Es
un fenómeno complejo tanto económico como superestructural de larga y
tórpida evolución eminentemente urbano, apoyado masivamente por las
clases medias arribistas victimas de la crisis, y que busca la
subordinación del campo a la ciudad basándose en los gamonales
latifundistas (los agrarios de Gramsci) o en el caso alemán, en las
retrógradas tradiciones militaristas de los Junkers prusianos. El
fascismo no es un fenómeno Rural, ni menos Feudal, sino su negación
dialéctica.
Esta última formulación es
fundamental para entender el fascismo colombiano que adquiere su
expresión moderna y plena en el gobierno de Uribe Vélez y su
continuación con Juan Manuel Santos; como un Estado militarista,
terrorista y narco paramilitar apoyado (en todos los sentidos) por el
gobierno de los EEUU, y que se basa, imbrica o se enraíza en la
tradición histórica de la Oligarquía colombiana del Poder hacendatario
del régimen capitalista dependiente, impuesto por Francisco de Paula
Santander en su forma republicana mediante una mezcla de guerras civiles
y leguleyismo, después de la guerra anticolonial y de liberación de
España o primera Independencia.
Cuando en 1767
el rey Carlos III de España expulsa a los “padres teatinos” o jesuitas
de sus dominios coloniales por considerar que dependen directamente del
Poder Vaticano y no de su trono; en Colombia se comprueba que la
“empresa jesuita” como la llama el historiador Germán Colmenares, es
después de la del Paraguay la segunda empresa más grande en el mundo
colonial español, que abarca prácticamente toda una Provincia geográfica
hoy conocida como la Orinoquia colombiana.
Una
poderosa maraña o sistema económico e ideológico basado en grandes
haciendas esclavistas (con 1.012 esclavos) destinadas a la exportación,
con un núcleo productivo ubicado en la gran Hacienda de “Caribare” en el
Casanare y una amplia red subsidiaria de misiones o reducciones de
fuerza de trabajo indígena, centros de enseñanza, seminarios, rutas de
exportación por el rió Orinoco, abastecimiento de carne a las ciudades
del altiplano andino y de importación de esclavos en Cartagena, con un
centro intelectual en el colegio mayor de San Bartolomé de Bogotá.
Con
esto, se puede entender porqué F P Santander, el mejor alumno del
colegio jesuita de San Bartolomé, refugia en los llanos del Casanare
entre 1816 y 1819. Su pelea irreconciliable con Páez quien quería anexar
la provincia jesuita a Venezuela, y porqué algunos conjurados de la
noche septembrina que lograron escapar también buscaron refugio allí.
Pero sobre todo se le puede dar sentido al lamento terminante del
general en su laberinto, durante el dolorido viaje por el río Magdalena,
cuando apedreado por la pandilla de condiscípulos del “truchimán
Santander” dice con la realidad de la agonía; que todo el desastre que
lo está llevando a la muerte se debe a que no le quiso entregar la Gran
Colombia al colegio de San Bartolomé.
Y aquí
está la raíz histórica del actual fascismo colombiano: La profunda
simbiosis regresiva entre Iglesia católica y el Poder Oligárquico de
Colombia, mediatizado durante un bicentenario por el capital
Imperialista. Alianza simbiótica sostenida ideológicamente viva hasta
hoy por intelectuales citadinos como Silvio Villegas, Alzate Avendaño,
Laureano Gómez y sus descendiente, junto con prelados como el jesuita
Félix Restrepo y la amplia gama de colaboradores de su revista javeriana
sobre “corporativismo”; o el inefable obispo en proceso de
santificación por el Estado Vaticano Miguel Ángel Builes, quien duró
vivo hasta 1971 ejerciendo directamente su beatífica y férrea influencia
ideológica con sus proclamas pastorales desde su diócesis y desde el
seminario de Yarumal en Antioquia.
Simbiosis
ampliamente documentada y explicada por historiadores y científicos
sociales, que Simón Bolívar veía proféticamente antes de morir: “ Tomó
el aire que le faltaba y prosiguió - claro que todos son unos santos
varones al lado del truchimán Santander. Sus amigos se roban el dinero
de los empréstitos ingleses comprando papeles del Estado por la décima
parte de su valor real y el propio Estado se los acepta después al cien
por ciento…
Fuente, vìa :
http://www.argenpress.info/2010/09/empresa-jesuita-bicentenario-y-fascismo.html
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