domingo, 17 de julio de 2011

Argentina: Prohiben avisaje de prostitución...Por Gonzalo León


Hace unas semanas Cristina Fernández de Kirchner (CFK) prohibió el rubro 59, que permitía difundir propaganda de escorts y prostitutas en los diarios. Tal como LUN o La Cuarta, Clarín y La Nación, medios opositores a la gestión de CFK, contaban con abundante publicidad de prostitución en sus páginas de avisos clasificados, pese a que en sus editoriales había opiniones contrarias al comercio sexual. Bueno, pero como dicen por ahí, es difícil predicar con el ejemplo, así es que el gobierno tuvo que prohibir el rubro 59 para lograrlo.

Sin embargo, la discusión trasladó a las organizaciones de trabajadoras sexuales, quienes rechazaron la medida porque les impedía a las “independientes”, a las que no dependen de una “agencia” o de un cafiche, continuar trabajando. Para algunas feministas esto provocó otra discusión: ¿el trabajo sexual es un trabajo? La Presidenta, cuando anunció la medida, aclaró que esta prohibición no era contra las prostitutas, sino contra el comercio sexual, lo que vendría a ser un reconocimiento tácito a las putas en su calidad de trabajadoras.
Abrir la perspectiva podría servir para comprender el dilema de no prohibir la prostitución pero sí su propaganda, de castigar al cafiche pero de acoger a la prostituta. Esta dualidad en Argentina es antigua, y creo que viene del “Facundo”, de Sarmiento, en donde se aborda el tema de la civilización y la barbarie, pero además está presente en varios libros de finales del SXIX. En otras palabras, ¿dónde está el límite de la civilización y dónde el de la barbarie? El ejemplo más monumental está en la Zanja de Alsina. Juan José Saer cuenta en una crónica que el ministro de Guerra Adolfo Alsina trajo desde Francia a un ingeniero para construir una zanja de cuatrocientos kilómetros que dividiría la civilización de la barbarie, una especie de muralla china. Ese ingeniero fue Alfred Ebelot, quien además era escritor y periodista.
Ebelot, mientras construía la zanja y estaba en contacto con gauchos e indios, iba escribiendo y mandando crónicas a la Revue Deux Mondes, que luego compilaría en su libro “La Pampa: costumbres argentinas”, en cuyo prefacio escribe: “Si he reunido estas hojas volantes, es porque la rápida transformación de la República Argentina les presta un melancólico interés, y algo como un valor histórico. El indio ya no existe. Antes de diez años la despiadada civilización habrá pulido como esmeril las anfractuosidades y las líneas toscas de la acentuada figura del gaucho”. Ebelot, el llamado a poner un límite claro entre la civilización (urbe y criollos) y la barbarie (pampa e indios), sólo confirmó que estos conceptos se vacían mutuamente de significado y luego concretan un peculiar intercambio. La civilización termina siendo barbarie y la barbarie civilización.
De este modo la prohibición del rubro 59 podría entenderse como un aspecto de civilización y a la vez de barbarie. Que se elimine la propaganda de comercio sexual es algo que podríamos denominar como civilizado, pero que existan mujeres que para sobrevivir tengan que prostituirse es algo “bárbaro”, en el mal sentido del término. Esto puede ser una mala noticia para aquellos chilenos que durante sus vacaciones hacen turismo sexual, pero descuiden: al igual que en “Chilito”, las estrategias para evadir o saltar la norma son múltiples. Por lo pronto los papelitos instalados en basureros y postes son la demostración de que vivo en una civilización bárbara, ¿o no, che?

Vìa :
http://www.elciudadano.cl/2011/07/16/civilizacion-barbara-prohiben-avisaje-de-prostitucion-en-argentina/

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