apro.- Si algo han logrado las movilizaciones masivas en los países
del Magreb, especialmente en Túnez y ahora en Egipto, es demostrar que
no basta con cortar las telecomunicaciones, censurar el Internet y
mantener el control férreo de los medios electrónicos, sobre todo la
televisión, para frenar el derrumbe de regímenes sin legitimidad social.
No fueron las redes sociales sino la descarada corrupción de estos
gobiernos cleptocráticos los que derrocaron a sus gobernantes. Las redes
sociales jugaron otro papel indispensable como fenómeno de
comunicación. Los blogs y los movimientos de audiencias deliberativas en
Facebook y Twitter renombraron como dictaduras a regímenes que se
cobijaron durante décadas con la tutela de Europa y de Estados Unidos
porque eran los “aliados necesarios” en su geopolítica de contención a
organizaciones islámicas y a Al Qaeda, el enemigo sobredimensionado que
justificó toda la guerra contra el terrorismo.
La caída del régimen de Ben Alí, en Túnez, y el inminente derrumbe de
Hosni Mubarak en Egipto –a pesar de su anuncio de que no se reelegirá y
su promesa de que dejará el poder en septiembre-- constituyen el
segundo golpe geopolítico y comunicativo que toma desprevenido al
gobierno de Barak Obama y a la diplomacia europea. Primero fue el
tsunami generado por la revelación de los cables de Wikileaks y ahora la
reacción social en el Magreb.
Difícilmente se puede explicar lo que está sucediendo en estas
naciones sin la divulgación de los cables de Wikileaks que confirmaron
la hipocresía y el doble rasero del Departamento de Estado
norteamericano frente a la zona. No es casual que después del Cablegate se
haya generado esta ola de protestas cívicas que ya están presentes en
Marruecos, Argelia, Yemen y Arabia Saudita, la joya de la corona en
Medio Oriente.
Durante toda la segunda mitad del siglo XX, los regímenes
autoritarios privilegiaron la hegemonía de los medios electrónicos, en
especial de la televisión, para controlar a los ciudadanos. La
“dictadura perfecta” del PRI creó un monopolio televisivo a imagen y
semejanza de su dominio electoral y corporativo para evitar que los
críticos y los movimientos disidentes tuvieran repercusión en la
pantalla. Basta recordar la actitud de Televisa frente al movimiento del
68, tan similar a lo que ocurre ahora en Túnez y Egipto.
Estaciones de la ‘ciberrebelión’ árabe
1. En Túnez la corrupción del régimen de Ben Alí, presidente de aquel
país desde 1987, se convirtió en el motivo principal de indignación. En
particular, su esposa, Leila Trabelsi, conocida como La regenta de Cartago, fue
el ícono de esa cleptocracia. Sus familiares, sus hijos, sus yernos se
convirtieron en los reyes del tráfico ilegal y del crimen organizado
(alguna similitud con México es pura coincidencia).
La chispa que despertó la rebelión en Túnez se originó a raíz de que
Son Mohamed Ben Kilani, un piloto de 37 años, se negó a embarcar a los
familiares de Leila Trabelsi y recibió una brutal paliza policiaca. La
represión contra Ben Kilani lo convirtió en héroe de las redes sociales y
blogs. El joven Mohamed Bouazizi se incendió en protesta por la
brutalidad policiaca y su muerte generó una indignación que proliferó
como pólvora en todo el país.
Dos blogueros fueron clave en la proliferación de las protestas: Slim
Amamou, de 33 años, y Lina Ben Mehnni, de 27 años, junto con el rapero
Hamada Ben Amor, quien fue encarcelado a raíz de un rap en que criticaba
a Ben Alí.
Entrevistada en El País, Lina Ben Mehnni, autora del blog Tunisian Girl,
relató que desde 2007 comenzó a escribir sobre temas musicales, pero en
2008 comenzó a denunciar las violaciones a derechos humanos.
“Mi blog fue censurado, es decir, que dejó de ser accesible desde
Túnez y, al regresar de noche a casa de mis padres, me topaba con
policías de paisano que primero me decían con educación que una chica de
buena familia no debía hacer esas cosas”, advierte Ben Mehnni.
La blogera sintetizó así el mecanismo que convocó a miles de jóvenes de Túnez a protestar contra Ben Alí:
“Allí donde había conexión a Internet, los jóvenes lugareños colgaban
videos que yo completaba con mis textos y mis propias imágenes…
Facebook, Twitter y otras redes sociales han servido a los tunecinos
para informarse de lo que sucedía y también para movilizarse”.
Incapaz de frenar con la represión policiaca la rebelión y las
movilizaciones convocadas desde las redes sociales, el gobierno de Ben
Alí cayó. Ahora él y su familia son acusados por “evasión ilegal de
divisas al extranjero” y el robo continuado del patrimonio tunecino
durante los últimos 23 años.
La caída de Ben Alí dejó en ridículo a aliados suyos, como el
presidente francés Nicolás Sarkozy, quien lo apoyó enmedio de la
rebelión de inicios de año. El 24 de enero Sarkozy, tan hábil para
contradecirse, ofreció disculpas por “no haber calibrado en su justa
medida” la “desesperación de un pueblo hermano”. Ahora, el vacío de
poder en Túnez pronostica una grave crisis política durante los próximos
días.
2. Lo sucedido en Túnez generó un “efecto dominó” en los países
vecinos, especialmente en Yemen, Argelia y en Egipto, la “joya de la
corona” de los países árabes. Todos estos regímenes comparten una
característica: la cleptocracia, es decir, el gobierno de la corrupción.
El especialista árabe Hicham Ben Abdallah el Aloui ha clasificado a
los países árabes en tres categorías: los regímenes “cerrados” como
Libia y Siria, donde no se ha abierto ninguna forma de pluralismo y los
medios de comunicación, incluyendo Internet, están férreamente
controlados (al estilo de China). Después están los regímenes
“híbridos”, con gobiernos personalistas con fachadas de pluralismo
democrático (Argelia, Egipto, Jordania, Marruecos, Sudán, Yemen y
Túnez). Es en ellos donde están detonando las revueltas que se generaron
en la sociedad civil y cibernética. El único “régimen abierto”, según
Al Aloui, es Mauritania.
En el periódico Público, el psicólogo y escritor tunecino
Said El Kadaoui afirmó que una lección de lo sucedido en Túnez es que
“si se quieren cambios, solamente pueden ser generados desde la propia
sociedad. De Europa ha quedado más que probado que no van a obtener
ayuda. Las libertades, los derechos, la igualdad de oportunidades y, en
definitiva, la democracia la quieren para sus adentros, pero no
necesariamente fuera de sus fronteras. Al contrario, su actuación ha
puesto en evidencia lo que espera del sur del Mediterráneo: tener
repúblicas bananeras haciéndole el trabajo sucio”.
3. El contagio tunecino irrumpió en Egipto y, especialmente en la
ciudad de Alejandría, el primer epicentro de la rebelión. En este país,
desde 2008 se creó el Movimiento 6 de Abril, un movimiento de jóvenes
opositores al régimen de Mubarak que nació en la red social Facebook.
Este movimiento expresó su solidaridad con los obreros del delta del
Nilo que protestaban contra el incremento de precios y fueron reprimidos
por la policía. El Movimiento 6 de Abril inició una serie de mensajes,
sin filiación partidista, para aglutinar a jóvenes de buen nivel
educativo que se vistieron de negro para protestar contra el poder
faraónico de Mubarak.
Las protestas masivas iniciaron el martes 25 de enero, convocadas
justamente a través de Twitter, Facebook y los teléfonos celulares. De
las primeras manifestaciones de Alejandría –donde se registraron más de
cuarenta muertos-- se trasladaron a El Cairo, Suez y Mansura con gritos
como “Fuera Mubarak” y “Túnez es la solución”.
4. La crisis en Egipto ha alcanzado su clímax este martes 1 de
febrero. Más de dos millones de personas se concentraron en las ciudades
egipcias de Isamiliya, Mansura, Dimyat, Mahalla, Suez y Alejandría.
Desafiaron el toque de queda y se declararon en plantón en la Plaza
Liberación. Su grito es “¡no nos iremos!”.
El régimen de Mubarak, heredero del poder a raíz del
asesinato de Anuar el Sadat, está en la cuerda floja. Removió a su
gabinete, nombró a un anciano vicepresidente y ahora prometió que se irá
en septiembre de este año, pero esto no ha logrado aminorar el
descontento.
Mubarak habló en el viejo lenguaje que ha caducado frente a los
acontecimientos: en una transmisión televisiva, sin aceptar preguntas ni
interpelaciones, recitando un discurso sin alma ni credibilidad,
prometiéndose acercar a los jóvenes que ya no le creen nada.
Si la tesis de Marshall McLuhan –el medio es el mensaje-- sigue
siendo válida para explicar este tipo de fenómenos, en Egipto el mensaje
desesperado de Mubarak nació muerto, ya que su sociedad le dio la
espalda y ya no cree en los gobiernos de pantalla.
Comentarios: www.jenarovillamil.wordpress.com
Vìa :
http://proceso.com.mx/rv/modHome/detalleExclusiva/87955
Ya hay proyectos para conectarse a Internet de manera segura en estos paises. Comprueba esta historia en mi blog. www.txemariseo.blogspot.com
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