofensas e infundios mal intencionados a diputados concertacionistas con el fin de acallarlos, vertidos en la cámara por el aparentemente circunspecto ministro del Interior Rodrigo Hinzpeter, de las declaraciones homofóbicas intolerantes empapadas en odio e ignorancia del RN Carlos Larraín contra la identidad homosexual, se agregan ahora las más políticamente provocadoras y directas de Miguel Otero, el Embajador chileno en Argentina.
Éste acaba de declarar a la prensa
argentina que “la mayor parte de Chile no sintió la dictadura”,
agregando enseguida que “antes usted no podía comprar nada importado,
tenía que pagar lo que se producía en Chile, caro y malo. De la noche a
la mañana usted empezó (con Pinochet) a encontrar lo
que no había”.
En otras palabras, el “Embajador” que se
supone representa los intereses de la República de Chile en un país
vecino y hermano cuyos ciudadanos vivieron la misma brutalidad militar y
violaciones a los derechos humanos y cívicos que nuestro país, es
incapaz de ver diferencias fundamentales entre una Dictadura Militar y
una democracia.
Si lo dice con tal desparpajo será
porque la democracia del régimen postdictadura en su funcionamiento
binominal, al igual que el modelo neoliberal, perfeccionado y ajustado
por el concertacionismo, fueron diseñados por los estrategas civiles de
la dictadura para excluir y despolitizar. Lo hicieron bajo el supuesto
neoliberal que el consumo de mercancías, con el bombardeo publicitario
televisivo y con la programación basura, compra las consciencias y
jibariza el pensamiento crítico.
Y bien sabemos que el objetivo de la
institucionalidad electoral y de la Constitución actual es asegurar la
alternancia entre las dos coaliciones que acordaron consensuar formas
elitistas de dominación política para mantener intacto el modelo
concentrador de la riqueza y explotador de la fuerza de trabajo de las
mayorías asalariadas.
Las fuerzas socioeconómicas generadoras
de brechas que no cesan de agrandarse emanan de estructuras (de clase y
de producción capitalista) que son las que habría que deconstruir y
transformar para edificar un país justo y solidario y resolver las taras
y retrasos que se arrastran en el acceso desigual a la educación, la
salud, la vivienda y la cultura.
Pero aún así, y pese a la concepción
oligárquica y restringida de la democracia que se instaló en Chile con
la anuencia de los gobiernos de la Concertación, Latinoamérica había
dejado atrás la apología explícita de las dictaduras militares.
Las declaraciones del Embajador de
Piñera, Miguel Otero, pueden ser calificadas de propaganda del
autoritarismo y de formas antidemocráticas de gobernar; de banalización
de métodos policíacos represivos que no titubean en utilizar la
violencia para llegar a sus fines y de defensa de la doctrina neoliberal
que ve al mercado y a sus santuarios, los malls, como logros
civilizacionales al servicio del consumidor “soberano” (sin olvidar que
este tipo de argumento es también utilizado por columnistas liberales).
Vemos como una estrategia comunicacional
se esboza. Son conspicuos personeros de la guardia piñerista y miembros
de la oligarquía política y económica quienes comienzan una campaña de
agresión en contra de los valores humanistas y democráticos que cubre
varios frentes en los cuales el Presidente se había mostrado algo
cauteloso. Así reaparecen bajo forma discursiva y prejuiciosa los
enclaves ideológicos conservadores y religiosos del Opus Dei y de la
alianza derechista que agazapados detrás de Piñera dan sus primeros
zarpazos. Lejos están lo valores del Humanismo Cristiano que Piñera ha
dicho profesar.
Se creía haber logrado imponer en la
sociedad chilena la tesis que los vencedores políticos civiles del golpe
militar y de la llamada transición a la democracia habían aceptado la
derrota ética política infligida por el veredicto del derecho
universal, de su evolución y por la condena de los pueblos sedientos de
justicia social, solidaridad y libertades civiles plenas (el ataque
artero de los jueces franquistas españoles en contra de Baltasar
Garzón es otro elemento para reflexionar).
Sin embargo, este rosario de
provocaciones de corte ultraconservador y facistoide muestan que la
Historia no es una marcha ineluctable hacia el Progreso y la Razón; que
pueden haber recaídas abruptas. Se impone estar alertas, no bajar la
guardia y resistir para luego preparar la ofensiva en pos de la defensa
de los derechos democráticos, sociales y colectivos de igualdad,
justicia social y solidaridad.
fuente, vìa :
http://www.elciudadano.cl/2010/06/07/las-provocaciones-del-embajador-de-pinera-en-argentina/
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