(apro).- En 1999, durante el conflicto entre las tropas de Serbia y
el Ejército de Liberación de Kosovo (UCK, por sus siglas en albanés)
–apoyado militarmente por la Organización del Tratado del Atlántico
Norte (OTAN)–, y tras el fin de las hostilidades decretado el 12 de
junio de ese año, los jefes militares de la guerrilla kosovara habrían
sido responsables de detenciones arbitrarias, torturas y desapariciones.
Además, paulatinamente habrían construido una red de tráfico ilegal
de órganos junto a los grupos del crimen organizado, presentes tanto en
Kosovo como en Albania.
Lo anterior fue denunciado por el senador suizo Dick Marty en su
informe “Tratos inhumanos y tráfico de órganos en Kosovo”, auspiciado
por la Asamblea Parlamentaria del Consejo de Europa (APCE) el 16 de
diciembre pasado.
En el reporte, Marty señala las responsabilidades de los miembros del
UCK en la comisión y ejecución de un sinnúmero de “crímenes”,
perpetrados inclusive desde el país confinante y políticamente afín,
Albania.
En particular, indica como mayor responsable al llamado “Grupo de
Drenica” (localidad kosovara), guiado por el actual primer ministro
kosovaro Hashim Taqui.
La acusación formulada por el senador suizo y asumida por la APCE
llegó sólo cuatro días después de que se realizaran las primeras
elecciones políticas en Kosovo, tras la declaración de independencia de
febrero de 2008. En medio de acusaciones de fraudes e irregularidades,
justamente Hashim Taqui, el exguerrillero y figura prominente del UCK,
hoy líder del Partido Democrático de Kosovo (PDK), ganó las elecciones.
Según analistas internacionales, el reporte de Marty pone en
entredicho lo que sería el primer gobierno electo de Kosovo. Mientras
tanto, en el país balcánico como en Albania, las autoridades niegan las
versiones asentadas en el documento europeo y acusan al senador y a
sectores críticos de querer “enlodar la reputación de Kosovo”.
El nexo
La investigación realizada por Dick Marty fue instruida por la
Asamblea Parlamentaria del Consejo de Europa tras conocer los contenidos
de las memoria de la exfiscal general del Tribunal Penal Internacional
por la Ex-Yugoslavia (TPIY), Carla Del Ponte.
Luego de terminar su mandato en el TPIY, la hoy embajadora de Suiza
en Argentina escribió una memoria titulada “La Caza, yo y los criminales
de guerra”, en la que relata su trabajo al frente de la fiscalía
internacional, misma que ha llevado a la detención del expresidente
serbio Slobodan Milosevic, entre otros.
En el texto, publicado en 2008, Del Ponte denunciaba además la
existencia de un tráfico ilegal e internacional de órganos humanos,
mismo que se originaría justamente en Kosovo.
La Unión Europea, a través del Consejo Europeo, instruyó a Dick Marty
para que realizara una investigación con el propósito de comprobar lo
dicho por la exfiscal y “tener una mirada más cercana de los presuntas
violaciones a los derechos humanos cometidos en Kosovo”.
El senador suizo, también conocido por las investigaciones realizadas
en 2007 sobre las cárceles ilegales de la Agencia Central de
Inteligencia (CIA) de Estados Unidos en Europa, afirma que si bien “los
crímenes de guerra de los serbios –durante el conflicto en ex
Yugoslavia– han sido muy bien documentados”, los cometidos por las
tropas irregulares del UCK “han sido omitidos”.
Su informe apunta: “La visión que se tuvo en Kosovo (por parte de los
países occidentales) fue de muy corto plazo: restaurar el orden
(después del conflicto) tan rápido como fuera posible para evitar
cualquier factor que pudiera vulnerar la frágil estabilidad de la
región”. Para eso “los actores internacionales cerraron un ojo acerca de
los crímenes de guerra cometidos por el UCK”. El resultado “fue una
forma especial de justicia que sólo se puede definir como selectiva, con
grados elevados de impunidad”.
El “Grupo de Drenica”
Gracias a testimonios directos tanto de víctimas como de exmiembros
del UCK y “cientos de documentos” –algunos de ellos de inteligencia–,
Marty y su equipo reconstruyeron episodios, rastrearon lugares y
finalmente encontraron responsables de lo que califican de “actos
criminales” durante el conflicto, y de la creación de “redes cercanas a
los líderes del exUCK y a las grandes organizaciones criminales
internacionales”.
A pesar de la visión generalizada y “promovida por la comunidad
internacional” de que el UCK “luchaba en contra de la opresión serbia”,
los líderes del grupo armado –“y sus familias/clanes”– tuvieron una
“estrategia mucho más compleja” que sirvió para “hacerse del poder,
controlar el territorio” y “hacerse del control de ciertos recursos como
petróleo y del sector construcción”.
Entre las muchas facciones –“clanes”, según el reporte– internas del
UCK, Marty destacó la existencia de “un pequeño pero muy poderoso grupo
que se autodenomina ‘Grupo de Drenica’”, liderado por el excomandante
del UCK y recién electo primer ministro Hashim Taqui.
Según el senador suizo, dicho grupo “construyó un formidable poder,
basado en empresas del crimen organizado, que fue prosperando tanto en
Kosovo como en Albania”.
Sostiene que Taqui “sin duda debe su escalada al poder” al apoyo y
reconocimiento otorgado por las potencia occidentales, en específico el
del gobierno de Estados Unidos. Este “apoyo incondicional” convirtió al
líder kosovaro en un “personaje que cree ser intocable”. Además, Taqui
pudo contar con el “apoyo operativo y la complicidad no sólo de las
instituciones formales de Albania, sino también de los servicio secretos
albaneses y de la poderosa mafia de aquel país”.
A pesar de los “numerosos reportes de los servicios de inteligencia
de Alemania, Italia, Inglaterra y Grecia”, y de la misma agencia
antidroga de Estados Unidos (DEA), que señalan a Taqui como “el
responsable de tráficos ilícitos en la región”, nunca ningún “actor
internacional quiso intervenir en su contra”.
Según Marty, a esta situación se añadió “la eliminación de
adversarios y la intimidación de posibles testigos”, lo que garantizó su
impunidad.
Crímenes
El informe presentado el pasado 16 de diciembre detalla la existencia
de decenas de centros de detención clandestinos, en donde miembros del
UCK y del Grupo de Drenica aseguraban “tanto a serbios como a supuestos
colaboradores del enemigo” en “condiciones inhumanas”. La tortura, según
el relator suizo, “era la norma”.
El reporte destaca la existencia de “al menos 6 mil desaparecidos
durante el periodo del conflicto”. Con datos de la Cruz Roja
Internacional, Marty explica que de esa cifra, “mil 400 personas fueron
encontradas vivas, los cuerpos de otras 2 mil 500 se identificaron en
numerosas fosas comunes”, mientras el restante “permanece desaparecido”.
Según testimonios directos de muchos sobrevivientes, los detenidos
en los campos del UCK”, “eran seleccionados tras exhaustivas visitas
médicas realizadas por gente que se hacía llamar ‘doctores’” y llevados a
Fushë-Krujë.
El informe señala que “muchos de los ‘seleccionados’ entendían cuál
iba a ser su destino final (…) y suplicaban a sus captores que ‘no los
hicieran pedazos’”.
Otros testimonios afirman que los miembros del UCK “eliminaban a sus
víctimas con un tiro en la cabeza antes de comenzar la extracción de sus
órganos”.
Además, Marty y su equipo tuvieron conocimiento de que el principal
“negocio” consistía en “extracción y tráfico de riñones”. La dimensión
práctica del negocio del tráfico “era sencilla”, señala.
“Los detenidos eran llevados a Fushë-Krujë, donde los encerraban en
unas casa de seguridad. Cuando se confirmaba la cirugía, el detenido era
llevado afuera de la casa de seguridad y ejecutado sumariamente”. De
ahí, el cuerpo era llevado a un espacio llamado “la clínica”, donde se
le extraían los órganos.
Fuentes de Marty explicaron la elección de la localidad albanesa: “El
lugar fue escogido sobre la base de su proximidad con el aeropuerto de
Tirana” (la capital de Albania). Estas condiciones, finaliza, permitían
las llegadas de “visitantes extranjeros” y la “salida rápida” de los
órganos hacia el extranjero.
Vìa :
No hay comentarios:
Publicar un comentario