Fantasmas del pasado:
quema de libros en Italia
quema de libros en Italia
Santo Domingo y los albigenses (detalle), de Pedro Berruguete, en el que se muestra la quema de libros de los albigenses |
Fabrizio Lorusso
La
censura y las listas negras volvieron a sacudir a Italia y resucitaron
el espectro de un fascismo latente en ciertos sectores de su sociedad.
El pasado 16 de enero, Raffaele Speranzon, consejero de cultura de la
provincia de Venecia, quien tiene una trayectoria neofascista y es
militante del Partido de la Libertad (PDL) fundado por el primer ministro Silvio Berlusconi, relanzó públicamente una propuesta de otro berlusconiano
de un pueblo cercano, Martellago: pedirán a las bibliotecas de la
ciudad que retiren de los estantes los libros de unos sesenta escritores
italianos y extranjeros. Tiziano Scarpa, Valerio Evangelisti, Wu Ming,
Pino Cacucci, Massimo Carlotto, Antonio Moresco, Girolamo de Michele,
Daniel Pennac, Lello Voce, Loredana Lipperini, Giuseppe Genna y muchos
más serán censurados. El novelista veneciano Scarpa definió la
iniciativa como “una praxis de las dictaduras y de los monarcas
absolutos”. Roberto Saviano autor de Gomorra en una campaña contra la censura |
El caso es muy complejo y controvertido, ya que Battisti fue condenado en ausencia y bajo una legislación especial en Italia durante los años ochenta. Después de refugiarse en México y en Francia se fue a Brasil, donde está preso desde 2007. El pasado 31 de diciembre el ex presidente Lula da Silva decidió no extraditarlo a Italia, aunque la Suprema Corte se reservó el derecho de reconsiderar el caso. En un intento de condicionar la opinión de Lula, el secretario italiano de Asuntos Exteriores, Franco Frattini, y el de la Defensa, Ignazio La Russa, amenazaron con imponer sanciones comerciales contra el gigante sudamericano.
No obstante, Italia y, en primer lugar, la región de Véneto, se benefician tanto de la relación con la economía brasileña que no pueden permitirse ningún berrinche serio con ese país. El problema aquí no es Battisti; él es un chivo expiatorio y una excusa para no afrontar las cuestiones históricas irresueltas del país y desviar la atención de los problemas reales cuando es necesario. La apelación de 2004 planteaba también la necesidad de cerrar un capítulo turbio y doloroso de la historia italiana, los “años de plomo”, en los cuales el terrorismo rojo y negro, la intervención de aparatos desviados del Estado y las matanzas condujeron a la utilización de unas normas y prácticas “excepcionales”. La censura veneciana pretende golpear a un grupo de ciudadanos e intelectuales que luchan por la libertad de pensamiento sin coquetear con el poder político y a pesar de él.
Berlusconi mostrando una camiseta hecha por el partido Lega Nord Gracias a Dios que en la familia no hay comunistas |
Para rematar, el consejero Speranzon también va a “recomendar” a las instituciones culturales que ya no organicen iniciativas con los literatos definidos “personas no gratas”. Los funcionarios que no acepten la orden “van a asumir toda su responsabilidad”. La amenaza es clara para los bibliotecarios y la sociedad entera, ya que la quema de libros y la proscripción de los escritores incómodos para el poder se han transformado en armas de combate contra la libertad de opinión. El hecho más paradójico es que, en lugar de tomar la debida distancia y mostrar su presunta alma “liberal”, cada vez más políticos del PDL refrendan sus adhesiones a las iniciativas de censura que se expanden como reguero de pólvora.
Conscientes del peligro para la libertad de expresión en Italia, los escritores y la sociedad están reaccionando con métodos de lucha creativa. Se rebasa el tradicional “activismo de clic” o “de pantuflas”, en que sólo se firma una apelación en internet, en Facebook, o se reenvía pasivamente un e-mail de protesta. Más bien, se abren observatorios para seguir la evolución del caso (página de Wu Ming y la de Lipperatura), se crean redes de solidaridad hacia los funcionarios públicos contrarios a las “recomendaciones” neofascistas y algunos de ellos mostrarán la “lista negra” a los usuarios de las bibliotecas. Además, se difunden artículos de opinión en miles de blogs y en muchos idiomas, así que el caso está apareciendo igualmente en los periódicos y noticieros de medio mundo. Los escritores solidarios van a difundir la información en cada evento público en que participen para que la palabra sea siempre libre y soberana. No nos quedemos callados.
Fuente, vìa :
http://www.jornada.unam.mx/2011/02/27/sem-fabrizio.html
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