sábado, 7 de mayo de 2011

Costa Rica: cuando los sicarios mexicanos llegan . José Meléndez

(apro).- Poco antes del mediodía del 15 de agosto de 2010, un doble homicidio conmocionó a Puerto Limón, en el área sur del litoral Caribe de Costa Rica, y abrió una fase inédita en la penetración del narcotráfico internacional en Centroamérica: el sorpresivo desembarco de fuerzas del sicariato mexicano en suelo costarricense.
En un hecho que quedó grabado en una cámara de seguridad colocada a la entrada de un barrio de Limón, los costarricenses Carlos Enrique Granados García, de 41 años, presunto jefe de una narcopandilla, y uno de sus guardaespaldas —Rándall Muñoz, de 43— fueron asesinados a quemarropa por al menos un hombre que atacó desde un vehículo con varias ráfagas de ametralladora AK-47, en un supuesto ajuste de cuentas.
El fiscal general de Costa Rica, Jorge Chavarría, el ministro costarricense de Seguridad Pública, José María Tijerino, y el fiscal adjunto de Limón, Celso Gamboa, revelaron a la agencia Apro, en entrevistas separadas, que las investigaciones apuntan a que Granados fue eliminado porque habría robado un cargamento de 100 kilos de cocaína que pertenecían a un cártel mexicano.
En un intento de engaño, en vez de droga, Granados envió a México una carga de paquetes con un polvo que era el químico urea; los mexicanos reaccionaron molestos por la burla y, en respuesta, habrían enviado a sus sicarios a Costa Rica para vengarse del costarricense, dijeron Chavarría, Tijerino y Gamboa.
“Hay una presunción muy fuerte por la droga que suponemos que se había sustraído. Es un caso que está en investigación. Él (Granados) robó una droga a un grupo mexicano, una cantidad superior a los 100 kilos de cocaína. Eso es lo que se maneja que fue el móvil”, explicó Gamboa. Al preguntársele si Granados sustituyó la cocaína con urea, el fiscal adjunto contestó: “Por ahí anda la cosa”.
Chavarría y Tijerino aseguraron que los dos homicidios marcaron la llegada de pistoleros mexicanos a este país, pero Gamboa fue menos contundente. “El esclarecimiento de quienes son las personas (que los mataron) está en investigación. Una hipótesis policial que todavía no puedo asegurar con certeza es que es un grupo de mexicanos que están infiltrados aquí en Costa Rica. Ese es el derrotero que tengo ahorita”, aclaró.
“No llego hasta el gatillero. Sí sabemos o podríamos saber quién dio la orden, pero sería un asunto estrictamente especulativo y no podría asegurarlo”, alegó. “Sin embargo, allende a lo que informó el fiscal general, pareciera ser que sí hay vínculos de grupos de narcotraficantes mexicanos que participaron en el evento”, subrayó, al precisar que por el momento “no hay personas sindicadas formalmente por este hecho”.
El sicariato en Limón, y en Costa Rica en general, ha sido tradicionalmente ejercido por colombianos, nicaragüenses, jamaiquinos y costarricenses. Limón es una de las regiones más violentas de este país, por lo que el doble asesinato despertó sospechas a Gamboa. “Pareciera ser que es parte del inicio de la vinculación de grupos extranjeros todavía más fuertes a los que ya estábamos acostumbrados, para el control del tráfico de drogas. Se han detectado mexicanos en Limón, que no frecuenta el turista mexicano, menos a la zona conflictiva”, advirtió.
Granados era “una persona investigada como referente del tráfico de drogas en Limón, como una de las pandillas que se dedican al tráfico y a lo que se denomina como al ‘tumbonazo’ de droga, que es robar la droga a otros grupos criminales. Y, por supuesto, con los vínculos con la venta local y trasiego hacia el exterior”, informó.
A Granados “le asistían e interactuaban con él más de 20 personas. Están identificadas más de 20 pero aseguro que hay más”, alertó. Aparentemente estaba ligado al cártel de Sinaloa.
Poco después del doble crimen, en un lujoso barrio de las afueras de esta ciudad hubo un secuestro aparentemente relacionado al caso. Y un amenazante mensaje circuló por teléfonos celulares de pandilleros en Limón:
“No jueguen con el cártel de Sinaloa. Granados, Sergio y sus muchachos hicieron negocios con los mexicanos y le jugaron sucio. No pagaron la droga y los asesinaron sin piedad. Los mexicanos quieren su droga y vienen sin piedad por Sergio, Guli, Maik, Anselmo, Robert y el resto…“.

Vìa :
http://proceso.com.mx/rv/modHome/detalleExclusiva/91039

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