En la India
las vacas son sagradas, una sacralización dudosa, sin embargo; han
dejado de ser rumiantes campiranas para convertirse en rumiantes
citadinas; deambulan por todas partes, son de verdad city people:
como cualquier indio de la clase baja, viven a la intemperie y en la
ignominia. Escuálidas, su piel es cenicienta y desgarrada y, como los
parias, se alimentan de los desechos que las otras clases van dejando.
En Calcuta tuve la dudosa suerte de comprobar con mis propios ojos
cómo cambiaban en un santiamén de estatus: los campos invadidos por las
ciudades se transforman en suburbios y los animales domésticos, como los
albañiles que construyen los fraccionamientos en los alrededores,
sobreviven hacinados al lado de las carreteras o en las calles.
A quienes llegamos de fuera, nos parece que las vacas son inútiles en
ese país: muy flacas –costillar de fuera– mueven sin cesar la cola para
espantar a los insectos sacrílegos que se las comen vivas, como
vampiros; casi no tienen leche y su carne está prohibida a quienes
profesan la religión hinduista.
Sí, van coronadas de moscas, como Io, la joven semidiosa griega, a
quien Hera, celosa por el deseo que su belleza y juventud despertaban en
Zeus, transformó en ternera, acosada por tábanos:
voraces aladas, sedientas bestezuelas, infamantes ángeles zumbadores la perseguían, escribe Blanca Varela.
En el campo es distinto, su vida es amable y se las venera en
templetes con estatuas que las representan; se las adorna con guirnaldas
de flores rojas o anaranjadas y borlas de colores. Cuando enferman, los
campesinos rezan como si alguna de sus hijas fuera a morir y cada vez
que nace un becerro se hace una celebración presidida por un sacerdote.
En la ciudad lacustre de Udaipur, en cambio, las vacas se estacionan
como los coches junto al lago y allí pasan la noche: tienen dueño, pero
no establo. ¿Cómo lo tendrían en un país donde los árboles suelen
cortarse para que la gente tenga dónde vivir, aunque sea de pie?
Aunque no sean comestibles para los hindúes, son y han sido
siempre una fuente de energía; con estiércol de vaca se abonan los
campos, se hacen ladrillos para los muros y se alimentan sus hornos y
braseros. Costumbre milenaria que empieza a difundirse apenas ahora en
Occidente: recientemente la BBC difundió una noticia importante en este
momento en que la crisis alimenticia se hace cada vez más grave, debido
al uso de gramíneas para producir combustible.
Mohammed Saddiq, ingeniero de una firma inglesa, desarrolló en
Bristol un automóvil que funciona con gas metano. ¿Cómo?, pues,
simplemente, como funciona la bosta de las vacas en la India:
¡De la boca al estómago. Del estómago al inodoro. Del inodoro a la cloaca y de la cloaca... al automóvil!, explica Saddiq. En pocas palabras este es el procedimiento para producir combustible limpio del que se abastece este vehículo. Si hacemos a un lado las diferencias internas que le permiten rodar con metano, es igual a cualquier auto común y corriente.
Explica que este tipo de coche puede alcanzar la misma velocidad que
uno normal. Al andar tampoco se sienten diferencias, repite, y, para
saciar la curiosidad de muchos, se confirma que, pese a que las heces y
otros desechos son la materia prima de su combustible, el tubo de escape
no despide ningún olor desagradable. Sirvió como antecedente una planta
de tratamiento de aguas residuales que produce biogás. Las aguas que
llegan allí a través de las cañerías de la ciudad son sometidas a
procesos de filtración y se depositan luego en unos gigantescos
digestores anaeróbicos. Este lodo recibe calor y, sin oxígeno, las
bacterias de la materia orgánica se descomponen y producen energía. Como
la planta proporcionaba más gas del necesario, la empresa encargada de
las instalaciones decidió aprovechar el sobrante y nació la idea de
crear un automóvil que funcionara de esa forma.
Quizá nuestros políticos podrían tener alguna utilidad si los transformásemos en metano.
Fuente, vìa :
http://www.jornada.unam.mx/2011/02/24/index.php?section=opinion&article=a07a1cul
http://www.jornada.unam.mx/2011/02/24/index.php?section=opinion&article=a07a1cul
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