Algo parecido a este 16 de junio, bombardeado con más
de dos millares de heridos y una cifra que va entre 350 y 700 muertos.
Además,
en el 2008 incorporamos como primicia el acrílico de Gerardo Bavio
pintor, militante de la vida…
El 16 de junio, en
el mediodía de otoño del año 1955, formaciones de las aviaciones de
Marina y Aeronáutica, haciendo su bautismo de fuego, sobrevolaron el
centro porteño y descargaron toneladas de explosivos sobre la población
civil. El bombardeo dejó, aproximadamente, 350 muertos, cifras nunca
confirmadas, como en Guernica, se ocultan los efectos de la masacre, y
más de 2000 heridos, entre ellos casi un centenar de lisiados para el
resto de su vida. Otras fuentes reflejadas en este trabajo hablan de 700
tumbas cavadas en el cementerio porteño de la Chacarita.
En
Guernica los fascistas/franquistas demolieron y masacraron a un pueblo
para que tronara el escarmiento desde el aire, con total y absoluta
cobardía; en Plaza de Mayo, masacraron al pueblo alevosamente con el
pretexto de matar a Perón, el déspota nazi/fascista, según los ideólogos
de la Unión Democrática, del mismo modo: para que tronara el
escarmiento, había que matar al tirano, comenzando por el pueblo que lo
apoyaba.
Fue el inicio de un proceso histórico
dentro del campo social y político, comenzaba el desmontaje de una
formación ideológica de carácter nacional, esta es parte de su historia.
"A
mediados de junio bombardearon la Plaza de Mayo. El primer estallido.
La oligarquía descargaba sin piedad sobre el pueblo todo ese odio rancio
acumulado, de linaje. Toda la sociedad simiesca aplaudía las muertes,
no existía en ellos aflicción cristiana, sino el gozo oligárquico de la
muerte de clase. Las muertes eran de los otros: los plebeyos que
resistían por permanecer en estrado de dignidad peronista perpetua., la
que los incluyó en la sociedad".
Párrafo del
cuento Brumas de septiembre, perteneciente al autor Juan Carlos Cena, de
su libro Crónicas del Terraplén - 2001.
Para
analizar la verdadera naturaleza de los procesos históricos, estos deben
ser tomados en determinadas etapas para examinarlos dentro de que
contexto histórico, momento en que aparecen los sucesos, como las
masacres, en este caso, y la realidad posterior que se distorsiona,
donde se tiñe y oculta toda la etapa señalada.
No
hay hechos separados en los procesos históricos, este tipo de masacres
no son aisladas, sino que estallan en un momento histórico, político,
social y económico determinado. Todos los hechos represivos que
generaron masacres fueron inducidos por los factores de poder que
dominan el aparato del Estado
No podemos dejar
de mencionar, antes de entrar en el tema, algunos antecedentes
históricos sobre la historia de la masacres en nuestro País. Diríamos,
desde el inicio.
"-Señor general, si la matanza
es tan grande ¿Quién quedará para nuestro servicio?
-Ea.
Déjame -respondió Garay-, que es la primera batalla, si en ella los
humillamos tendremos quien con rendimiento acuda a nuestro servicio",
Cierto
día del invierno de 1580, un tremendo combate tuvo lugar a las orillas
del río que divide, las dos veces fundada, Buenos Aires de los
territorios aborígenes... Las crónicas relatan que aquel día, además de
establecerse ese transparente diálogo entre Juan de Garay y alguno de
sus soldados, fue decisivo en el proceso de extermino de los querandíes.
Dicen los cronistas que las aguas del río enrojecieron, ya aún después
de la derrota querandí, los españoles continuaron la masacre, dándole
nuevo nombre al paraje, que a partir de entonces comenzó a llamarse La
Matanza.
Se podría inferir que todo parte desde
ese momento. Momento del traslado de lo peor que trajeron en sus
bodegas los barcos de la conquista a nuestro territorio, el huevo de la
serpiente, el mismo que anidó en Guernica desde los tiempos de la
inquisición: los genocidios en América Latina.
Es
larga la lista de estos acontecimientos aberrantes ocurridos en América
Latina y, en este caso, en nuestro territorio: Las Conquistas del
Desierto, que fueron tres: Martín Rodríguez en 1820, Juan Manuel de
Rosas en 1833 ganando territorio a las comunidades hasta la actual
Tandil, provincia de Buenos Aires y posteriormente la más sanguinaria,
la llevada adelante por Julio Argentino Roca en 1879, durante la
presidencia de Nicolás Avellaneda.
En el siglo
XX: En 1907, los propietarios, administradores de los conventillos
ayudados por la policía quisieron proceder a desalojar a los que no
podían pagar, eran más que elevados alquileres, las familias
trabajadoras no podían hacer frente a pesar de trabajar hasta 16 horas
diarias, un suceso conocido como la Huelga de los Inquilinos, re
bautizada por J.C. Cena como la Rebelión de las Escobas. La Semana Roja
en 1909; la violenta represión a los estibadores y portuarios en Ing.
White, también, en 1909; en Macachín, provincia de La Pampa en 1910; La
Semana Trágica en 1919, Los fusilamientos en La Patagonia en 1921, Las
Masacres de la Forestal en el Chaco, La masacre de Jacinto Aráoz, en la
provincia de La Pampa en 1921.
En abril de 1924
la Reducción Aborigen promueve y realiza la primera y única huelga
agrícola indígena, su líder indiscutible fue el Cacique Toba Pedro. Los
pobladores argentinos originarios de la Reducción Aborigen, llamada
luego Napalpí (cementerio o lugar de los muertos en lengua Toba), a 120
kilómetros de la capital del entonces Territorio Nacional del Chaco,
Resistencia, ésta tenía una población de 850 personas, aproximadamente. A
raíz de ese movimiento se produce una feroz matanza.
Podríamos
seguir enumerando las distintas represiones al movimiento obrero y
popular, a los campesinos y al pueblo en general. La violenta represión
desatada luego del golpe de Estado de 1955 fue la representación de que
el odio de clase se instalaba en todo el territorio nacional contra
todos los trabajadores y el pueblo. Todo fue más tarde ratificado por
sucesivos gobiernos civiles y militares.
La
movilización militar a ferroviarios y bancarios, al tiempo, la
aplicación nacional del Plan Conintes dirigido esencialmente hacia el
movimiento obrero peronista; luego, la violenta represión a los
ferroviarios durante la Huelga de 1961 que se resistían contra la
aplicación de este Plan devastador y de desguace que traía, por encargo
del imperio, este General Larkin; todo ocurría en los espacios
"democráticos" del gobierno de Arturo Frondizi. La militarización de los
conflictos fue una constante antes y durante el gobierno militar de
Ongania, continuando por sus sucesores.
Con el
advenimiento del gobierno de Isabel Perón, la represión se recrudeció en
otras formas: La Triple A, comandada por López Rega junto a su banda,
fue el brazo ejecutor más importante y sanguinario, como la
implementación de la Masacre de Ezeiza; luego, la represión al cordón
industrial del Paraná y así con las masacres selectivas de la Triple A
por todo el territorio, junto a la defenestración de gobiernos
peronistas populares.
Todo un anticipo de lo
que vendría, primero el golpe de estado de 1955 y la continuación más
criminal con el golpe genocida de 1976. Todos estos hechos están
marcados por el profundo odio de la clase dominante que tiene sobre el
pueblo trabajador, obreros, estudiantes, intelectuales honestos y así
con lo que se atreven a luchar por su dignidad. Es el poder brutal del
Estado utilizado desde la fundación de este territorio como Nación para
doblegar al pueblo por mandato del imperio colonial.
Ese
odio acumulado tuvo su representación inicial en la Plaza de Mayo el 16
de junio de 1955, sin duda alguna.
Los bombardeos
protagonizados por la marina y aeronáutica de guerra no fueron
productos de las contradicciones y de los errores que había incurrido el
segundo gobierno de Perón. No, fue un ejercicio anticipatorio inducido
por las fuerzas oligárquicas que querían recuperar el terreno y los
tiempos perdidos. Operación a modo de advertencia, como un adelanto de
lo que vendría. Las fuerzas del odio se reagrupaban y anunciaban que
regresarían a cualquier costo.
La masacre de
junio de 1955 era la anticipación de ese nuevo recomienzo. Cuestión que
estallaría ese mismo año, el 16 de septiembre, con persecución y cárcel,
tortura y muerte de miles de hombres y mujeres, trabajadores,
delegados, militantes, activistas y todos los que se opusieron a la
caída de Perón y a los luchadores populares comprometidos con el pueblo.
Se debía terminar con ese proceso populista de carácter
nacional, insoportable para las clases dominantes. La distribución del
ingreso, a pesar de la crisis, el gobierno peronista, es decir Perón,
había decidido mantener a como de lugar el porcentaje más alto de la
distribución del ingreso en forma equitativa con el pueblo, más alto de
toda la historia de Latinoamérica. La participación de los trabajadores
de la Argentina en el PBI rayaba en el 53 por ciento, hubo momentos del
61 por ciento. Muy mal ejemplo.
Ante tan
funesto ejemplo, la oligarquía, con el visto bueno del imperio comenzó a
armarse el andamiaje golpista. Los intereses norteamericanos, luego del
triunfo en la Segunda Guerra Mundial y su posicionamiento definitivo
como gran potencia capitalista había virado hacia Europa y Japón, el
Plan Marshall fue el arma económica para levantar los territorios
arrasados europeos. América Latina fue desatendida de la mirada
norteamericana, pero ya en 1950, el denominado imperialismo yanqui
comenzaba a ocuparse y preocuparse de los destinos que habían elegido
algunos países de este continente.
En Argentina
En
abril crece el enfrentamiento con la iglesia. El 14 de abril se
suspendió en todas las escuelas la enseñanza obligatoria de religión y
moral. El 20 de mayo se suprimió, por ley, la exención de impuestos a
los templos y organizaciones religiosas y se llamó a una Constituyente
para separar la iglesia del Estado.
En forma
paralela, en México, se realizaban reuniones entre militares, Gainza
Paz, Lanz Duret, el coronel García Valsesca, donde participaba, además,
un personaje de los medios de comunicación de esos tiempos, llamado
Joshua Power, comerciante, que controlaba los servicios informativos de
Editor Press. El The New York Time y The Economist, donde anticipaban,
en sus artículos, los días por venir.
Esta
masacre hay que incluirla en el comienzo de procesos golpistas que se
iniciaron en 1930 con el golpe de Uriburu contra el ex presidente
Hipólito Yrigoyen, esencialmente contra su política petrolera y la
decisión al frente de la misma del general Enrique Mosconi.
A
partir de aquí se inicia “esa costumbre de golpear las puertas de los
cuarteles” por parte de sectores civiles poseedores de un poder
económico poderoso, que fueron perjudicados por el reparto equitativo en
la distribución de los ingresos, levemente o fuertemente, por eso
acuden a los cuarteles para que ellos, los militares, sean su brazo
armado y estos militares se prestaron a destronar a gobiernos elegidos
en las urnas y a reprimir a los opositores de esos intereses.
Estos,
los militares, debían resolver por medio de las armas, utilizando la
fuerza y sin miramientos hacia el pueblo trabajador las contradicciones
que perjudicaban sus intereses, es decir, las contradicciones con los
trabajadores y el campo popular. La resolución era la represión
violenta. Se rechazaba con terrorismo todo veredicto, por más
democrático que fuera, propuestas u hombres elegidos en las urnas que no
fueran funcionales a sus ambiciones.
En esta
situación se deja de lado todo proceso democrático que no conculque con
ellos, por más benéfico que fuera para la Nación y se lanzan a la
consumación, una y otra vez, a la concreción del golpe militar. Se
utilizan a las fuerzas armadas como herramienta represiva, de opresión,
persecución y masacres que han dejado una dolorosa huella en la vida
nacional.
El 16 de junio
Previo
a este ataque se encuentran otros intentos, como el de Benjamín
Menéndez en 1951, familia de golpistas y represores.
El
mes de junio no era un mes cualquiera en la etapa que vivía el proceso
del segundo gobierno peronista. Las contradicciones se profundizaban y
continuaron el 10 de junio con la manifestación de la iglesia católica
en la procesión de Corpus Chisti, esto, hay que decirlo, excedía lo
religioso. Por la noche la quema de una Bandera Argentina, que el
gobierno de Perón se lo adjudica a la oposición.
El
peronismo y antiperonismo eran una realidad.
La
mañana del 16 de junio de 1955 fue el bautismo de fuego de los aviones
de la aeronáutica contra el pueblo, aunque lo quieran negar. Operaron
esos aviones los aviadores argentinos, arrojando nueve toneladas y media
de explosivos, según algunas fuentes, otras, catorce toneladas sobre la
población civil inerme. Fijaron sus objetivos de ataque en los puntos
del centro neurálgico de la Plaza de Mayo, la casa de gobierno, donde
lanzaron sus bolas de fuego y muerte contra los trolebuses repletos de
pasajeros, en su mayoría trabajadores que se desplazaban hacia sus
tareas, o bien transeúntes distraídos que recorrían ese lugar histórico,
mientras se escondían como podían ante la sorpresiva y violenta lluvia
de bombas y metrallas. Eran aviones de la Fuerza Área y de la Marina de
Guerra Argentina que actuaron con los mismos objetivos y la misma saña
criminal.
La espera
Aquel
16 de junio, el capitán de fragata Néstor Noriega, de 39 años de edad,
esperaba que el cielo se despejara, la escuadrilla formaba escalonada
hacia arriba. A las 12,40 Noriega al mando de su Beechcraft descarga una
bomba de 100 kilos que cae sobre la sede presidencial; a continuación
los North American al mando del capitán de corbeta Santiago Sabarots
descargan bombas de 50 kilos cada uno. La Plaza de Mayo era un incendio,
quienes salían de las bocas del subte se encontraron con la nube de
pólvora, los aviones rasantes sobre el casco porteño, la gritería, la
desesperación, la gente intentando esconderse como podía, heridos,
muertos, mutilados, así comienza la masacre del 16 de junio. Noriega y
Sabarots son los responsables materiales junto a los aviadores de aquel
día de masacre, hay otros responsables intelectuales.
En
el trabajo por recuperar históricamente aquella masacre, realizado por
Gonzalo Cháves, titulado la Masacre de Plaza de Mayo, pasa revista a los
nombres de muertos y heridos, lugares donde fueron alojados y la
cantidad de muertos NN que aparecen en el listado.
Por
otro lado, Gonzalo Cháves afirma en un reportaje concedido a un diario
de Rosario: Me sorprendió descubrir entre los protagonistas de la
masacre del 16 de junio de 1955 a hombres y nombres que participaron en
el golpe del 24 de marzo de 1976, como los dos secretarios del ministro
de Marina Olivieri, que fueron Emilio Eduardo Massera y Horacio Mayorga,
dos marinos importantes en el último golpe de Estado. Ellos estuvieron
al tanto de lo que iba a pasar y no detuvieron la acción militar contra
los civiles. El ministro Olivieri dio parte de enfermo y sólo regresó al
despacho dos días más tarde del 16 de junio. Lo mismo hicieron “Emilio
Eduardo Massera y Horacio Mayorga, sus jóvenes ayudantes”.
De
esa investigación se desprende que estuvieron involucrados activos
participantes de la última dictadura militar como son: Carlos Suárez
Mason y Osvaldo Cacciatore, intendente porteño durante la dictadura, el
de las famosas autopistas, que integraba la escuadrilla de la
aeronáutica que bombardeó la Plaza de Mayo. Otro de los personajes que
estuvo en el bombardeo fue el hermano de Massera, Carlos Massera como
piloto de la marina.
“La sublevación contó en
forma activa con el respaldo de la base naval de Punta Indio que estaba
al mando del capitán de marina Néstor Noriega; del BIM 4 (Batallón de
Infantería de Marina), asentado en Puerto Nuevo y de parte de la
oficialidad de la Aeronáutica hubo dos aviones Catalina que llegaron de
la base Espora. La noche del 15 de junio copó Ezeiza, con el objetivo de
reabastecerse de combustible y explosivos, porque la base de Punta
Indio quedaba muy lejos. De allí los pilotos con sus aviones fueron y
volvieron varias veces, entre ellos Cacciatore”, sostiene Cháves.
Hay
un testigo incomparable, el camarógrafo de Sucesos Argentinos, Carlos
de la Fuente, víctima del bombardeo, que a pesar de estar herido, no
perdió la conciencia, llegó a contabilizar "pilas de muertos detrás de
la Casa Rosada", con una etiqueta atada con un hilo en el dedo gordo del
pie con los datos de cada una de las victimas. Dice lacónicamente: todo
fue un pandemonium.
Siempre se trató de
minimizar esta masacre, suceso aberrante y criminal si los hubo. Hoy
aparecen, esto fue a partir del 2005, una serie de desvergonzados
hablando y otros escribiendo sobre el bombardeo a la Plaza de Mayo
hipócritamente; otros pidiendo resarcimiento económico para las
víctimas, toda una burla caricaturesca, cuando, durante años ni se
acordaron de ese pueblo masacrado, ni que los fusilados en León Suárez
eran trabajadores y resistentes.
Cuando se
asesina al pueblo, los otrora intelectuales se hunden en el silencio.
Son otras muertes. Otros, falsarios presurosos y oportunistas, dicen,
hablan, y del mismo modo, deletreando algunas frases para no quedar
fuera.
Repetimos, siempre se trató de minimizar
y ocultar por derecha este hecho monstruoso, pero no podemos callarnos y
denunciar la carga de hipocresía de algunos que detentan el rótulo de
progresistas y adelantados.
Por otro lado, el
reconocido periodista Gregorio Selser sostiene lo siguiente: “Como
culminación de la serie de actos de desagravio a la bandera, se dispone
que una escuadrilla de diez aviones a retropropulsión sobrevuelen la
Catedral de Buenos Aires, en Plaza de Mayo. Ignorándolo Perón, ese vuelo
debe convertirse en la señal de una insurrección conjunta de las tres
fuerzas armadas y comandos civiles, que debía iniciarse a las 8”.
Pero
debido a una imprevista niebla, los aviones sólo pueden alzar vuelo a
las 10. Durante ese lapso Perón es informado de la conjura y se traslada
al Ministerio de Guerra. Al mediodía aviones navales bombardean la Casa
Rosada y sus adyacencias, al tiempo que fracasan los intentos de la
infantería de marina de apoderarse del sector. Las víctimas se cuentan
por centenares. Los aviones que participaron de la acción se refugiaron
en Uruguay”, es decir, se fugaron llenos de cobardía.
Dice
Roberto Bardini, en un trabajo, que los agresores huyen hacia Uruguay,
donde solicitan asilo político, eran tiempos de Battle Barres. “Al día
siguiente, el diario Clarín, que no se caracteriza por sus simpatías
peronistas, escribe: 'Las palabras no alcanzan a traducir en su exacta
medida el dolor y la indignación que ha provocado en el ánimo del pueblo
la criminal agresión perpetrada por los aviadores sediciosos que ayer
bombardearon y ametrallaron la ciudad'.
“El
ataque a traición de los aviadores navales subversivos produce un
terrible impacto emotivo en la población. Durante meses no se habla de
otra cosa en los hogares de todo el país”. En “Dossier Secreto - El Mito
de la Guerra Sucia”, el periodista norteamericano Martin Andersen cita
el informe de un analista de la embajada de Estados Unidos en Buenos
Aires, quien describe este estupor generalizado en un mensaje enviado a
Washington a las tres semanas del sangriento acontecimiento” continua
Bardini.
La masacre de junio de 1955 costó la
vida aproximadamente a 350 ciudadanos, otras fuentes más precisas
sostienen 367, y a más de dos millares de heridos, sin contar las
profundas secuelas de terror que se instalaron en gran parte de la
población que vivió, asistió y sufrió aquellos bombardeos encabezados
por los aviones de la marina y Aeronáutica, acción indudablemente
repudiable.
García Acosta sostiene en una nota
publicada por este medio, en el 2005 que: “En la Mesa de Entradas
General de la DAOM, donde trabajaba, se llevaba el registro de todo lo
que se emitía como notas, órdenes de trabajo. Cada dependencia tenía un
número y una barra, al que seguía el número de la actuación. La
Dirección de Construcciones tenía el número 1. A primera hora una
ordenanza trajo una nota con una orden de trabajo urgente: informaba que
la Dirección de Construcciones procedería a cavar 700 tumbas en el
Cementerio de la Chacarita. Al asentarla en el libro tuve clara
conciencia de la masacre”.
Luego continúa su
relato: “Muchos años después, ya disuelta la DAOM y yo fuera de ella,
por razones de investigación histórica, traté de ubicar en el Archivo
Municipal ese enorme libro de Registro de la Dirección de Construcciones
para volver a ver, allí registrada con mi letra, esa macabra orden de
trabajo, tétrico reflejo del doloroso enfrentamiento que dividió a los
argentinos y que tuvo formas de barbarie”.
Los
hospitales que brindaron ayuda en el momento que se producía la caída
de casi 14 toneladas de explosivos sobre la Plaza de Mayo y adyacencias
fueron: la denominada y conocida Asistencia Pública, los hospitales
Argerich, Rawson, Clínicas, Alemán, Policlínico del Ministerio de
Hacienda, Policlínico Militar y Policlínico Rivadavia. Otras fuentes
tienen la información sobre los muertos y heridos en el hospital Ramos
Mejía y el Español y en el Policlínico Durand, en aquel momento; otro
grupo lo conforman los Policlínicos Fernández, Álvarez y Las Heras. Lo
de policlínicos es la denominación de la época. En la Morgue Judicial
como en los listados de los hospitales y policlínicos se encontraba la
nómina de muertos y heridos.
Las mujeres
fallecidas e identificadas fueron 50, 9 las NN femeninas, los hombres no
identificados fueron dos decenas. Asimismo, en la Asistencia Pública
aparecen 25 cadáveres no identificados y en el Policlínico Las Heras no
se suministró, en su momento, la lista de los muertos. Además, hay un
detalle de enfermeras y enfermeros que prestaron ayuda a los atacados y
fueron muertos en el bombardeo, sumando otros seis asesinados.
Un cable de ANSA, por otro lado, informaba sobre los
sublevados que pidieron asilo en Uruguay: la terna siniestra, hay que
afirmarlo, de 27 rebeldes, incluyendo a un civil. Un párrafo aparte
sobre la participación de los civiles, ya que esta sublevación militar
contó con comandos civiles que luego actuarían durante la denominada
Revolución Libertadora.
La lista es publicada
por el diario La Nación del 8 de julio de 1955, donde se incluyen las
bajas o retiros entre los militares insurrectos: Aeronáutica: 26
miembros y en la Marina, 78 marinos. Estos destierros de las fuerzas
fueron refrendadas por los ministros de Marina y Aeronáutica. Además el
Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas informaba que habían sido
encuadrados en el marco de rebeldía al personal interviniente en los
sucesos del 16 de junio, de acuerdo al Código de Justicia Militar.
Pero
la realidad posterior ocultó la masacre del 16 de junio, se conoció más
la quema de las iglesias que este momento histórico, que no sólo
marcaba el comienzo del final del gobierno peronista, sino, el
recomienzo e implementación, por parte del Estado, de la puesta en
marcha de la maquinaria represiva.
Apareció la
consigna: Cristo Vence
Se cumple más de medio
siglo de este suceso aberrante, es la inauguración de un proceso
histórico que brota de las entrañas de lo más rancio del poder
oligárquico con violencia y represión, era la ofensiva de las fuerzas de
ese poder para apoderarse del aparato del Estado: comenzaba en el campo
social el desmontaje de una formación ideológica de carácter nacional.
Luego
del bombardeo, parte del pueblo salió a la calle enardecido. Perón
trató de contenerlos. En esa reacción, donde le solicitaron armas al
Perón, se cometieron algunos desmanes como respuesta a la masacre.
Se
cumplen 55 años y, sin embargo, la masacre sigue impune, como tantas
otras aberraciones contra el pueblo. Por eso, debe aparecer la memoria
histórica, rescatar la identidad colectiva y que estos asesinatos queden
escritos en los anales de la historia, así como la nómina de los
responsables ideológicos y quienes se prestaron concientemente a tal
masacre contra la población civil.
El 16 de
septiembre, de ese mismo año, se termina de consumar lo iniciado el 16
de junio de 1955.
Luego de la caída de Perón
vendrán los asesinatos a mansalva en José León Suárez y los
fusilamientos de junio de 1956.
Comenzaba la
construcción de un andamiaje legal de un gobierno militar de facto, con
la vigencia del Decreto 4161 que preveía cárcel para todo aquel que
mostrara sus simpatías peronistas, luciera emblemas o fuera miembro de
la Resistencia Peronista.
La quema de
bibliotecas y libros
El odio de clase se mostró
en la quema de todas las bibliotecas que tenían libros de aquellos que
eran teñidos de peronistas. Los 9 tomos del sanitarista Ramón Carrillo,
Teoría del Hospital, son quemados, y así todo lo que había pertenecido
al gobierno peronista, como la anterior residencia presidencial que fue
devorada por las llamas. La destrucción de la Fábrica Argentina de
Locomotoras instalada en talleres Liniers fue desguazada y los
prototipos de las locomotoras Justicialista y Argentina cortadas con
sopletes, entre tantos hechos de verdadera violencia.
El
gobierno militar, por presión de la oligarquía vacuna, anula la Ley del
Peón Rural. Dilapida quemando y cortando todo el material que había en
hospitales y escuelas que decía Fundación Eva Perón, no se cambió o
tachó el nombre de la Fundación, se quemaron y destruyeron todo lo que
pudiera recordar a la denominada “tercera tiranía”.
Muchos
de los que participaron en el bombardeo, al mejor estilo y recuerdo de
Guernica, a Plaza de Mayo, luego del derrocamiento de Perón, ocuparon
altos cargos en los distintos gobiernos civiles y militares, como Zavala
Ortiz de origen radical, algunos fueron premiados colocando sus nombres
a algunas de nuestras calles y al nombre de una estación de
subterráneos como Ing. Carranza, conspicuo comando civil durante la
Libertadora.
En el caso de Francisco Manrique
fue funcionario en la liberadora y luego con Lanusse; otros como
Olivieri fue premiado y el cargo fue representante ante la ONU -
Organismo de las Naciones Unidas; Vicchi, embajador en Estados Unidos de
América; y en el caso de Toranzo Calderón, uno de los responsables
fundamentales de aquella matanza, fue a la España franquista como
embajador, donde mostró orgulloso el Guernica Argentino.
Una
costumbre de las clases dominantes instalada en este país, con un
fuerte contenido de clase, es que casi todos los genocidas en la
Argentina son homenajeados de una u otra manera, con sus nombres señalan
calles o plazas, como Juan de Garay o Julio A. Roca, dos ejemplares
genocidas, entre otros.
Varias décadas llevó
instalar el tema del Guernica Argentino, miles de muertos y
desapariciones hay en esta historia, sin embargo, es bueno comenzar por
donde empezó. Porque los nombres de los aviadores son los comandantes y
principales figuras del 24 de marzo de 1976 y de los hechos posteriores.
Y
en esa misma cadena de realidades, que se conectan, están todas las
violaciones a los derechos humanos y la implementación de otras formas
para dejar impune todo este largo proceso de dolor y muerte, represión y
desaparición.
Comenzar por el principio
Es
bueno comenzar por el principio. Aquella mañana nublada y fría de
junio, era un jueves, 22 North American, 5 Beerchraft, 4 Gloster y 3
Anfibios catalina, 34 aviones en total nublaron el cielo de Buenos
Aires, durante el espacio de horas de terror, y a partir de las 12,40 y
con vuelos rasantes y asesinos, hasta entrada la tarde otoñal de junio,
acumularon muertos, heridos y desesperación. Dos décadas después muchos
de estos marinos y aviadores iniciaban el camino de la última dictadura
militar.
Hoy muchos de ellos, están sindicados
en las fojas enrojecidas de la represión estatal…
Como
sostiene el poeta Roque Dalton: no se puede construir nada que se
parezca a reconciliación con este “inmenso mar de mierda”…
* Este trabajo de
investigación es la síntesis de dos trabajos realizados en forma
separada, que fueron publicados en parte en otros momentos y ahora
conjunta. Luego de investigar sobre nuevas fuentes, entregamos este
sintético trabajo para su difusión. Publicado en Agencia Argenpress por
primera vez el 16 de junio del 2005, cuando se cumplieron los 50 años
del bombardeo sobre Plaza de Mayo. Lo actualizamos en el año 2008,
corregido y actualizado el 15 de junio del 2010.
fuente, vìa :
http://www.argenpress.info/2010/06/bombardeos-sobre-plaza-de-mayo-la.html
http://www.argenpress.info/2010/06/bombardeos-sobre-plaza-de-mayo-la.html
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