(AW)
9/8/13 Mas de 350 millones de personas siguen siendo víctimas de
discriminación y racismo por pertenecer a pueblos originarios. Con la
mercantilización de la tierra se ven expulsados de sus territorios
ancestrales por la mano “invisible” del mercado, hay que ponerle cara a
ese despojo, son banqueros, terratenientes y gobiernos los responsables ,
los ejecutores. El territorio es la base de la vida, los pueblos
expulsados de él mueren espiritualmente, mueren su cultura y su
concepción del mundo. “Los pueblos indígenas fueron los primeros
desaparecidos bajo el mito de la nación blanca”dice Maristella
Svampa. La crisis civilizatoria que transitamos nos hace apreciar de
otra manera las culturas de los originarios y ver en ellas alternativas
válidas para reestructurar nuestro modo de vida.
En el Día Internacional de los Pueblos Indígenas
Pueblos Indígenas contra la mercantilización de la tierra
09-08-2013
El
9 de agosto se celebra un año más el Día Internacional de los Pueblos
Indígenas, jornada que como la mayoría de estos días internacionales,
así declarados generalmente por las Naciones Unidas, pasará
prácticamente inadvertida. Posiblemente algún acto en algunas sedes del
organismo internacional, quizá alguna declaración de algún alto
funcionario y, puede que diversos actos, más o menos folklóricos, en no
muchos países del mundo. Y el día pasará.
Aunque
esta es, en gran medida, la tónica general de los días internacionales,
en esta ocasión se hace necesario, junto a muchas organizaciones y
pueblos indígenas del planeta, salirse del guión políticamente correcto
(expresiones de parabienes y de buenas intenciones y deseos) y ejercer
el derecho a la denuncia radical. Los pueblos indígenas, más de 350
millones de personas en el mundo, siguen un año más sufriendo la
discriminación y el racismo; continúan siendo violados la práctica
totalidad de sus derechos como personas y como pueblos; y se les
persigue, detiene y asesina. Además, son criminalizados por sus justas
protestas y demandas ante estas situaciones, dando lugar a nuevas
persecuciones y a más represión por parte de gobiernos y poderes
económicos que consideran, entre otras cuestiones, que la tierra está
para ser explotada al máximo posible y sus recursos para ser
comercializados sin control alguno. Y esto último conlleva la misma
consideración para quienes la habitan y para quienes tienen otras
concepciones sobre ella: se les explota, se les expulsa de sus
territorios y se reconocen sus derechos solo en la retórica de los
discursos. Si son un obstáculo para los intereses políticos y económicos
dominantes, se les elimina.
No
vamos a remontarnos en este día a los siglos de dominación, a la
cantidad enorme de pueblos desaparecidos, a los millones de personas
muertas en el pasado. Sin embargo, denunciamos con fuerza y
determinación que esas situaciones no son casos únicamente del pasado,
aunque la escasa memoria histórica de muchos tampoco quiera recordarlos.
Al contrario, afirmamos que hoy, día internacional incluido, esas
situaciones se siguen produciendo en demasiados puntos del planeta y que
los gobiernos, en la inmensa mayoría de los casos, no solo no hacen
nada para evitarlo, sino que son cómplices de los responsables últimos
de estas actuaciones de violación continuada de los derechos.
Podríamos
dejar esta denuncia en lo etéreo, sin señalar culpables. Esto, tal y
como ocurre en la crisis actual que vivimos en los países periféricos
europeos, donde sus verdaderos responsables tratan de hacernos creer,
cuando aluden a los mercados, a las burbujas o a otros eufemismos, que
no hay culpables identificables. Sin embargo, ocultan que esos mercados
están dirigidos por los consejos de administración de las grandes
empresas y entidades bancarias y financieras que, junto a la complicidad
de la mayoría de la clase política, están usando la crisis como excusa
para retrotraernos en el tiempo a sociedades sin derechos sociales,
políticos, laborales, sin derecho, en suma, a una vida digna.
Pero
esos poderes, los mismos que señalamos como responsables de la crisis,
lo son también de la violación continuada de los derechos humanos
individuales y colectivos de los pueblos indígenas, como parte de un
engranaje más del sistema dominante. Los mismos consejos de
administración que presionan para el recorte y privatización de las
pensiones, para el despido masivo de personas de sus puestos de trabajo,
para la precarización de la vida laboral y de la propia existencia
humana; esas élites económicas y financieras, son las que dictan las
nuevas condiciones de mercados y explotación de la minería a cielo
abierto con enorme daño a la naturaleza y a la salud de las personas,
los mismos que dan cobertura para la explotación petrolera incontrolada
en selvas y desiertos, los mismos que construyen hidroeléctricas allá
donde la rentabilidad de la explotación posterior les reportará enormes
beneficios aunque esto suponga la expulsión de comunidades de sus
históricos territorios. Y todo esto y mucho más está ocurriendo hoy en
día en las tierras indígenas. Como decíamos anteriormente, esos poderes
económicos, además cuentan con la complicidad de la mayoría de los
sistemas políticos, ya hablemos de sus más directos servidores, como son
los gobiernos locales o de las grandes estructuras internacionales.
Tanto
unos como otros encuentran en la mercantilización de la tierra uno de
los últimos paradigmas de la obtención rápida y fácil de grandes y
jugosos beneficios. Por esta razón los últimos años han sido intensos en
la entrada de intereses económicos y empresariales en los territorios
indígenas. Por eso, es en este campo en el que se libran los últimos
ataques al proceso de supervivencia de estos pueblos. Diariamente en las
redes sociales (y en algunos pocos medios masivos de comunicación)
circulan casos de violaciones de los derechos indígenas por parte de
transnacionales que abren nuevos frentes de conflicto y represión. Y,
por eso en este camino los pueblos y organizaciones indígenas se erigen,
una vez más, en su mayor obstáculo por la defensa consciente de sus
derechos a la tierra, al territorio y a su identidad como pueblos. Son
conscientes de que ésta última no es más que una consecuencia natural de
la vida en el territorio y, por tanto, la pérdida de éste acarrea la
práctica desaparición física y cultural de su existencia como pueblos
sobre este planeta.
Por
lo tanto, resumiendo y uniendo la situación de épocas pasadas y de la
actual, nos hacemos eco de las palabras de la socióloga argentina
Maristella Svampa, cuando recientemente decía: “los indígenas son los
primeros desaparecidos de nuestra historia, fueron invisibilizados bajo
la generalización del mito de la nación blanca y es necesario quebrar
con esa narrativa dominante. Sin embargo, la cuestión indígena en 2013
hay que leerla desde la memoria larga, la realidad del despojo, la
confiscación de los territorios, la persecución y criminalización a
través de la expansión de la frontera del extractivismo y la política de
acaparamiento de tierras”.
Precisamente
en este contexto, los pueblos y organizaciones indígenas llevan muchos
años luchando, además de por sus derechos, por el ejercicio de los
mismos. Pero también planteando la existencia de alternativas reales al
modelo dominante; es decir, alternativas que son viables no solo para
ellos, sino también para las sociedades no indígenas. Y si en la que
hasta recientemente se identificaba como sociedad dominante, es decir la
nuestra, la occidental, la misma que hoy está inmersa en la crisis
civilizatoria (política, social, económica, ecológica, de valores...),
dejáramos de mirarnos el ombligo, posiblemente tendríamos que reconocer
que hay muchos elementos propios de otros pueblos que plantean la
posibilidad verdadera de opciones al sistema dominante. A modo de
ejemplo evidente, hoy en día en América Latina junto con los movimientos
campesinos, urbanos, de mujeres, etc., estos pueblos demuestran que se
pueden dar pasos más allá de la teoría, prácticos, que permiten avanzar
hacia nuevas sociedades y muchos de los procesos políticos, económicos y
sociales que allí se están originando nos prueban, en parte, esta
afirmación.
Por
todo lo anteriormente dicho, aprovechando la celebración de ese Día
Internacional de los Pueblos Indígenas, señalamos que, al igual que a
los poderes económicos y a la mayoría de la clase política dominante les
une su interés por mantener y reforzar este sistema que garantiza sus
privilegios, a los pueblos, indígenas y no indígenas, nos une el interés
por acabar con él y construir, desde la diversidad, otras sociedades
más justas y equitativas. Sociedades que respeten la igualdad de
derechos entre hombres y mujeres, y también la igualdad de derechos
entre pueblos, así como la relación armónica de éstos con la naturaleza.
Al fin y al cabo, solo tenemos una tierra y el modelo capitalista
dominante está acabando con ella; y luego, ¿qué dejaremos a las
generaciones venideras?. Debemos pretender construir sociedades en las
que la brecha de la desigualdad, que cada día se amplia más, se estreche
hasta que pueda cerrarse; así no tendremos que sentir la vergüenza y la
indignación como seres humanos por la constatación diaria del
despilfarro de unos/as pocos/as a costa del empobrecimiento de las
mayorías.
Jesus González Pazos. Miembro de Mugarik Gabe
Vía:
http://www.agenciawalsh.org/po-/88-pueblos-originarios/11044-con-su-habitual-ronda-de-declaraciones-sin-fuerza-real-la-onu-llama-a-celebrar-el-dia-de-los-pueblos-indigenas.html
http://www.agenciawalsh.org/po-/88-pueblos-originarios/11044-con-su-habitual-ronda-de-declaraciones-sin-fuerza-real-la-onu-llama-a-celebrar-el-dia-de-los-pueblos-indigenas.html
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