Pocos días duró una medida en
cuidado de la salud pública. La policía volverá a disponer del uso de
gases lacrimógenos en las manifestaciones, según lo anunciado por el
Ministro del Interior. Vea cómo la prensa pavimentó estos días el camino
para una medida que permite el abuso de la fuerza policial.
Sin citar estudio alguno, el ministro del Interior, Rodrigo Hinzpeter, anunció al medio día de este viernes que se repone el uso de los gases lacrimógenos por parte de Carabineros para enfrentar protestas y manifestaciones.
“Hoy día puedo informar que efectuados
los estudios comprometidos, los gases lacrimógenos utilizados por
Carabineros en las concentraciones, no tienen efectos abortivos, ni
causan problemas para la salud. En consecuencia, como en muchas partes
del mundo, pueden y deben ser utilizados para resguardar el orden
público frente a disturbios y manifestaciones violentas” – dijo
Hinzpeter.
El Ciudadano contactó al Ministerio del Interior
para saber respecto de cómo en dos días se hicieron estudios al
respecto, pero no han querido entregar informaciones ni las fuentes de
dichas investigaciones.
El secretario de Estado dijo que la
medida fue tomada luego de recibir los estudios correspondientes que
indican que estos elementos “no tienen efectos abortivos ni causan daño a
la salud”. Claro que no citó ningún estudio al respecto.
El anuncio del Gobierno se produce a horas de la convocatoria a una nueva marcha contra HidroAysén esta tarde en el centro de Santiago, y las manifestaciones programadas en Valparaíso para el 21 de mayo, día en que el Presidente Sebastián Piñera dará su cuenta pública ante el Congreso.
No hay instancias de salud pública nacionales que revisen las cualidades de los gases disuasivos. Su control sólo depende del Ministerio de Defensa, quedando marginados de su control el Instituto de Salud Pública (ISP) o el Ministerio de Salud.
Tampoco hay información exacta de los químicos utilizados.
Un estudio efectuado en la década de los ’80 por el toxicólogo de la Facultad de Medicina de la Universidad de Chile, Andrei Tchernitchin, comprobó que el clorobenzilideno, compuesto activo de los gases lanzados por Carabineros en las protestas de dicha época, genera efectos abortivos, problemas cardiacos y mutaciones celulares.
EL HUMO QUE NO SE DISIPA
EL HUMO QUE NO SE DISIPA
Las últimas y masivas movilizaciones
ciudadanas habían sacado a la calle en una semana a más de cien mil
personas. Una primera estrategia de La Moneda para acallar la disidencia fue ensayada el lunes 9 de mayo, cuando miles de personas se juntaron en Plaza Italia para protestar por la aprobación de cinco represas en la Patagonia que monopolizan más la producción eléctrica del país.
En aquella ocasión, y pese a los
permisos dados, carabineros disolvió la manifestación antes de que
empezara. En la oportunidad detuvieron a un diputado y a dirigentes
ambientalistas, quienes junto a otros detenidos pasaron la noche entera
en prisión.
El jueves 12 una marcha convocada por
las federaciones estudiantiles universitarias públicas y privadas
congregó a unas cien mil personas a lo largo del país. La represión
policial fue la misma: lacrimógenas, carros lanza aguas y un nutrido
contingente policial.
También se aplicó en esa jornada la
política de que todos los detenidos pasaran la noche en prisión, siendo
liberados al otro día al momento de ser formalizados en tribunales.
En Concepción, elementos de Fuerzas Especiales
lanzaron una bomba lacrimógena a una estudiante a la cara y a menos de
20 metros de distancia, lo que le provocó una seria lesión en un ojo.
Algo similiar ocurrió en Valdivia, en donde una muchacha de la Universidad Austral resultó con fractura de mandíbula al ser golpeada por un cartucho de gases lacrimógenos disparado por carabineros.
Tanto con los detenidos de la protesta
contra Hidroaysén y en la marcha estudiantil, los jueces que revisaron
las aprehensiones concluyeron que se trató de detenciones ilegales.
En una de dichas audiencias la jueza María Inés Lausen señaló que la policía se excedió en sus funciones y no respetó los permisos dados a la manifestación.
Los días posteriores la estrategia del
Ejecutivo no varió. En la protesta que congregó a más de 30 mil personas
contra Hidroaysén el viernes 13 de mayo, la respuesta policial fue
desproporcionada.
Pese a que no hubo provocaciones ni piedras, carabineros esa noche atacó con lacrimógenas a las personas congregadas en la Alameda,
quienes se dispersaron desesperadas hacia el oriente de la ciudad. La
policía, pese a que las calles estaban vacías, continuó por alrededor de
media hora gaseando la principal arteria capitalina.
EL ROL DE LA PRENSA
Cada vez que se denuncia un herido por
acción de Fuerzas Especiales, carabineros dobla la cifra denunciando
heridos de la institución. El miércoles acusó que 10 policías resultaron
heridos tras los incidentes en las universidades ubicadas en Macul con Grecia.
Las imágenes de la mayoría de los noticieros de TV abierta y las fotos de los diarios del conglomerado El Mercurio-La Tercera mostraban policías recibiendo ataques, carros lanza aguas rayados y uniformes de funcionarios manchados.
En la noche del jueves 19, luego de que un camión atropellara y matara a una persona en San Bernardo,
los vecinos, cansados de los accidentes y la ausencia de un semáforo,
prendieron una barricada; los periodistas volvieron a la carga. El
periodista de la edición nocturna de Tele13, Jorge Iturrieta, llama a usar lacrimógenas “para controlar a la población” y al comandante de carabineros, Claudio Quiroz, los periodistas le preguntaron: “¿Hacen falta gases lacrimógenos?”
Las imágenes de una policía atacada,
débil y víctima comienzan a cuajar en el imaginario fabricado por los
medios. A la par, los diputados de la UDI, María Angélica Cristi y Felipe Salaberry,
exigieron revertir la prohibición del uso de bombas lacrimógenas
durante las protestas. “Lo ocurrido con los 10 carabineros heridos
demuestra que es muy difícil disuadir sólo con agua” – argumentaron los
parlamentarios.
Para la marcha de este sábado en
Valparaíso carabineros dispondrá personal de Infantería, Fuerzas
Especiales, policías montados, observadores en altura y hasta tiradores
escogidos y mucho gas lacrimógeno.
El perímetro en torno al Congreso será
cerrado al tránsito de personas y vehículos. En un segundo anillo de
seguridad, como le llaman a la distancia entre los manifestantes y la
clase política, se hará un control obligatorio de personas.
Por su parte, los grandes medios de
televisión y prensa escrita alistan sus fotógrafos y camarógrafos para
cazar imágenes de encapuchados, manos tirando piedras, destrucción de
mobiliario público, carabineros maltratados y, al otro día, alcaldes
interponiendo querellas criminales.
En una marcha de más de mil personas,
una minoría quizá quiera ser actor de ese guión ya armado. Lo cierto es
que más allá de esos gestos, el lente de los medios apunta a poner en
entredicho las libertades públicas y el derecho a manifestarse.
La primera pedrada la tiró el alcalde de Santiago, Pablo Zalaquet,
quien se quejó de las 600 manifestaciones al año que ocurren en el
centro. “Ese dinero va en contra de las arcas fiscales, contra la
propiedad privada, de pequeños comerciantes, a gente que se tiene que
encerrar en sus casas” -dijo.
En tanto, la diputada Cristi indicó este
viernes que “a la gente que no quiere que le duelan los ojos y la
garganta, que no esté donde no debe estar”.
El Ciudadano
Vìa :
http://www.elciudadano.cl/2011/05/20/carabineros-tendran-su-juguete-preferido-vuelven-las-lacrimogenas/
http://www.elciudadano.cl/2011/05/20/carabineros-tendran-su-juguete-preferido-vuelven-las-lacrimogenas/
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