Discurso
MPJD
MPJD
Comienzo, después de dos años, con el mismo ritual con el que no hemos
dejado de empezar cada uno de nuestros encuentros y discursos: unos
versos. Esta vez son te T.S. Eliot: “Lo que llamamos comienzo a menudo
es el final/ y llegar al final es empezar./ El fin es de donde
partimos”. Porque al final de estos dos años estamos, como en toda
conmemoración, en el lugar de donde partimos, guardemos un minuto de
silencio por la memoria de los muertos, de los desaparecidos y de la paz
y la justicia que aún no encontramos.
Los aniversarios suelen ser momentos de festejo, momentos en los que
unos y otros celebran y se desean toda suerte de bendiciones. El
nuestro, sin embargo, no es así. Después de dos años de un sufrimiento
que no alcanza todavía a ver ni la justicia ni la paz, en medio de uno
de los días más dolorosos de la tradición de Occidente, el jueves santo
–el día en que el inocente de los inocentes, que representa a la
humanidad adolorida va a ser aprendido, juzgado y asesinado--, y bajo el
peso de un México desgarrado y sangrante, no hay lugar para el festejo
ni la felicidad.
Eso es verdad. Pero, ya que todas las fechas conmemorativas son también
momentos en que nos detenemos en el tiempo para reflexionar ¿no valdría
la pena dejar por un momento nuestro dolor y recapitular los logros que
han nacido de él? ¿No valdría la pena que, después de dos años de
caminar, de consolar, de dialogar, de visibilizar la tragedia
humanitaria de la patria, centráramos nuestra atención en la Ley de
Víctimas que, junto con muchas organizaciones, hemos logrado y
celebráramos el reconocimiento que, finalmente, el Estado ha hecho de la
deuda que tiene con los desaparecidos, las víctimas y la justicia y la
paz? ¿No sería tiempo, entonces, de que, en este segundo aniversario del
Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad, olvidáramos por un
instante el sufrimiento y, como sucede en los festejos, volviéramos a
los que amamos?
El problema, es que a pesar de esos grandes logros, lo que amamos está
destruido. Delante de esa verdad, sólo tenemos corazón para negarnos al
olvido y continuar llamando a la nación a sumarse a esa negativa. “Si es
verdad –como decía Albert Camus— que olvidar es abandonarse un poco al
sueño”, el deber de este aniversario es continuar llamándonos a no
dormir, a velar, en cualquier momento, a negarnos a quitar los ojos de
esta amarga realidad que nos sobrepasa y nos aplasta. Sólo a través de
ese amor y esa fidelidad a los que nos han matado, a los que
desaparecidos aún no encontramos, a los que en este momento están siendo
asesinados o desaparecidos, y a la paz y la justica que aún, a pesar de
los logros y de las buenas intenciones del Estado, no llega; sólo a
través de ese amor y esa fidelidad “cumpliremos --vuelvo a Camus—con
nuestro deber de hombres y salvaremos quizás lo que [continúa estando]
tan espantosamente amenazado”.
Hace más de dos mil años, un jueves como éste, en el que -como un signo
y un símbolo de este amor y de esta fidelidad a la que nos negamos a
dar la espalda- conmemoramos el segundo aniversario del MPJD, un hombre,
el inocente de los inocentes, cercado por la noche y cargado con el
peso y la angustia de su destino, miró a sus compañeros dormidos, y
solo, acercándose a ellos bajo el silencio del mundo, los despertó y les
dijo que no había que dormir sino velar hasta el final de los tiempos.
Esos tiempos siguen siendo los nuestros y por ello no dejamos de velar,
de recordar, de señalar y de decirles a criminales y gobernantes que
continuamos hasta la madre, y que mientras no veamos aplicarse la Ley
General de Víctimas, es decir, mientras no veamos la justicia; mientras
no veamos volver a casa a los miles de desaparecidos, mientras un solo
muchacho, una sola muchacha, un solo niño, una sola niña, una sola mujer
y un solo hombre estén amenazados, y no haya paz, estaremos en vigilia.
Por ello, hoy, al igual que lo hicimos el año pasado, marcamos nuestra ruta:
- Porque sin justicia nunca habrá paz, mantendremos una vigilancia absoluta en la aplicación real de la Ley General de Víctimas en todo el país. Llamamos desde aquí a aquellos Legisladores que, en nombre de sus intereses -que no son los de la realidad del país ni los de las víctimas, están obstruyendo aún la Ley General de Víctimas- a que cumplan con su vocación fundamental que es servir con buenas leyes a la nación. Esta Ley General de Víctimas -así lo consensaron y aceptaron la mayor parte de los legisladores el 19 de febrero de este año cuando al lado de Alejandro Marti y de María Elena Morera entregamos en la Cámara Legislativa del Senado sus correcciones-, está ya lista. Las únicos motivos que vemos en los que aún la obstruyen son los de la mala fe, la mezquindad, el desprecio, la ignorancia y la solidaridad con el crimen. Estaremos muy pendientes de que su ausencia de sentido de la vida, no dañen más a la justicia.
-
Porque sin verdad, es decir, sin memoria, no alcanzaremos tampoco la
justicia, continuaremos luchando para que La Estela de Luz, ese
monumento que desde el inicio perdió su significado y su vocación, y que
ha sido onerosamente pagado con el dinero de cada ciudadano, se
resignifique y se convierta no sólo en el centro de documentación de la
memoria de todas las víctimas de la nación, sino en un centro de cultura
de paz.
El 28 de noviembre de 2012, fecha en que conmemoramos el todavía impune asesinato de Nepomuceno Moreno, el MPJD no sólo colocó una placa en memoria a nuestro compañero y amigo, sino que con ella declaró la resignificación de la Estela de Luz como Memorial de las Víctimas de la Violencia en México y Estela de la Paz. Menos de un mes y medio después, el 9 de enero de 2012, durante la ceremonia en la que Enrique Peña Nieto hizo entrega de la Ley General de Víctimas, el propio MPJD le entregó esa misma declaración y le pidió que el gobierno de su administración hiciera posible esa declaratoria para resarsir así la memoria que se le debe a los muertos de esta guerra que aún no termina, una memoria que no hemos dejado de exigir desde los Diálogos de Paz en el Alcázar del Castillo de Chapultepec. El Presidente no sólo se interesó sino que prometió darnos una respuesta que aún no ha llegado.
Hoy, en este segundo aniversario del MPJD, y con el fin de que eso suceda, abrimos, acompañando a muchas plataformas y organizaciones, esa petición en www.change.org/esteladepaz. Para que el presidente Peña Nieto recuerde el compromiso que ha adquirido no sólo con la justicia, sino con la memoria y la paz. La campaña terminará el 8 de mayo, fecha en la que, conmemorando el segundo aniversario de nuestra llegada al zócalo de la Ciudad de México, le entregaremos esas firmas en los Pinos. Recordemos que sólo el apoyo y la voz de los ciudadanos reunidos es la garantía de la persistencia de la memoria, la justicia y la paz. “Cuando los acontecimientos vividos por el individuo o por el grupo –escribió alguna vez el filósofo de la lengua, Todorov- son de naturaleza excepcional o trágica, tal derecho se convierte en un deber, el de acordarse, el de testimoniar. La vida ha sucumbido ante la muerte, pero la memoria sale victoriosa en su combate hacia la nada”. - Porque no habrá paz mientras del otro lado de la frontera no se regule el consumo de las drogas y no se haga una política seria del control de armas de exterminio, trabajaremos con las organizaciones estadounidenses, con las que realizamos la Caravana por la Paz por Estados Unidos durante el mes de agosto y septiembre de 2012, para que podamos encontrar una justicia y una paz común. Nuestro dolor, nuestros muertos, nuestros desaparecidos, tienen su correlato, en Estados Unidos, en la guerra contra las drogas, que surgió con Nixon, y en el uso y la compra indiscriminada de armas de exterminio que en Estados Unidos están produciendo también un gran dolor entre muchas de sus comunidades. Esa comprensión de nuestras mutuas responsabilidades en este dolor y este camino, y este trabajo conjunto, que comprendimos y construimos juntos durante esa gran Caravana, es una ruta fundamental en la construcción de la justicia y la paz que hace dos años iniciamos con nuestro caminar, y una ruta también para que la Ley de Seguridad Nacional, se convierta, mediante un cambio de estrategia en la guerra, en una Ley de Seguridad Humana y Ciudadana que los grupos de autodefensa comienzan a manifestar.
Bajo esta ruta y frente a la memoria que mantenemos viva afirmamos que
la única grandeza del hombre es luchar contra aquello que lo niega. “No
es -vuelvo nuevamente a Camus- la felicidad la que hoy debemos
desearnos, sino esta especie de grandeza desesperada” que nos mantiene
despiertos y vigilantes frente al horror para. Un día, bajo esta fuerza y
esta luz, recuperemos la felicidad y la dignidad que nos arrancaron.
Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad
México, DF, 28 de marzo de 2013
Información difundida por el Área de Comunicación y Visibilidad de Cencos
http://www.cencos.org/node/30857
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