La fiebre del oro
En
todo el mundo se ha desatado una espiral de adquisiciones y fusiones de
empresas mineras. En general afecta grandes proyectos de inversión, que
son absorbidos por corporaciones “seniors”, que en la jerga del ramo
serían las empresas gigantes, con mayor trayectoria y extensión. Este
proceso se da en un marco de enorme crecimiento del precio del oro -se
triplicó en los últimos cinco años- y en momentos en que en gran parte
de América del Sur y América Central – a escala masiva, en toda la
Cordillera de los Andes- se implanta el paradigma de explotación
conocido como “a cielo abierto”. Un paquete tecnológico basado en la
voladura de los cerros y en la utilización de grandes cantidades de
agua, que queda envenenada con cianuro, sólo puede ser posible por el
acompañamiento obsequioso del poder ejecutivo, legislativo y judicial,
que provee de enormes ventajas al sector.
En
Argentina, por caso, las corporaciones mineras parecen tenerlo todo. Un
paquete de leyes a su medida, impulsado por Menem pero sostenido también
por el kirchnerismo. Gobernadores ávidos por hacer negocios. Una Casa
Rosada dispuesta a recibirlos, visitarlos, cerrar acuerdos, y si es
necesario, hasta vetar leyes que puedan afectar la tasa de ganancia de
las empresas. Y por supuesto lo más básico: montañas de riqueza
minerales esperando se r exploradas, extraídas y transportadas hacia los
puertos por las grandes empresas trasnacionales. El poder de las
corporaciones es creciente y, causalidad o no, en algunos mentideros
políticos comienza a manejarse la hipótesis de que un hombre muy cercano
a sus intereses, José Luis Gioja, se instale en la vicepresidencia a
partir de 2011. El gobernador de San Juan es un histórico lobbysta del
sector y en estos momentos encabeza una especie de liga de gobernadores
cordilleranos que están jugando abiertamente a favor de los intereses de
las empresas, coordinando políticas provinciales y pulseando en el
Parlamento, como con la ley de Protección de Glaciares, con posibilidad
de aprobarse en el Senado dos años después que Cristina Fernández vetara
la norma, a pedido de la Barrick Gold y otras compañías, casi todas
británicas y norteamericanas.
Bajando por los Andes
En
este contexto, la empresa canadiense Goldcorp anunció que extiende sus
negocios a la Patagonia, más precisamente a Santa Cruz, al comprarle a
la australiana Andean Resources el proyecto Cerro Negro. Según
anunciaron en un comunicado, la venta se realizó por 3600 millones de
dólares canadienses, unos 3400 millones de dólares estadounidenses, un
récord histórico para una transacción en nuestro territorio.
Goldcorp
tiene explotaciones en México, Guatemala, Honduras y Chile. En
Argentina es la dueña del 37.5% de Bajo la Alumbrera, la mina en
operaciones más grande del país, en la provincia de Catamarca. Se trata
de un emprendimiento severamente cuestionado por las asambleas de las
comunidades, a causa de los daños al patrimonio común: el agua, la
tierra y en general, el equilibrio del medio ambiente.
Con
la adquisición de Cerro Negro, la corporación se apropia de un proyecto
con perspectivas de alto crecimiento y con recursos comprobados, según
anunció, de 2,5 millones de onzas de oro y 23,5 millones de onzas de
plata, lo que la convertiría en la segunda mina de oro del mundo,
compitiendo con la explotación llamada Muruntau, en Uzbekistán.
Frotándose las manos
El
director general de la compañía no ahorró expectativas al anunciar la
operación. “Una característica muy excitante del proyecto es la
oportunidad de un crecimiento continuo de los recursos en oro a través
de la expansión de los yacimientos existentes y del descubrimiento de
zonas adicionales”, explicó Chuck Jeannes.
Fuente, vìa :
http://www.argenpress.info/2010/09/la-minera-goldcorp-se-extiende-la.html
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