El presidente Alan García no la pasa bien. Su partido tuvo una dura
derrota en las recientes elecciones regionales y municipales, su
gobierno tiene una desaprobación que bordea el 70 por ciento; su
gestión, que culmina en julio de 2011, enfrenta protestas sociales y
graves denuncias de corrupción, y ahora ha sido acusado de golpear a un
joven que le gritó “corrupto”.
El presidente estalló durante una visita a un hospital público de Lima, cuando entre los trabajadores que seguían con curiosidad su presencia se alzó una voz que gritó “corrupto”. No hubo prensa durante el incidente, pero Diario 16 reveló lo ocurrido tomando las declaraciones de los testigos. Luego de haber negado los hechos, diciendo “no le crean a ese Diario 16”, García ha reconocido el altercado, pero niega la agresión física al joven.
La víctima, Richard Gálvez, de 27 años, dio ayer una entrevista al diario en cuestión en la que afirma que el presidente sí lo agredió físicamente con una bofetada y que después fue golpeado por los guardaespaldas presidenciales. En las fotos que acompañan el reportaje, Gálvez aparece con una herida en el tabique. “Cuando vi al Presidente pasar sonriendo, le grité corrupto a viva voz. Estaba a unos cuatro metros. El presidente voltea, pregunta quién fue y camina de regreso. Un hombre de su seguridad se me pega y el presidente me mete un manotazo con su mano izquierda en el lado derecho de mi rostro. Pude ver el golpe, pero no pude reaccionar, ya que tenía un hombre de su seguridad delante mío”, relata Richard Gálvez. Asegura que, producido el golpe, quienes estaban en el lugar, trabajadores del hospital comenzaron a gritarle al presidente García “abusivo”, “cobarde” y “ladrón”. Después relata cómo la seguridad presidencial lo golpeó.
Alan García ha negado la agresión, pero ha admitido que insultó al joven, que lo llamó corrupto diciéndole “vete al carajo”. “No puede ser que alguien le diga a uno ‘corrupto’ o ‘hijo de puta’ en la cara y uno se quede silencioso. Cuando se hace frente a frente y uno está acompañado de su hija, uno tiene que responder (...). A mí no me falta el respeto nadie, menos al presidente de la República y menos delante de mi hija y menos a mi madre”, señaló García, intentando justificar lo sucedido. Richard Gálvez niega haberle dicho “hijo de puta” al presidente García.
Este suceso ha servido para recordar que en 2004, cuando García marchaba por las calles de Lima acompañando una protesta de trabajadores en huelga contra el entonces presidente Alejandro Toledo, una cámara lo captó propinándole una patada por la espalda a un hombre que se le cruzó delante. La acusación de “corrupto” que le lanzó Richard Gálvez al presidente García apunta directamente a un flanco muy sensible del gobierno peruano. La gestión de García ha estado marcada por escándalos de corrupción.
Escuchas ilegales reveladas en noviembre de 2008 pusieron al descubierto los tratos bajo la mesa entre miembros de su gabinete ministerial y empresarios privados, representados por un ex ministro del primer gobierno de García (1985-1990) y un ex abogado del presidente peruano, para manejar licitaciones de obras públicas y concesiones de lotes petroleros. Su entonces primer ministro, Jorge del Castillo, se vio envuelto en el escándalo y debió renunciar. La investigación judicial contra Del Castillo y otros funcionarios del gobierno no ha avanzado, en un Poder Judicial acusado de tener una fuerte influencia del partido de gobierno.
El secretario general colegiado del oficialista Partido Aprista, Omar Quesada, ha sido acusado de usar el cargo público que tenía para traficar con terrenos del Estado. Ha habido acusaciones de desvío de fondos destinados a la reconstrucción del sureño puerto de Pisco por el terremoto de 2007 y de tráfico con los medicamentos y alimentos destinados a los damnificados. Estas son los casos más emblemáticos de corrupción, pero no los únicos.
Las acusaciones por corrupción persiguen a García desde su primer gobierno, del que salió con un juicio por enriquecimiento ilícito al terminar su gestión, que pudo librar con un oportuno autoexilio en Bogotá y París, del cual regresaría cuando los delitos por los que era acusado prescribieron. La bofetada presidencial también ha puesto en el debate los límites de la libertad de prensa y la autocensura de los medios. Un reportaje sobre este hecho, que recogía testimonios de testigos, fue censurado por el canal privado Panamericana Televisión.
Fuente, vìa :
http://www.pagina12.com.ar/diario/elmundo/4-154916-2010-10-14.html
Imagen AFP
El presidente estalló durante una visita a un hospital público de Lima, cuando entre los trabajadores que seguían con curiosidad su presencia se alzó una voz que gritó “corrupto”. No hubo prensa durante el incidente, pero Diario 16 reveló lo ocurrido tomando las declaraciones de los testigos. Luego de haber negado los hechos, diciendo “no le crean a ese Diario 16”, García ha reconocido el altercado, pero niega la agresión física al joven.
La víctima, Richard Gálvez, de 27 años, dio ayer una entrevista al diario en cuestión en la que afirma que el presidente sí lo agredió físicamente con una bofetada y que después fue golpeado por los guardaespaldas presidenciales. En las fotos que acompañan el reportaje, Gálvez aparece con una herida en el tabique. “Cuando vi al Presidente pasar sonriendo, le grité corrupto a viva voz. Estaba a unos cuatro metros. El presidente voltea, pregunta quién fue y camina de regreso. Un hombre de su seguridad se me pega y el presidente me mete un manotazo con su mano izquierda en el lado derecho de mi rostro. Pude ver el golpe, pero no pude reaccionar, ya que tenía un hombre de su seguridad delante mío”, relata Richard Gálvez. Asegura que, producido el golpe, quienes estaban en el lugar, trabajadores del hospital comenzaron a gritarle al presidente García “abusivo”, “cobarde” y “ladrón”. Después relata cómo la seguridad presidencial lo golpeó.
Alan García ha negado la agresión, pero ha admitido que insultó al joven, que lo llamó corrupto diciéndole “vete al carajo”. “No puede ser que alguien le diga a uno ‘corrupto’ o ‘hijo de puta’ en la cara y uno se quede silencioso. Cuando se hace frente a frente y uno está acompañado de su hija, uno tiene que responder (...). A mí no me falta el respeto nadie, menos al presidente de la República y menos delante de mi hija y menos a mi madre”, señaló García, intentando justificar lo sucedido. Richard Gálvez niega haberle dicho “hijo de puta” al presidente García.
Este suceso ha servido para recordar que en 2004, cuando García marchaba por las calles de Lima acompañando una protesta de trabajadores en huelga contra el entonces presidente Alejandro Toledo, una cámara lo captó propinándole una patada por la espalda a un hombre que se le cruzó delante. La acusación de “corrupto” que le lanzó Richard Gálvez al presidente García apunta directamente a un flanco muy sensible del gobierno peruano. La gestión de García ha estado marcada por escándalos de corrupción.
Escuchas ilegales reveladas en noviembre de 2008 pusieron al descubierto los tratos bajo la mesa entre miembros de su gabinete ministerial y empresarios privados, representados por un ex ministro del primer gobierno de García (1985-1990) y un ex abogado del presidente peruano, para manejar licitaciones de obras públicas y concesiones de lotes petroleros. Su entonces primer ministro, Jorge del Castillo, se vio envuelto en el escándalo y debió renunciar. La investigación judicial contra Del Castillo y otros funcionarios del gobierno no ha avanzado, en un Poder Judicial acusado de tener una fuerte influencia del partido de gobierno.
El secretario general colegiado del oficialista Partido Aprista, Omar Quesada, ha sido acusado de usar el cargo público que tenía para traficar con terrenos del Estado. Ha habido acusaciones de desvío de fondos destinados a la reconstrucción del sureño puerto de Pisco por el terremoto de 2007 y de tráfico con los medicamentos y alimentos destinados a los damnificados. Estas son los casos más emblemáticos de corrupción, pero no los únicos.
Las acusaciones por corrupción persiguen a García desde su primer gobierno, del que salió con un juicio por enriquecimiento ilícito al terminar su gestión, que pudo librar con un oportuno autoexilio en Bogotá y París, del cual regresaría cuando los delitos por los que era acusado prescribieron. La bofetada presidencial también ha puesto en el debate los límites de la libertad de prensa y la autocensura de los medios. Un reportaje sobre este hecho, que recogía testimonios de testigos, fue censurado por el canal privado Panamericana Televisión.
Fuente, vìa :
http://www.pagina12.com.ar/diario/elmundo/4-154916-2010-10-14.html
Imagen AFP
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