La
manipulación de los medios de prensa que ha estructurado el imperio ha
hecho que la mayor parte de los ciudadanos de los Estados Unidos, y una
buena parte de los del resto de los países que se tienen por
“occidentales” o del “norte”, llamen “democracia” a un sistema tan poco
democrático como ese que preside Washington aunque en verdad rigen Wall
Street y el complejo militar e industrial con eje en el Pentágono.
La
política de guerra estadounidense en el periodo transcurrido desde el
final de la segunda conflagración mundial, ha devenido estímulo
principal para su economía interna y requisito obligado para el
ejercicio de su dominación mundial.
La
dictadura que Estados Unidos ejerce hoy sobre el mundo con apoyo de las
clases opulentas de los demás países del planeta no obstante las serias
contradicciones que la globalización impuesta a estos últimos disimula,
pasa ahora por momentos que denotan precariedad.
La
pobreza extrema, la marginalidad, la falta de oportunidades de
educación y de trabajo digno, la emigración desintegradora de la familia
con sus secuelas de violencia y drogadicción, todo resulta de un
sistema capitalista que ha sido incapaz de dar respuestas mínimas a los
acuciantes problemas que ha creado.
La ética
individualista que está en la raíz del capitalismo es la madre de todo
lo peor de las sociedades humanas de hoy: la corrupción, la apropiación
ilegal de las cosas, la especulación, el bandolerismo, la explotación
del trabajo ajeno, la privatización de los espacios sociales…
Como
ha escrito el genial Eduardo Galeano, “la sociedad de consumo es una
trampa cazabobos. No hay naturaleza capaz de alimentar a un shopping
center del tamaño del planeta.”
Si el
capitalismo pudiera exhibir un mundo de progreso, libertad y justicia
sería fácil vender el sistema por todo el planeta y hacer que el Tercer
Mundo lo acompañe en esta crisis, pero nada está más lejos de la
realidad.
Según datos oficiales de Naciones
Unidas, hay en este planeta 6 mil 800 millones de personas, de las
cuales mil 20 millones son desnutridos crónicos; 2 mil millones no
tienen acceso a medicinas; cerca 900 millones no tienen agua potable;
más de 900 millones carecen de vivienda o viven en alojamientos
precarios; mil 600 millones no tienen electricidad; 2 mil 500 millones
carecen de sistemas de drenajes o cloacas; 770 millones de los adultos
son analfabetos; 18 millones mueren al año a causa de la pobreza (la
mayoría son niños menores de 5 años); más de 200 millones de niños y
jóvenes de entre 5 y 17 años trabajan en condiciones próximas a la
esclavitud como soldados, prostitutas, sirvientes o en otras tareas
peligrosas o humillantes.
Obviamente, con tal
catálogo de linduras, cada día tendrán que ser mayores los gastos y
esfuerzos para vender al capitalismo como el sistema que el mundo
necesita, mediante el ocultamiento de tantas realidades que
cotidianamente laceran a la mayor parte de la población mundial, no
solamente en las naciones subdesarrolladas.
Sólo
por la fuerza de la propaganda y con la amenaza de las armas, ambas
alimentadas con gigantescos recursos financieros y humanos en detrimento
de los intereses reales de la humanidad, se mantiene la hegemonía
global de Estados Unidos.
Véase cómo, para
ejecutar la dominación militar, en medio de la crisis global del
capitalismo, Washington ha instalado alrededor del planeta cerca de mil
bases militares y libra dos grandes y cruentas guerras para mantener su
ocupación de dos países en aras de sus objetivos geopolíticos y los
intereses estratégicos de las grandes corporaciones petroleras.
Pero
se hará cada vez más difícil hacer entender a los pueblos que es
sostenible por más tiempo un sistema que genera tanta injusticia entre
los seres humanos y que se muestra inepto en el manejo de las relaciones
de éstos con la naturaleza. No se sabe si queda tiempo a la humanidad
para reparar, en aras de su supervivencia, el desastre provocado en el
medio ambiente por la voracidad que mueve al capitalismo, un sistema que
no se puede humanizar, porque su naturaleza intrínseca es inhumana.
Fuente, vìa :
http://www.argenpress.info/2010/09/el-capitalismo-que-se-nos-pretende.html
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