Siempre sucede
lo imprevisible. En la punta del iceberg una manifestación convocada el
domingo 15 de mayo por la plataforma Democracia Real Ya y Juventud sin
futuro, cuyo eslogan es
sin trabajo, sin casa, sin miedo, sintetiza el estado de ánimo de la generación nacida en los años 80 del siglo XX.
En España, desde el rescate a los bancos y la reforma laboral, el
malestar crece y las manifestaciones se generalizan. Los motivos sobran.
Unas veces es contra el recorte de las pensiones, el desempleo, el
derecho a la vivienda, y otras contra la corrupción, la privatización de
servicios públicos como el agua, la salud o los privilegios de la
banca. Salir a la calle enarbolando la bandera de la democracia real ya y
pidiendo un futuro digno para la juventud no era excepcional. Estaba
dentro de lo previsible. Una más entre otras. El resultado era
previsible. Como de costumbre, sus convocantes serían tachados de grupos
sin proyección y sus participantes, marginales adscritos a los
movimientos antisistema. Suma de comunistas, anticapitalistas,
radicales, inconformistas e inadaptados. Sin duda pasaría desapercibida.
Los periódicos de tirada nacional dirían cuatro tópicos y asunto
zanjado. Pero en esta ocasión, algo salió mal. En Madrid, Barcelona,
Valencia o Sevilla la convocatoria desbordó los cálculos. Concentró a
decenas de miles de jóvenes y menos jóvenes. En la marcha confluyen
hombres y mujeres de todas las edades pertenecientes a los distintos
sectores de las clases populares. Profesionales, estudiantes, jóvenes en
paro, trabajadores en precarios, jubilados y también inmigrantes. A
medida que entraba la noche, seguían llegando manifestantes y
solidaridades. Los campamentos de protesta se consolidan en las plazas
de las principales ciudades: Coruña, Vigo, Zaragoza, Madrid, Barcelona,
Granada, Córdoba, Mallorca. No hay ciudad donde el movimiento no crezca.
El nombre del movimiento se consolida, toma el día de la convocatoria:
15 de mayo. Su emergencia es un punto de inflexión. Una palabra logra
definirlos: indignados.
El primer resultado ha sido la respuesta de la Junta Electoral
Central. Reunida de urgencia, por un voto de diferencia emite una
resolución obligando al gobierno a disolver los campamentos. El
argumento: desestabilizan el proceso electoral y se ubican fuera de los
marcos legales. En segundo lugar, tenemos la aparición en escena de los
partidos mayoritarios de la
clase política. Pasan de ignorar sus reivindicaciones a mostrar asombro y atacar. Atónitos se preguntan: ¿cómo ha sido posible tal desborde popular?
La miopía de sus ideólogos se adueña de las interpretaciones, tanto
en la derecha como en el PSOE. En este sentido, recurren a la
comparativa. Para muchos son un mal calca de las ocurridas en Túnez,
Egipto, Siria, etcétera. En España no tienen futuro. La democracia está
consolidada y el voto es una realidad. Esta visión reduccionista
coexiste con otras realmente peligrosas. Para el Partido Popular, sus
organizadores son izquierdistas manipulados por el gobierno, cuyo fin es
desestabilizar las elecciones del 22 de mayo, de manera similar a como
lo hicieron, según ellos, cuando perdieron las elecciones generales en
2004. La solución es recurrir a la fuerza pública, reprimir y acabar con
ellos. Esta visión es aceptada y difundida por los medios de
comunicación de la derecha y cercanos al Partido Popular. ABC, Mundo, La Razón, La gaceta, Radio COPE, Inter-economía.
En el otro lado, el PSOE los observa con cautela y considera a sus
convocantes, jóvenes desorientados por la crisis, incapaces de entender
el hondo calado
de justicia socialinmersa en sus reformas. En términos absolutos les otorga una parte de razón, pero de inmediato acotan, yerran en el blanco. No se puede responsabilizar a los empresarios, a los banqueros, ni a los partidos políticos mayoritarios de la crisis. Los verdaderos culpables son especuladores desalmados. Por tanto, las reformas han de ser consensuadas con el fin de lograr la estabilidad de los mercados y confianza a los inversores, base para la creación de empleo.
La miopía es general. La prensa extranjera lo considera una
protesta parcial. Así destacan la juventud de sus miembros. Sin embargo,
el M 15 es el resultado de una larga lucha de muchos sectores sociales
afectados por la crisis, donde el malestar confluye evidenciando la
falta de democracia y la pérdida de derechos reales en todas las esferas
de la vida pública. Si prestamos atención a la plataforma Democracia
real Ya, encontramos una trama reivindicativa muy estructurada. Entre
sus ocho epígrafes destaca: la eliminación de los privilegios de la
clase política, el reparto del trabajo fomentando reducciones de jornada
y conciliación laboral hasta acabar con el desempleo estructural. La
creación de bonificaciones para empresas con menos de 10 por ciento de
contratación temporal. Fomentar ayudas al alquiler para jóvenes y
aquellas personas de bajos recursos. Dación en pago de las viviendas
para cancelar hipotecas. Servicios públicos de calidad. Control de las
entidades bancarias. Prohibición de cualquier tipo de rescate o
inyección a los bancos. Elevación de los impuestos a la banca de manera
proporcional al gasto social ocasionado por su mala gestión. Prohibición
de inversión de bancos españoles en paraísos fiscales. Sanciones a la
mala praxis bancaria. Aumento del tipo impositivo a las grandes
fortunas. Control real del fraude fiscal y la fuga de capitales.
Protección de las libertades ciudadanas y democracia participativa.
referéndum obligatorios y vinculantes para las cuestiones fundamentales
que modifiquen las condiciones de vida de los ciudadanos.
Establecimiento de mecanismos reales que garanticen la democracia
interna en los partidos políticos. No al control de Internet.
Modificación de la ley electoral y reducción del gasto militar.
Asimismo, en uno de los panfletos repartidos, titulado Como hackear las próximas elecciones,
nos aconsejan: a) no votar en blanco, b) no abstenerse ni practicar el
voto nulo. No sirve. Consolidan el bipartidismo y los partidos
mayoritarios, y c) votar a un partido minoritario. Hay muchos donde
elegir. Examina sus programas y seguramente encuentres alguno que se
ajuste razonablemente a tus peticiones.
Este movimiento, heterogéneo y lleno de propuestas, lucha por
recuperar los espacios democráticos secuestrados por el mercado.
Representa un sentir generalizado de malestar social, por ello ha
logrado calar en amplios sectores de la sociedad. Por consiguiente,
intentarán acallarlo, infiltrarlo o capitalizarlo. Sin embargo, sus
impulsores tienen la cabeza bien puesta y los objetivos claros.
Democracia real ya con todas sus consecuencias. Una auténtica revolución
en España donde priva la mediocridad. Démosle la bienvenida, puede ser
el germen de un nuevo tiempo. Pero también seamos prudentes. Es hora de
indignarnos.
Fuente, vìa :
http://www.jornada.unam.mx/2011/05/22/index.php?section=opinion&article=004a1pol
http://www.jornada.unam.mx/2011/05/22/index.php?section=opinion&article=004a1pol
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