A propósito de unas cuantas
demandas judiciales por cobros abusivos de las Isapres, Piñera debió
componer una Comisión de Financiamiento de la Salud que tiene tiempo
hasta fines de octubre de 2010 para resolver una propuesta sobre los
diversos modelos de inversión y estructura sanitarias en juego. Resucita
el conflicto entre salud pública y salud privada; entre bien general y
lucro sin fin.
Todo empezó cuando el Tribunal
Constitucional rechazó en algunos casos la forma en que las Isapres
tarificaban sus precios de prima (seguros). El 2009, cuatro personas,
cada una por separado, realizaron reclamos al Tribunal por alzas de 100 a
200 % de sus primas. La entidad resolvió a favor de la gente y
dictaminó que las Isapres no podían aumentar los valores. Los argumentos
constitucionales fueron que existe libertad de elección de seguros
(planes), pero también debe haber equidad y justicia en el acceso a la
salud. El dictamen aclaró, como nunca, que se estaban violando ambas
normativas contra los usuarios.
Entonces se temió que se asistiera a una
avalancha de acusaciones similares de los clientes. Lo de fondo fue que
el Tribunal Constitucional estaba asumiendo una lógica fundada en una
concepción de la salud como parte de la seguridad social de los
ciudadanos, toda una novedad, considerando que se trataba de seguros
privados.
A partir del cuarto caso, el Tribunal se
autoconvocó para resolver el tema de una sola vez. El hecho en
particular se ceñía a la llamada “Tabla de Factores”, que es una forma
en que las Isapres tarifican los seguros, a través del cual multiplican
el sueldo base de un plan por un factor determinado por el sexo y la
edad. Esto es, que mientras más viejo o simplemente siendo mujer se
tienen factores más altos y es más caro el seguro.
En agosto de 2010, el Tribunal emitió un
informe donde se esperaba que el organismo revocara de la ley el
artículo que establece la posibilidad de que las Isapres fijen sus
tarifas de la manera anterior, por riesgo. Sin embargo, el Tribunal no
hizo derogación alguna. Pero, más allá de las 100 páginas de
fundamentación sobre principios y criterios de la seguridad social que
en la realidad no operan, concretamente sugirió que alguien debía
solucionar el problema. Lo que sí fue una sorpresa, correspondió a que
el informe evacuado reflotó que, sobrepasando el hecho de que existan un
sistema de salud público y otro privado, “la intención del legislador
fue generar un solo sistema de seguridad social” y que el seguro privado
se estaría poniendo por fuera de las bases de la seguridad social. Lo
anterior no es nuevo. Así se realiza el sistema desde que se crearon las
Isapres en la década del 80 del siglo pasado. La noticia es que se haya
convertido en materia argumental del Tribunal Constitucional, abriendo
un debate que parecía resuelto.
En el marco de las consecuencias para el
financiamiento de la salud que puede reportar, tanto el mandato del
Tribunal Constitucional, como el resultado de la comisión sobre el tema
que debió establecer Sebastián Piñera, la Asociación de Economía de la
Salud y la Universidad Arcis efectuó una conferencia en el Colegio
Médico sobre la problemática. Los contenidos de este reportaje allí
encontraron sus fuentes.
ISAPRES VERSUS FONASA
El sector privado gasta el triple que el
público por persona. El Producto Interno Bruto en Salud en el país es
de alrededor de un 6 %. La mitad es gastado sólo por el sector privado
que, a su vez, atiende nada más que al 17 % de toda la población. Es
decir, sanitariamente, existen dos Chile. Hay un gran país que recibe un
financiamiento de salud a escala de Perú o Bolivia, y otro, pequeño,
que se atiende como en Alemania u Holanda.
Únicamente el Fondo Nacional de Salud
(Fonasa) presta un servicio solidario, mientras que las Isapres compiten
en su interior y entre ellas mismas.
A comienzos de los 80, en plena
dictadura, se implantó la denominada por algunos especialistas,
“contrarreforma a la salud”, o la franca tendencia a su privatización.
Los legisladores de la época le ofrecieron un manto de seguridad social a
las Isapres, con el fin de facilitar su arribo. Esta misma
consideración, en la actualidad, puede permitir modificaciones sobre las
irregularidades y el mal funcionamiento de las propias Isapres.
Hoy los seguros privados (planes)
expulsan a los viejos de las Isapres hacia Fonasa por resultar muy
caros. La persona, ya jubilada, llega a un sistema donde jamás ha
contribuido, y con enfermedades que superan con creces el 7 % que se
descuenta para el sistema público. Los sectores más liberales observan
este fenómeno como normal bajo la lógica de que lo que al mercado no le
conviene atender, debe correr a cuenta del Estado. Para analistas del
área, ello no resultaría un verdadero problema si Fonasa dispusiera de
buena atención y estuviera adecuadamente financiado. Pero eso no es así.
RESULTADOS DE LA SALUD EN CHILE SON PRODUCTO DE ANTIGUAS POLÍTICAS
RESULTADOS DE LA SALUD EN CHILE SON PRODUCTO DE ANTIGUAS POLÍTICAS
El financiamiento para el territorio
público sanitario de la nación, en términos latinoamericanos, es bajo.
Chile está en los rangos de países como Ecuador, y lejos de Argentina,
Uruguay y Costa Rica, quienes ostentan entre un 7 a un 8 %, contra el
3,5 % de Chile de gasto en salud. De la Organización para la Cooperación
y Desarrollo Económico (OCDE), el país está después de Turquía en el
ámbito. Y Turquía está al final de la lista.
De todos modos, no existe una relación
mecánica entre inversión en salud y resultados. Pese a que las naciones
con mejores índices sanitarios de la OCDE son Japón, Finlandia, Francia,
Inglaterra, donde el financiamiento es significativo.
De acuerdo a especialistas, los
resultados en Chile se deberían a “la inercia muy grande de las buenas
cosas que se hicieron en el pasado.”
Al respecto, el país emuló el sistema
nacional de salud inglés antes que el resto de América Latina. Ya en
1952 el complejo sanitario a escala país funcionaba sobre impuestos
generales, atención integrada para toda la gente (primaria, secundaria y
terciaria) en una sola mano y no fragmentada, como la actual atención
primaria municipalizada, por ejemplo. No existía co-pago, y no se
cobraba al momento de la atención. Existía un fondo único de recursos de
carácter solidario. Y, como un paradigma estable, en Inglaterra
continúa operando de ese modo, pagándose a través de impuestos
progresivos, a la renta y las utilidades, mientras que en Chile ahora se
financia mediante impuestos regresivos, como el IVA y gravámenes al
consumo.
También Chile fue pionero en su época de
los programas de protección de las madres y los niños, lo que impacta
positivamente hasta hoy en los bajos porcentajes de mortalidad infantil
(7 de cada 1000). Asimismo, se adelantó regionalmente en atención
primaria, médicos comunitarios y políticas preventivas entre los 60 y
70. De hecho, toda la estructura hospitalaria que se emplea estos días
viene de esa época. Durante la dictadura no se levantó un solo hospital.
Y con el retorno de los gobiernos civiles, las platas se destinaron a
reconstrucción y creación de recintos hospitalarios, sin llegar, no
obstante, a los niveles del período precedente.
Los pilares preexistentes explicarían
todavía los resultados de la salud pública más allá de la mediocre
inversión. Sin embargo, no existen tendencias definitivas.
EL SÍNDROME URUGUAYO
El 2010, en Uruguay se habla de la
“reforma inteligente”. Allí se está, paulatinamente, integrando el
sistema en una sola mano. Aún subsiste un pequeño sector de salud
privada para ricos, un sector de mutuales para áreas de trabajadores
formales, y uno público para pobres. El conjunto disperso está
procurando fundirse en un fondo central que se llama, precisamente,
Fonasa. En ese lugar se reúnen los recursos y al mismo tiempo, se
administran según criterios de necesidad. Entonces, se tiene un efecto
redistributivo, incluso en la disminución de la pobreza. Y no se obtiene
una precarización del sistema sanitario, no se promedia hacia abajo.
Las zonas sociales más privilegiadas no han perdido la calidad del
servicio. En general, está mejorando para todos. La reforma se encuentra
en sus inicios, pero se expande mientras se ordena el sistema. Por
ejemplo, el sector privado debe dejar de tener clínicas de libre
elección y comenzar a adquirir modelos tal cual como se administra el
sector público, mediante formatos cerrados, más económicos y eficientes.
En Chile, en cambio, una operación puede
costar varias veces más en la Clínica Alemana que en cualquier
hospital. Pero no se justifica la diferencia de precios por “mucha
hotelería” que haya.
EL CASO BRASILEÑO
En los 90, bajo la égida neoliberal del
Banco Mundial y el Banco Interamericano de Desarrollo –entre otras
instituciones tutelares de la economía mundial-, las Isapres tuvieron su
verano exportador, a través del auge de los seguros privados como
modelo creciente. Sin embargo, ello ha sufrido cambios provenientes del
mismo Banco Mundial en las últimas temporadas cuando en algunas
recomendaciones menciona la conveniencia de volver al sistema de
impuesto general. De acuerdo a especialistas, ello se debería a que
estudios del propio Banco Mundial habrían arrojado importante problemas
del modelo de seguros para el mercado del trabajo. Es decir, las
cotizaciones muy altas y diferenciadas distorsionarían la propia
competencia en el actual ciclo de economía globalizada, impactando en
las ventajas comparativas, por ejemplo. Y también porque, tanto en
España, como en Brasil, en la segunda mitad de los 80, se decidió
trasladarse a un sistema centralizado y público. En el país carioca
conviven ambos sistemas. Sin embargo, el piso que ofrece el Sistema
Único de Salud es de buena calidad debido a que existen muchos impuestos
al empresariado destinados al bienestar sanitario general.
LA ENCRUCIJADA CHILENA
En Chile es posible, de acuerdo a
profesionales del área y desde una perspectiva fundada en los derechos
de la ciudadanía y la seguridad social, enfrentar el financiamiento de
la salud mediante dos estrategias. Una funcional, que actúa rimando con
los principios que el Tribunal Constitucional ha dibujado. Esto es, una
mirada donde las Isapres son consideradas parte de la seguridad social,
que no son privadas-privadas, que se desenvuelven en un ámbito público y
que, por tanto, son sujetos de regulación. Esta concepción devendría en
la alternativa de crear un fondo central que debería redistribuir según
el riesgo de las personas de cada una de las carteras de los seguros y
Fonasa. Ello supone una reasignación de recursos hacia el Fondo Nacional
porque allí se encuentran las personas con mayores riesgos. El
principio del aporte económico y el servicio es, de cada cual según su
capacidad y a cada quien según su necesidad. Se permitiría también que
los ciudadanos que quieran paguen un diferencial fijo para estar en una
Isapre, y contarían con un solo plan y no los miles existentes. Y
aquellos que no deseen estar en el sistema, puedan atenderse
privadamente, pero sin acceder al plan básico general mencionado. Este
modelo existe en Alemania, Holanda, Bélgica, Suiza, Israel y, dando sus
primeros pasos, en Uruguay.
La otra posibilidad, es simplemente que
se terminen las Isapres y Chile cuente con un sistema único nacional de
salud. Es decir, que todos se atiendan a través de Fonasa. Y las
clínicas que no quieran participar del esquema, tampoco participan del
financiamiento general. Se trata de un proyecto que demanda una
inversión superior, con atención primaria, secundaria y terciaria en
red, e inmediatamente se doblarían los recursos para el sistema público.
Lo anterior existe en España e Inglaterra, y en el país requeriría una
reforma tributaria.
Hay, asimismo, salidas de sectores de
derecha que apuntan a seguros con ahorro, tal como operan las AFP’s. Son
iniciativas venidas de Libertad y Desarrollo y la Universidad Católica.
Las propuestas especializadas descritas se enmarcan en la Comisión de Financiamiento de Salud creada por Sebastián Piñera.
La comisión está compuesta por las Isapres, clínicas, y ex
Superintendentes del sector. Se le critica que es un compacto muy
sesgado. Lo cierto es que a fines de octubre de este año tienen que
tener una propuesta obligada por el Tribunal Constitucional, por tanto
debe ser global. La propuesta caería primero en manos del Ejecutivo y de
allí al Congreso. Y ella contendría dos momentos: una medida de corto
plazo y otra de largo aliento.
Pase lo que ocurra en la comisión, ahora
cualquier persona puede judicializar los problemas que tenga con las
Isapres a través de un tribunal ordinario. Sin embargo, la solución
definitiva a las graves dificultades que arrastra por décadas el
financiamiento de la salud en Chile sólo pasa por modificaciones
estructurales y con la necesaria participación activa y determinante de
la población.
Foto de Alvaro Hope
Fuente, vìa :
http://www.elciudadano.cl/2010/10/22/la-crisis-de-las-isapres-o-los-seguros-privados-de-salud-en-chile/
http://www.elciudadano.cl/2010/10/22/la-crisis-de-las-isapres-o-los-seguros-privados-de-salud-en-chile/
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