Traducción de Anna Maria Garriga |
¿Quiénes son ellos? El 1% más rico. Y quizás el 9% siguiente. ¿Quiénes somos nosotros? Todo el resto. Lo que plantea una interesante cuestión. ¿Cómo se las ha arreglado una pequeña fracción de la población –que es diversa en muchos sentidos- para que sus estrechos intereses económicos dominen a los intereses económicos de la mayoría? Y, al hacerlo, ponen en peligro el bienestar económico de nuestra nación y llevan al sistema financiero mundial al borde del colapso. Ellos tienen dinero. Nosotros tenemos votos.
En teoría, esto significa que nosotros deberíamos tener
el gobierno. En teoría, el gobierno debería ser un contrapeso contra
los excesos del dinero, adoptar un punto de vista amplio para el bien de
la nación y velar por la mayoría. Ni que decir tiene, por los pobres y
maltratados.
Lo que tenemos actualmente es un partido político
que es sin lugar a dudas el partido del dinero y otro partido que se
vende totalmente al dinero.
Bien, como mínimo tenemos redes de seguridad.
El mayor arrepentimiento de George Bush es no haber privatizado la seguridad social. ¿Por qué tanto anhelo?
Una
de las razones es que se trata de una gran masa de dinero.
Absolutamente gigantesca. A los banqueros y cambistas les vuelve locos
no poder meter sus manos en ella.
La otra razón es la aversión ideológica. Stephen Moore (académico senior del Cato Institute, editorialista de la National Review
y presidente del Free Enterprise Fund) escribió: "la Seguridad Social
es el blando bajo vientre del estado del bienestar. Si tu lanza puede
pincharlo, puedes socavar todo el estado del bienestar".
Allí donde Bush falló, Obama acaba de dar el primer paso.
Su
reciente acuerdo fiscal incluye recortes en las contribuciones de los
empleadores a la Seguridad Social. Lo que significa descapitalizar,
debilitar y sentar un nuevo precedente de que las contribuciones a la
Seguridad Social pueden recortarse para "estimular" a la economía.
El
"crash" ha puesto a los Estados en peligro. En vez de aumentar los
impuestos, o pedir prestado, algunos han decidido hacer recortes en
Medicaid, el programa que presta servicios a distintas categorías de
gente con rentas bajas: mujeres embarazadas, jóvenes menores de 19 años,
ciegos, inválidos o los que necesitan cuidados domiciliarios. Si eres
un pobre muchacho que necesita un trasplante de hígado, puedes ponerte a
pedir, robar en una tienda o morir.
Este movimiento hacia la derecha es un triunfo de una campaña propagandística larga y bien financiada.
Cada vez que leo un editorial del New York Times
escrito por un "académico senior" del Hoover Institute o un miembro del
Cato Institute, me entran ganas de gritar, por favor cambien esto por
"prostituta pagada por un millonario psicótico de extrema derecha". Lo
que es mucho más real.
A su vez, tienen una gran influencia en
los principales medios de comunicación. "Cuando los conservadores
denunciaron la tendencia izquierdista de los medios de comunicación,
vieron como sus instituciones eran citadas en varios medios casi 8.000
veces en 1995, mientras que los think tanks liberales o progresistas
recibieron solo 1.152 citaciones" ("Como las instituciones filántropas y
los think tanks conservadores transforman la política de los EEUU", por
Sally Covington, Covert Action Quarterly, Winter 1998).
Su
influencia en los medios de comunicación nacionales afecta a todo el
diálogo nacional. Ahora, evidentemente, han llevado el concepto de think
tank a un nivel totalmente nuevo: Fox News.
¿Qué pasa con los medios de comunicación? ¿No existen –fuera de Fox News- periodistas objetivos?
En
periodismo no existe una realidad objetiva. Solamente existen
comparaciones objetivas de citas. Las citas solamente pueden provenir de
fuentes "válidas". Un periodista no puede tomar los recortes de
impuestos y compararlos con los resultados económicos –aumento del
empleo, cambios en el salario medio y otros por el estilo– y decir que
los recortes de impuestos no crean empleo. Lo único que pueden hacer es
citar a políticos como Bush y Obama, que dicen que los recortes de
impuestos son un estímulo y, luego, buscar a alguien con la misma
autoridad o, por lo menos, con una autoridad significativa que diga lo
contrario, a continuación tratarlo como si fuera un menú chino: dos
citas de la columna A, una de la columna B. Pero ¿qué pasa si no hay
pesos pesados dispuestos a quedar constatados por la columna B?
Aquí está lo verdaderamente extraño.
Todo un campo, la economía, no sabe adonde va.
Ello
se hizo evidente cuando el 99,7% (es una cifra imaginaria pero
probablemente acertada), no fue capaz de predecir el crash del 2008. No
fue capaz de diagnosticar la burbuja inmobiliaria, no fue capaz de
entender la burbuja de los derivados y no fue capaz de darse cuenta de
que los mayores bancos del mundo estaban todos en bancarrota.
Después
del crash, fueron incapaces de alzar la voz contra los recortes de
impuestos que lo provocaron. Fueron incapaces de encontrar una forma de
solucionar los problemas. Solución que, basándonos en la experiencia
histórica, parece bastante obvia, aumentar los impuestos y emplear el
dinero en cosas útiles que la industria privada no quiere o no puede
hacer, como emplear gente.
La teoría de Paul Krugman,
parafraseándola de forma aproximada, es que los economistas sufren de
envidia, que es como envidia del pene, pero aún más estúpida. La
economía es una ciencia social, o sea no exacta. Los científicos
sociales se fijan en la física, la más dura de las ciencias duras. Ven
cantidad de matemáticas y de fórmulas. Se imaginan que si utilizan
muchas matemáticas también ellos serán fuertes. Para crear modelos
matemáticos a partir de la desordenada complejidad de la actividad
humana suponen mercados perfectos. Si la economía se mantiene estable,
puede funcionar.
La fe en la perfección de los mercados promueve
la desregulación y los recortes de impuestos. Esto desestabiliza la
economía. Por lo tanto, los economistas contribuyen a crear los
desastres que no existen en sus modelos matemáticos.
Charles
Ferguson, que dirigió el magnífico documental Inside Job, es mucho más
cínico. Cree que los economistas académicos, al igual que los médicos
que favorecen a las empresas farmacéuticas, sacan tajada favoreciendo
los intereses del gran capital. En el film hace un trabajo maravilloso
para demostrar precisamente esto.
Desde luego, la totalidad del
mundo académico –con la excepción de algunos departamentos de literatura
inglesa– ha pasado a formar parte del nexo empresarial, bancario,
militar y político.
Se suponía que la torre de marfil estaba por
encima de este asqueroso mundo. Era una de nuestras últimas defensas en
la guerra de clases, un lugar dedicado al conocimiento por sí mismo y
veraz precisamente por ser auténtico.
Actualmente las universidades persiguen verdades que alguien esté dispuesto a financiar.
La verdad de mañana es aquello por lo que hoy se paga.
Vìa :
http://www.rebelion.org/noticia.php?id=121513
http://www.rebelion.org/noticia.php?id=121513
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