Los regiomontanos sabemos que ir a Twitter en las
noches significa enterarnos de nuevas balaceras, atentados, secuestros,
combates en las calles de nuestra ciudad.
Hay guerra en Monterrey, y la estamos perdiendo
todos. El gobierno no puede. Ni el federal, encabezado por Felipe Calderón, ni
el local, de Rodrigo Medina. La mafia, pese a que pone a la mayor parte de los
muertos, se está saliendo con la suya. Ha sembrado el terror y eso le permite
seguir operando sus lucrativos negocios. Es que, por la pobreza, la reserva de
sicarios es prácticamente infinita.
Vivir en Monterrey ya no es posible. Es decir,
vivir con un mínimo de tranquilidad. El que puede, se está yendo de la ciudad.
Son cobardes los que huyen, ha dicho Lorenzo Zambrano, presidente de Cemex y
del Tecnológico de Monterrey. En un sentido tiene razón. En otro, no.
Lo peor es que mis paisanos no entienden. Es una
desgracia, pero la mayoría de la gente en Monterrey sigue con los ojos
cerrados. Por simple fanatismo ideológico los hombres y las mujeres de mi
tierra continúa pensando que Calderón ha hecho lo correcto y, aunque sea
difícil creerlo, no ha disminuido sustancialmente la popularidad de Medina.
Los regiomontanos no han comprendido que no es
necesario un cambio político de fondo para que las cosas cambien. Si se les
habla de darle una oportunidad a la izquierda, se santiguan. El colmo, no han
dejado de contar el cuento del peligro para México que es López Obrador.
Pobres, en el pecado están llevando la penitencia.
Por ignorancia política de la mayor parte de mis
vecinos, la película "El infierno" es un cuento infantil comparada con la
realidad cotidiana de Monterrey.
fuente, vìa :
http://sdpnoticias.com/sdp/columna/federico-arreola/2010/09/06/1111049
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