Entre los muchos factores que explican
la escasa presencia del mundo del trabajo en el imaginario actual
destaca, sin duda, el marco jurídico e institucional en que se
desenvuelve toda actividad laboral. Es claro que la actual Constitución
y, en particular, la legislación laboral, herencia de la dictadura
militar, tiende a debilitar toda forma de sindicalización, disgregando
así la fuerza potencial de un movimiento de mayor alcance.
Con toda la importancia que posee lo
institucional, está lejos de ser el único. No podemos dejar de mencionar
las profundas mutaciones en el modelo tecno-económico chileno que ha
alterado profundamente los procesos productivos, las formas de gestión
y, consecuentemente, la forma en que se relacionan los trabajadores con
las empresas. Modalidades como la “subcontratación”, el “trabajo
temporal”, entre otras, dan cuenta de una nueva realidad que debe ser
considerada.
A lo anterior se debe agregar la
actuación de los diversos actores que participan del mundo laboral. En
concreto, las relaciones que han entablado los dirigentes de las
organizaciones de trabajadores respecto de los distintos partidos
políticos. La articulación de la relación entre el mundo político y el
ámbito laboral ha sufrido, estos últimos años, grandes transformaciones.
El trabajo de los partidos políticos en relación a las centrales, las
confederaciones, federaciones y sindicatos ha sido mucho más débil y
tortuosa que en épocas anteriores. Durante toda la era concertacionista
se verificó, más bien, una instrumentalización del mundo del trabajo por
parte de los partidos políticos.
Por último, existe un contexto cultural que no podemos dejar de considerar. Para decirlo de manera sencilla: El Chile actual
es fruto de un diseño socio-cultural llamado “sociedad de consumo” que
ha transformado el “carácter social”. En este nuevo clima cultural, se
exalta el individualismo, el consumo y el emprendimiento en oposición a
las formas gregarias y a las demandas colectivas. Esta nueva “cultura
del consumo” ha expurgado la figura del trabajador, sustituyéndola por
aquella del consumidor. De suerte que los medios de comunicación tienden
a criminalizar toda forma de protesta de los trabajadores.
No ha de extrañar, entonces, que los
medios de comunicación construyan la invisibilidad de los trabajadores y
escenifiquen las glamorosas imágenes del empresariado. La mirada se ha
deslizado desde la fábrica hacia los escaparates. Asistimos a la
paradoja según la cual los bienes y servicios que exhibe y ofrece la
sociedad de consumo reclaman y consumen la vida de millones de hombres,
mujeres y niños con salarios mínimos alrededor del mundo entero y, sin
embargo, esos mismos cuerpos lacerados y explotados son invisibles al
espectáculo y la seducción de las vitrinas y al espectáculo mediático.
Investigador y docente de la Escuela Latinoamericana de Postgrados. Elap. Universidad Arcis
Fuente, vìa :
http://www.elciudadano.cl/2011/05/01/primero-de-mayo/
http://www.elciudadano.cl/2011/05/01/primero-de-mayo/
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