jueves, 16 de septiembre de 2010

¿Viva México? En este Bicentenario ¿Hay motivos para celebrar? ¿Estamos mejor que hace 200 años? Lorena Aguilar Aguilar

En la conmemoración de los 200 años del inicio de la gesta que desencadenaría en la indepencia de nuestro país, el Gobierno Federal, secundado por los respectivos gobiernos estatales, ha exhortado al pueblo mexicano a sumarse a los festejos del “Bicentenario”, los cuales han costado más de 3 mil millones de pesos. Sin embargo, hoy por hoy, vale la pena que nos preguntemos si realmente las y los mexicanos tenemos motivos para festejar.
Si bien es cierto, politicamente ya no dependemos de España. Sin embargo,   ahora somos dependientes del  modelo neoliberal, al cual fuimos metidos desde hace décadas por la clase política. Entre otras consecuencias, dicho modelo ha propiciado que los sectores estratégicos para el desarrollo de nuestro país se han entregado-en muchos caso practicamente regalados- a la iniciativa privada extranjera. Entre los principales rubros esta, la Banca, el Sistema de Pensiones, el sector energético, etc.
Como derivación hemos visto dispararse cada vez más   los indices de desempleo en nuestro país, muy a pesar de las cifras alegres y poco creibles que nos han dado desde la élite política,   y por lo tanto se ha abaratado la mano de obra y hemos visto suprimirse los derechos laborales de la clase trabajadora.
Por otro lado, la firma del Tratado de Libre Comercio con EEUU y Canada ha puesto ha México en una franca desventaja frente a los vecinos del norte.   Los pequeños sectores productivos no pueden competir con los grandes monopolios extranjeros que entran libremente al país. Y ni hablar de la deuda externa, la cual practicamente “nos ha robado la primavera”.   Al día de hoy nuestra dependencia la hemos trasladado, ahora estamos totalmente subordinados al Fondo Monetario Internacional y al Banco Mundial, organismos emanados del neoliberalismo.
Y  por si esta situación que hemos arrastrado desde hace aproximadamente 30 años no fuera suficiente;  desde hace cuatro   el actual ocupante de Los Pinos, Felipe de Jesus Calderón Hinojosa, en busqueda de la legitimidad que no obtuvo por medio del voto popular, ha convertido al país entero en un frente de batalla.
La supuesta Guerra contra el Narcotráfico - o será la guerra contra algunos cárteles para favorecer a otro-   ha sido el pretexto de Calderón para poner al ejercito en las calles. Sin embargo, lejos de debilitar al crimen organizado (lo único realmente organizado en México), se ha desatado una terrible masacre a lo largo y ancho del país.
Cada mañana al revisar la prensa contamos en decenas las muertes vínculadas a esta guerra y podemos percatarnos de que en muchos casos quienes caen son ciudadanos de a pie, que nada tenian que ver con el tráfico de drogas ilicitas.
Hoy por hoy, México ha dejado de ser un lugar seguro para vivir. Lo mismo se puede ser masacrado o masacrada en una fiesta, como ocurrio con jóvenes de secundaria que fueron asesinados   el 31 de diciembre de 2009;   o bien saliendo de la escuela podemos ser   las victimas mortales del propio ejercito que se supone debe proteger nuestra soberania, como fue el caso de sos estudiantes de posgrado del Tec de Monterrey.  
Pero además, el cinismo de Calderón llega a extremos tales de acusar de criminales a las victimas inocentes antes de iniciar cualquier investigación. A   los ojos del denominado   presidente cualquier mexicana o mexicano somos criminales en potencia.
Pero la burla no termina en este punto. Ante   las alarmantes muertes que la guerrita calderónica ha traido consigo, el titular del ejecutivo, ha tenido la desverüenza de llamar “daños colaterales” a todas aquellas víctimas mortales  de este juego macabro. Al día de hoy llevamos contabilizados más de 28 mil “daños colaterales” en distintos puntos del país desde el inicio de la guerrita.
¿Y nuestros pueblos originarios donde quedan? ¿Acaso están hoy mejor que hace 200 años? Tal parece que no. Al igual que hace 200 años   se les oprime y se les considera incapaces de autogobernarse, se les humilla por su idioma, por el color de su piel y se les despoja de lo que son realmente dueños:   su tierra. Nuestros pueblos originarios, hoy al igual que hace 200 años viven  bajo el yugo explotador, que ha cambiado muchas veces de rostro pero el sistema es el mismo.
La profunda descomposición social resultado de los golpes constantes   que se han dado a la economía popular durante décadas, la subordinación al sistema neoliberal a la que nos han obligado nuestras élites políticas, sumando el olor a muerte que hoy se respira en México gracias a Felipe Calderón,   es el panorama general que tenemos en las celebraciones bicentenarias.  Y ante esta situación se viene  a la mente de quien escribe la duda de si realmente somos libres,   ¿Libres para circular por el país sin el temor de ser asesinados por un reten militar o quedar en medio de un fuego cruzado y ser un “daño colateral” más? ¿Realmente somos libres para poder acceder a un trabajo digno sin la necesidad de abaratar la mano de obra? ¿Fuimos libres de elegir a quien hoy guía los destinos del país?, luego entonces en este Bicentenario ¿Hay motivos para celebrar? ¿Estamos mejor que hace 200 años?
Fuente, vìa :

www.kaosenlared.net/noticia/viva-mexico

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