miércoles, 11 de mayo de 2011

Chile : Aprobación de Hidroaysén: No tienen agallas para decir “yo fui” . Javier Karmy

Muchos tomaron sus pancartas, otros salieron con un limón previendo lo que podría hipotéticamente suceder. La dirección: Plaza Italia hasta La Moneda. La convocatoria era a las 19 horas y, en menos de una hora Fuerzas Especiales de Carabineros reprimió. Las voces por una Patagonia sin represas y en contra de Piñera, su política energética –o su no política- y las serviles autoridades que votaron en Aysén, quedaron truncadas cuando las fuerzas represoras hicieron lo único que saben hacer.
Pese a las lacrimógenas, los chorros de los guanacos y, sobre todo, la dispersión que provoca el zorrillo, la irreductible gente logró llegar poco a poco a pararse con gritos frente a La Moneda. El lugar de encuentro fue justo donde antes iluminaba la Llama de la Libertad, símbolo de la derecha más dura que gobernó en las sombras con Pinochet, que nos implantó esta Constitución y este modelito económico que necesita justamente de este tipo de proyectos asesinos.
Frente a la Casa de Gobierno la cosa no fue muy diferente. Una multitud cantaba, se entretenía, sin líder alguno. Todos eran uno, todas eran una. Una sola multitud gritando “Piñera entiende, Patagonia no se vende”, “Patagonia, sin represas” y un sinnúmero de cantos.
Sin embargo, una micro, un zorrillo, segunda micro y una tercera y cuarta micros acompañadas de lanzaaguas… En media hora Carabineros de Chile y sus Fuerzas Especiales se interpusieron entre el Parque Bulnes y la Casa de Gobierno. No se podía ver más que micros verdes que cruzaban entre Zenteno y Nataniel estacionados en el bandejón sur de la Alameda por donde hoy pasa el paco libre reprimiendo. Esto es solo el reflejo de la separación que existe entre el Gobierno y la gente común y corriente, su pueblo. Que no se nos pase por la cabeza que poner las micros verdes fue una provocación de Hinzpeter. ¡Cómo podría serlo! Finalmente todo dispuesto. La batalla comenzó sin más a eso de las 20:30 hrs. Era la segunda represión, la primera había sido una hora antes en la Plaza Italia.
El lanzaaguas disparó los primeros intentos para dispersar el poder, sin embargo la batalla se extendió por poco más de una hora. Lo digo certeramente, quien comenzó el ataque fueron las fuerzas de orden de nuestro país. Por supuesto que para muchos esto no es novedad, pero nunca está de más aclararlo para quienes no estuvieron allí. Repito: quienes iniciaron la violencia fue Carabineros de Chile y sus Fuerzas Especiales.
Es fácil reprimir cuando los responsables se ocultan entre las lacrimógenas, entre la luma, entre diez pacos con cascos parecidos al de cosmonauta, a varias tortugas ninjas llevándose a un tipo y luego maltratándolo al interior de la micro. Es re fácil cuando no hay televisión dispuesta a sacar esos rostros de jóvenes uniformados enviados por el señor Hinzpeter. Tal como ocurría en dictadura en medio de esa Llama de la Libertad: jóvenes siguiendo instrucciones dispuestos a dar la batalla. Esto es terrorismo de Estado: La misma ley, la misma gente, gobiernan los mismos. ¿Podremos utilizar la ley antiterrorista en contra de ellos?
El cerco informativo
Es fácil reprimir cuando no están los periodistas de las principales cadenas de radio, de las televisoras o de la prensa para contar lo que vieron. Los comunicadores tienen la capacidad de limitar de alguna manera la violencia con su denuncia periodística. Al menos una cámara de televisión intimida en algo al carabinero represor. Pero los filtros que tiene el periodismo en Chile, ha construido lo que se conoce como cerco informativo. Como todo cerco, lo único que hay que hacer es derribarlo. Pero con esta repre, que no tiene quién pueda denunciar en el momento, y con una ciudadanía constantemente reprimida, el círculo está cerrado.
Es re fácil hacer como que nada pasa cuando pasa por otra frecuencia. Así sucedió hoy con las multitudinarias protestas a lo largo de Chile en contra de la aprobación ambiental de Hidroaysén, y que lamentablemente ha ocurrido con el Caso Bombas (o más conocido como Caso Montaje), con los comuneros mapuches en huelga de hambre, con la aprobación de la Termoeléctrica Castilla, del proyecto binacional minero Pascua Lama, de la hidroeléctrica Ralco, solo por mencionar tal vez los más emblemáticos.
La otra frecuencia es la que el Gobierno no puede callar. Esa que se levanta a pesar de la aprobación ambiental del peor proyecto que puedan inventar. Esa frecuencia que levanta radios y televisoras comunitarias a lo largo de Chile, esa frecuencia libre y libertaria que se conecta y se interconecta para transmitir en vivo y en directo por todo el territorio nacional lo que sucede en Aysén. Esa frecuencia de ese Chile lindo, lleno de colores, de poesía y de esperanzas, libre, liviano, fragante. La frecuencia de los que informan sin responder más que a sus radioescuchas, televidentes o lectores.
Por esta frecuencia es que la protesta ha recorrido las calles de un Chile que se construye a pulso y que ni el Gobierno ni Carabineros podrá nunca detener ni reprimir. Porque el pueblo es irreductible, somos irreductibles. Hoy las manifestaciones clamaron no solo a favor de la Patagonia, sino por un nuevo orden constitucional que libere los ríos presos de estas transnacionales, que libere las aguas de las acciones que se transan en el mercado, que libere los territorios que están amenazados por las mineras, por autopistas, por represas y proyectos energéticos que están destruyendo el país. La concesión es la palabra linda para decir privatización.
El pueblo puede sufrir un rato, pero aguanta en conjunto, acompañado y organizándose. En cambio, los fríos pasillos gubernamentales están cada vez más fríos y solitarios. Solo se escuchan los tacones empresariales que pasan por la alfombra roja. Pero el clamor de la gente los comienza a asustar y es por eso que reprimen, porque no tienen agallas para mostrar sus rostros y decirle al pueblo “yo fui”.

Fuente, vìa :
http://radio.uchile.cl/opiniones/114093/

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