Sí, muera el mal gobierno, porque los sustitutos del priato han dado a los mexicanos en una década más de lo mismo.
Porque, de ser echado el PAN de Los Pinos en 2012, seguirá administrándose la misma dosis.
Porque, como partido de derecha, no tiene proyecto de nación, sino de facción.
Muera el mal gobierno, porque Felipe Calderón comete la insolencia de sentirse la patria.
Porque incumplió su compromiso de moderar la opulencia y la indigencia.
Porque el alza de impuestos y la creación de nuevos, así
como los incrementos en precios de gasolinas y la electricidad,
perjudican a los más pobres.
Porque se somete a la opulenta élite y le permite no pagar multimillonarios impuestos.
Porque se sigue arrojando al infierno de la pobreza a más
de la mitad de los mexicanos y se sigue acumulando fortunas al amparo
del poder.
Porque vale más las complicidades con Juan Molinar y el
parentesco con Margarita Zavala que la vida de 49 bebés de la guardería
ABC.
Porque han empujado al tobogán del olvido y la impunidad los
asesinatos de los niños Almanza, de los 15 adolescentes en una fiesta
en Ciudad Juárez, de los dos estudiantes del Tecnológico de Monterrey,
de la señora Gabriela Pintado Terroba…
Porque la comisionada del Instituto Nacional de Migración
(INM), Cecilia Romero, se mantiene en el puesto sobre los cadáveres de
72 indocumentados asesinados en Tamaulipas.
Porque desprecia a Diego Fernández de Cevallos y no quiere aclarar su secuestro.
Porque su “guerra” ha producido carnicerías cotidianas que ya superan los 30 mil muertos.
Porque mientras combate a cárteles “malos”, como Los Zetas, los que encabezan el “bueno”, Joaquín El Chapo Guzmán e Ismael El Mayo Zambada, pasean por donde les da la gana.
Porque los engaños sobre la captura de Edgar Valdés, La Barbie, sólo ratifican lo que sustenta al grupo gobernante: La mentira.
Muera el mal gobierno porque se entrega el patrimonio
nacional a los magnates Germán Larrea, del Grupo México, y Emilio
Azcárraga, de Televisa.
Porque Televisa ya no es sólo la secretaría de Educación, sino el suprapoder nacional.
Porque no sólo el crimen silencia a los medios de
comunicación, sino el dinero público a carretadas y ha vuelto alcahuetes
a periodistas que hasta se muestran como honorables.
Porque la militarización de la República, que la propaganda
oficial y oficiosa atribuye a la “valentía” de Calderón, esconde los
apetitos de represión.
Porque cada que Calderón convoca a la unidad, hace todo para dinamitarla.
Muera el mal gobierno, porque en la opulenta banalidad
del Bicentenario exhibe que confunde lo grandiosos con lo grandote.
Porque, ignorante, quiso liquidar a Pedro Moreno y Víctor Rosales como héroes de la Independencia.
Porque, supremo ignorante de la historia, ha dejado en el
olvido y en el abandono a sitios clave de la Independencia y desdeña la
Revolución.
Porque, al fin fanático, se somete al clero vociferante que excomulgó a los insurgentes.
Muera el mal gobierno, porque, en vez de editar masivamente Los Sentimientos de la Nación,
presentados por José María Morelos y Pavón el 14 de septiembre de 1813,
para discutir su vigencia, Calderón hizo escribir la historia a su
conveniencia y, sobre todo, sepultar la fraudulenta elección de 2006.
En Historia de México, el libro editada por el
Fondo de Cultura Económica (FCE) que se pretende sea la historia oficial
del panismo, hay por lo menos un capítulo falaz. Es el titulado “México
contemporáneo (1988-2008)”, cuyo autor contratado por el gobierno de
Calderón, Enrique Krauze, describe que la elección de 2006 fue
impecable:
“En los meses anteriores a la elección del 6 de julio de
2006 el país se polarizó entre los partidarios del Peje (sic) y sus
críticos. El propio político tabasqueño, creyendo que su ventaja era
definitiva, cometió varios errores tácticos que a la postre, para
sorpresa general, determinaron su derrota ante Calderón por estrechísimo
margen. Durante el último semestre de 2006 (el periodo de la elección y
la toma de posesión) el país vivió momentos de peligrosa tensión, pero
la civilidad privó sobre la provocación y las amenazas de violencia. El 1
de diciembre de 2006, Felipe Calderón tomó posesión y dio inicio al
segundo periodo presidencial del PAN.”
Y enseguida, el autor colma de elogios a Calderón:
“De un estilo discreto y ejecutivo que contrasta vivamente
con el de su antecesor, Calderón se propuso asumir y enfrentar una
guerra que México había postergado por demasiado tiempo: La lucha
frontal contra el crimen organizado.”
Muera el mal gobierno, en fin, porque la propaganda
multimillonaria de Calderón ya tiene hartos a los mexicanos, a los que
desprecia.
Aun así, no es hora de guardar silencio. ¡Viva México! ¡Muera el mal gobierno…!
delgado@proceso.com.mx
fuente, vìa :
http://proceso.com.mx/rv/modHome/detalleExclusiva/83336
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