Esto
posiblemente sea reflejo de la abundancia de dólares que la Reserva
Federal –el banco central estadounidense- ha promovido como respuesta
obligada frente a la crisis económica desatada a partir de 2007. Le han
comprado activos malos a los bancos como también bonos al gobierno
federal, con el fin de inyectar liquidez que, a su vez, lubrique el
motor económico. Este, sin embargo, no termina de reaccionar, no
obstante el combustible que se le ha proporcionado. Tres años y tanto
después, la crisis económica sigue terca y pertinaz. Con el paso del
tiempo, va cambiando de forma. Es camaleónica o, mejor dicho, mutante.
Ahora desata presiones generalizadas sobre las tasas de cambio de las
divisas, lo que arriesga poner en marcha una carrera de devaluaciones
competitivas que podría llevar de vuelta a lo peor de la recesión de
2008-2009.
El yuan chino, sin embargo, se mantiene
pegado al dólar. Ello significa que no solo no se revaloriza sino que,
más bien, se devalúa de consuno con el dólar. Con ello las exportaciones
chinas se vuelven aún más competitivas. Entonces, el mundo entero –y en
particular Europa y Japón- tiemblan de terror. Por esta vía, China
podría estar sosteniendo su crecimiento al costo de hundir el de las
economías europeas y japonesa.
El fenómeno está
arrastrando también a nuestra pequeña Costa Rica. Nos llega una pequeña
fracción de esas correntadas de capitales. Mas ello es suficiente para
producir, como en efecto lo está haciendo, un grave disturbio económico
que frena la reactivación de la economía y la generación de empleos.
Conviene
tener claro que, no obstante su agudización coyuntural reciente, este
no es un fenómeno nuevo, sino un proceso que se remonta a por lo menos
cinco años atrás. Desde 2005 se registra un incremento sustancial en los
flujos de capitales que el país recibe del extranjero. Si bien la fase
aguda de la recesión global frenó esos flujos en 2009, bastó una
relativa y precaria estabilización de la economía mundial, para que
estos tendieran a restablecerse con relativa rapidez en el actual 2010.
Costa
Rica ha devenido así un poderoso imán que atrae una cuantía de
capitales extranjeros muy considerable relativamente a su pequeñez. Ello
posiblemente es consecuencia de la combinación de varios factores:
tasas de interés relativamente favorables, apertura externa
indiscriminada y favorables condiciones normativas que benefician al
capital extranjero, mezclado con el relativo prestigio que el país tiene
por la estabilidad de su sistema institucional y el aceptable nivel
educativo de la población.
Por años, hemos oído
decir que atracción de inversión extranjera y fomento exportador eran
las dos caras de una sola moneda. Esos han sido como al modo de los dos
pilares que sostenían el modelo neoliberal y entre los cuales se
establecía una relación de mutuo refuerzo. A favor de este matrimonio
jugaban privilegios diversos, en especial de tipo fiscal. También la
política de minidevaluaciones que sostenía la rentabilidad relativa de
las exportaciones en un nivel satisfactorio.
Esto
empezó a cambiar desde finales de 2005, conforme la abundancia de
capitales empezó a presionar la capacidad del Banco Central para
sostener y manejar el proceso de minidevaluación. No es entonces
casualidad que a finales de 2006 se optara por un régimen de bandas
cambiarias. Pero ya desde fines de 2005 –un año antes de que ese régimen
se estableciera– se inicia un movimiento de mediano y largo plazo que
produce una revalorización tendencial del tipo de cambio, y el cual,
como he indicado, se prolonga hasta el momento actual.
Esos
capitales extranjeros, conforme se vuelven excesivos, introducen
diversos problemas y tensiones. Mencionaré algunos, a modo de
ilustración y sin pretender agotar el listado. Primer ejemplo: el
recalentamiento especulativo de la economía en los años 2006-2007, cuyos
excesos (sobre todo en la forma de un endeudamiento privado desmedido)
han dejado secuelas que siguen pesando en nuestra realidad actual. Otro:
esos capitales ponen en marcha un proceso de progresiva
extranjerización de la economía. Ese es el tributo que tenemos que pagar
en vista de la situación paradójica a que se nos ha arrastrado, con una
economía no competitiva que, sin embargo, ha sido sometido, vía
liberalización y apertura, a los rigores implacables de la competencia
capitalista en los mercados mundiales. En ese contexto, nuestra balanza
de pagos arrastra enormes y persistentes déficits, los cuales son
financiados recurriendo a esos capitales extranjeros. No nos extrañe si,
por esa vía, resulta que hasta los volcanes terminan siendo de
propiedad foránea.
El exceso de capitales también
trae la revalorización de la moneda. Y esto, a su vez, pone en tensión
todo el modelo neoliberal, porque coloca una carga pesada sobre las
exportaciones. Así pues, el modelo se vuelve inconsistente: el exceso de
capitales extranjeros, que tantas tensiones introduce, podría llevar a
la ruina –o al menos debilitar considerablemente- al sector exportador.
En
ese marco, la obsesión oficial por la firma de tratados comerciales tan
solo agudiza la contradicción. En el contexto de la revalorización del
colón –y sobre todo a la luz del hecho de que se trata de un proceso que
ya sobrepasa el mediano plazo- eso tan solo favorecería al comercio
importador, doblemente bendecido por el dólar barato y el
desmantelamiento de las barreras a las importaciones. Para el resto de
la economía –exportaciones y producción nacional que compite con las
importaciones- se trata de una estrategia que podría tener nefastas
consecuencias.
En fin, me parece que, a partir
de 2005, el modelo neoliberal entró en una tercera fase, cuyo rasgo
dominante es la afluencia excesiva de capitales extranjeros y, en
consecuencia, la revalorización tendencial del colón (la segunda fase
inició en 1998, con la llegada de Intel y la reorientación hacia
exportaciones de alta tecnología y servicios). Esta tercera fase luce
mucho más problemática que las dos anteriores en la medida en que está
fracturada por graves contradicciones internas.
Fuente, vìa :
http://www.argenpress.info/2010/10/costa-rica-el-modelo-neoliberal-en-la.html
No hay comentarios:
Publicar un comentario