Cuando todavía no se sabía que los 33 mineros estaban vivos y los
familiares comenzaban a sospechar que los rescatistas los estaban
engrupiendo, aparecieron los pirquineros en el Campamento Esperanza.
Poco se habló después sobre ellos, sobre su plan de rescate, sobre la
existencia de la pequeña minería en Chile y sus valores. “Yo creo que
nosotros los podríamos haber sacado más rápido y sin tanto
exhibicionismo”, dijo a este diario Luciano Pinto, presidente de la
Asociación Gremial de Pirquineros de Copiapó. Entre los sobrevivientes,
agregó, hay muchos ex pirquineros que dejaron las cuadrillas para
sumarse a la mina San José, considerada “mediana minería”.
Fue el “jueves negro”, como le dicen los familiares que estaban en el campamento, cuando apareció un grupo de pirquineros con un plan artesanal de rescate. Los familiares venían grabando las charlas que tenían con los rescatistas de Codelco, la empresa minera estatal, y ese día, el 19 de agosto, compararon lo dicho la jornada anterior y no había cambios ni nuevas propuestas. “¡Queremos a los pirquineros!”, gritaban las esposas de los mineros atrapados, mientras las cocineras golpeaban las ollas. Incluso intentaron echar a los rescatistas.
“Nosotros sólo pedíamos una oportunidad para entrar a las minas con una cuadrilla y ver si podíamos sacarlos. Pero no fuimos aceptados. Y teníamos harto apoyo: Miguel Fort (el especialista que propuso los sondajes) pidió que nos dejaran entrar a la mina”, contó el anciano dirigente, de extracción socialista. El plan, explicó, constaba en ver, ante todo, las condiciones de la mina y realizar una serie de pequeñas explosiones con dinamita para abrir un camino entre las rocas por el que pueda caber una persona y así sacarlos.
“Pero Codelco tomó las riendas. Dijeron que había que aplicar ciertas tecnologías y medidas de seguridad. Nos reímos. Si nosotros bajamos a las minas en sogas, si hay necesidad para hacer el reconocimiento. Estábamos dispuestos a arriesgar la vida por ellos, ¡si muchos son hijos de pirquineros! De hecho, esa cápsula que pusieron para sacarlos es muy parecida a un sistema nuestro, que es mucho más antiguo. A veces rescatábamos pirquineros atrapados a 300 metros, jalando con los mismos barriles que teníamos para sacar el mineral, donde cabe cómoda una persona”, recordó Pinto.
Una de las dificultades de la mina San José, según este dirigente, es que está enclavada en la “falla de Atacama”, es decir, no es un cerro compacto, geológicamente hablando. Tiembla. “Como siempre está en actividad, hay problemas de firmeza, la verdad es que era un lugar peligroso para trabajar, incluso para nosotros que somos bastante arriesgados”, reconoció. Después de aquel jueves negro, agregó, los pirquineros siguieron de cerca el rescate con una mirada crítica, “pero no rencorosa”.
“Cuando lograron poner esa sonda y dar con ellos, ya no nos preocupamos tanto porque sabíamos que iban a tener comida y agua. A muchos nos salieron lágrimas cuando supimos que estaban vivos. Después, el rescate se convirtió en un show, que tuvo muchas cosas de más. Eso de bajar a cinco personas para prepararlos antes de que entren en la cápsula. Con dos rescatistas bastaba; pero, bueno, se nota que el gobierno quería montar un espectáculo”, dijo Pinto.
Mal no le fue al presidente Sebastián Piñera con el reality: una encuesta publicada ayer afirma que para el 62 por ciento de los chilenos su imagen mejoró. Para el dirigente fue “un exceso” lo que se hizo. “Al principio demoraban una hora en sacarlos con la cápsula, después sólo 40 minutos. Eso muestra que ellos querían exhibir a los primeros mineros, que en verdad podían sacarlos más rápido”, opinó. Pero lo peor, según él, fue el rechazo de Codelco a probar otras alternativas: “Yo sigo creyendo que nosotros lo podríamos haber hecho mucho antes”.
Lo mismo le dijo ese jueves negro Juan Ramírez, un pirquinero de Copiapó con 30 años de experiencia. La oferta era sencilla: “Sólo necesitamos cascos, unas tres cuerdas de un perlón de diámetro, que nos sirva como cuerda de vida, y linternas. Después, si tenemos oportunidad de bajar, necesitaríamos cables de acero, huinchas eléctricas para remolcarnos, palas y picotas para abrirnos camino, y nada más. Trabajaríamos tres cuadrillas de 10 hombres, con turnos rotativos de ocho horas para estar perforando las 24 horas del día”.
Pinto aseguró que la negativa tuvo que ver con una incomprensión y el desconocimiento de los saberes de los pirquineros. Según explicó, ellos trabajan de forma independiente, están empadronados y alquilan una mina entre 3, 5, 7 y hasta 10 personas. A diferencia de la minería a gran escala, como Barrick Gold o Minera Candelaria, ellos no sacan mucho volumen de piedras para depurarlas después. Van en busca de mineral de “alta ley” y sólo llevan eso a la superficie. Trabajan con picos y palas. Algunos, los que tienen el máximo nivel tecnológico, tienen perforadoras, no más que eso.
“Los accidentes entre nosotros no son tan comunes como se piensa, y eso que a veces trabajamos hasta 300 metros de profundidad. Lo que pasa en la mediana minería es que fallan los controles o no hay. Nadie cumple las reglas. A la mina San José la clausuraron muchas veces, pero siempre la terminaban reabriendo”, señaló el dirigente. Después del derrumbe en la mina hubo algunas fiscalizaciones y cierres de pequeñas minas donde solían trabajar muchos pirquineros. Después de varias reuniones con las autoridades, locales y nacionales, Pinto contó que les pidió “plazos, no cerrar automáticamente una mina porque, si la cierran, ¿cómo se van a poder hacer las correcciones que correspondan?”
Fuente, vìa :
http://www.pagina12.com.ar/diario/elmundo/4-155228-2010-10-18.html
Fue el “jueves negro”, como le dicen los familiares que estaban en el campamento, cuando apareció un grupo de pirquineros con un plan artesanal de rescate. Los familiares venían grabando las charlas que tenían con los rescatistas de Codelco, la empresa minera estatal, y ese día, el 19 de agosto, compararon lo dicho la jornada anterior y no había cambios ni nuevas propuestas. “¡Queremos a los pirquineros!”, gritaban las esposas de los mineros atrapados, mientras las cocineras golpeaban las ollas. Incluso intentaron echar a los rescatistas.
“Nosotros sólo pedíamos una oportunidad para entrar a las minas con una cuadrilla y ver si podíamos sacarlos. Pero no fuimos aceptados. Y teníamos harto apoyo: Miguel Fort (el especialista que propuso los sondajes) pidió que nos dejaran entrar a la mina”, contó el anciano dirigente, de extracción socialista. El plan, explicó, constaba en ver, ante todo, las condiciones de la mina y realizar una serie de pequeñas explosiones con dinamita para abrir un camino entre las rocas por el que pueda caber una persona y así sacarlos.
“Pero Codelco tomó las riendas. Dijeron que había que aplicar ciertas tecnologías y medidas de seguridad. Nos reímos. Si nosotros bajamos a las minas en sogas, si hay necesidad para hacer el reconocimiento. Estábamos dispuestos a arriesgar la vida por ellos, ¡si muchos son hijos de pirquineros! De hecho, esa cápsula que pusieron para sacarlos es muy parecida a un sistema nuestro, que es mucho más antiguo. A veces rescatábamos pirquineros atrapados a 300 metros, jalando con los mismos barriles que teníamos para sacar el mineral, donde cabe cómoda una persona”, recordó Pinto.
Una de las dificultades de la mina San José, según este dirigente, es que está enclavada en la “falla de Atacama”, es decir, no es un cerro compacto, geológicamente hablando. Tiembla. “Como siempre está en actividad, hay problemas de firmeza, la verdad es que era un lugar peligroso para trabajar, incluso para nosotros que somos bastante arriesgados”, reconoció. Después de aquel jueves negro, agregó, los pirquineros siguieron de cerca el rescate con una mirada crítica, “pero no rencorosa”.
“Cuando lograron poner esa sonda y dar con ellos, ya no nos preocupamos tanto porque sabíamos que iban a tener comida y agua. A muchos nos salieron lágrimas cuando supimos que estaban vivos. Después, el rescate se convirtió en un show, que tuvo muchas cosas de más. Eso de bajar a cinco personas para prepararlos antes de que entren en la cápsula. Con dos rescatistas bastaba; pero, bueno, se nota que el gobierno quería montar un espectáculo”, dijo Pinto.
Mal no le fue al presidente Sebastián Piñera con el reality: una encuesta publicada ayer afirma que para el 62 por ciento de los chilenos su imagen mejoró. Para el dirigente fue “un exceso” lo que se hizo. “Al principio demoraban una hora en sacarlos con la cápsula, después sólo 40 minutos. Eso muestra que ellos querían exhibir a los primeros mineros, que en verdad podían sacarlos más rápido”, opinó. Pero lo peor, según él, fue el rechazo de Codelco a probar otras alternativas: “Yo sigo creyendo que nosotros lo podríamos haber hecho mucho antes”.
Lo mismo le dijo ese jueves negro Juan Ramírez, un pirquinero de Copiapó con 30 años de experiencia. La oferta era sencilla: “Sólo necesitamos cascos, unas tres cuerdas de un perlón de diámetro, que nos sirva como cuerda de vida, y linternas. Después, si tenemos oportunidad de bajar, necesitaríamos cables de acero, huinchas eléctricas para remolcarnos, palas y picotas para abrirnos camino, y nada más. Trabajaríamos tres cuadrillas de 10 hombres, con turnos rotativos de ocho horas para estar perforando las 24 horas del día”.
Pinto aseguró que la negativa tuvo que ver con una incomprensión y el desconocimiento de los saberes de los pirquineros. Según explicó, ellos trabajan de forma independiente, están empadronados y alquilan una mina entre 3, 5, 7 y hasta 10 personas. A diferencia de la minería a gran escala, como Barrick Gold o Minera Candelaria, ellos no sacan mucho volumen de piedras para depurarlas después. Van en busca de mineral de “alta ley” y sólo llevan eso a la superficie. Trabajan con picos y palas. Algunos, los que tienen el máximo nivel tecnológico, tienen perforadoras, no más que eso.
“Los accidentes entre nosotros no son tan comunes como se piensa, y eso que a veces trabajamos hasta 300 metros de profundidad. Lo que pasa en la mediana minería es que fallan los controles o no hay. Nadie cumple las reglas. A la mina San José la clausuraron muchas veces, pero siempre la terminaban reabriendo”, señaló el dirigente. Después del derrumbe en la mina hubo algunas fiscalizaciones y cierres de pequeñas minas donde solían trabajar muchos pirquineros. Después de varias reuniones con las autoridades, locales y nacionales, Pinto contó que les pidió “plazos, no cerrar automáticamente una mina porque, si la cierran, ¿cómo se van a poder hacer las correcciones que correspondan?”
Fuente, vìa :
http://www.pagina12.com.ar/diario/elmundo/4-155228-2010-10-18.html
No hay comentarios:
Publicar un comentario