A 120 años del primer festejo
del Día Internacional de los Trabajadores, aprobado en el Congreso de la
Segunda Internacional Socialista en julio de 1889, como jornada de
lucha y conmemoración de los Mártires de Chicago de 1886, los
trabajadores en el mundo enfrentan una lucha para que no les disminuyan
los derechos adquiridos y, aunque resulte irónico, por mantener la
jornada laboral de 8 horas, que provocó las protestas de entonces.
Aunque en estos 120 años los
trabajadores han alcanzado muchas reivindicaciones, todavía deben
mantenerse en lucha para evitar perderlas, y si se comparan los avances
alcanzados en otras áreas, las conquistas y derechos adquiridos han sido
relativamente menores.
Tras la declaración de la Segunda
Internacional Socialista de comenzar a conmemorar el Día Internacional
de los Trabajadores a partir del primero de mayo de 1890, poco a poco la
fecha se fue estableciendo en todos los países, aunque en algunos
lugares, como Estados Unidos y Dinamarca, por citar dos ejemplos, se
conmemora sólo el Día del Trabajo y en el mes de septiembre. Incluso en
aquellos países donde se admite la conmemoración el primero de mayo, las
autoridades tratan de apartar esa fecha de cualquier reivindicación
laboral y de sus implicancias socialistas.
En esta ocasión, los trabajadores del
mundo deberán volver a manifestar contra los renovados intentos de
recorte de los derechos laborales, como la jornada laboral de 8 horas y
la reducción de la seguridad social, especialmente el aumento de la edad
para jubilarse y un monto menor, entre otros. Desde la caída del
llamado sistema socialista en la Europa del Este, el mundo pasó a ser
controlado casi con exclusividad por el capitalismo más salvaje.
En los últimos años del siglo pasado, el
llamado neoliberalismo comenzó a desmontar todo vestigo de socialismo
en los ex países de Europa del Este, y liquidar también aquellos
programas o estructuras que tuvieran un carácter social en los países
capitalistas. Por ejemplo, intentaron liquidar las empresas públicas,
quitando así de la propiedad social importantes recursos, así como
recortes a las inversiones del Estado en educación y salud pública,
permitiendo el aumento de la brecha social, y condenando a los sectores
de menores ingresos a una educación inferior y a una salud de menor
calidad.
En los últimos años los países
desarrollados, especialmente en Europa, que habían logrado mayores
avances en legislar derechos laborales, tras casi 70 años de
colaboración de la socialdemocracia con los gobiernos de turno, y ya sin
el espejo del bloque socialista, emprendieron intentos por reducir esos
derechos. La extensión de la Unión Europea y la imposición de la
economía de mercado como el único sistema económico posible en su seno,
marcó una tendencia a la equiparación a la baja de los derechos
laborales. Los sindicatos nacionales comenzaron a perder fuerza, y
batallas legales ante la legislación europea.
El pasado año se frenó apenas un intento
en el seno de la Unión Europea por aumentar las horas laborales por
semana, que supondría la derogación de hecho de la jornada laboral de 8
horas que fue lo que motivaron las protestas y huelgas de 1886. Al mismo
tiempo, los países de la UE están promoviendo el aumento de la edad de
retiro de los trabajadores y una disminución del monto a recibir. Ya hay
propuestas concretas en ese sentido en España, Francia, y posiblemente
se presente en Suecia después de las elecciones parlamentarias de
septiembre próximo.
La instauración de los fondos de pensión
a manos privadas, en los hechos una apropiación de los ahorros de los
trabajadores por los especuladores financieros, está causando una
reducción de las jubilaciones y pensiones. Ya en julio de 2000, la
Oficina Internacional del Trabajo (OIT) presentó un informe (Social
Security Pensions: Development and Reform, de Colin Gillion) sobre
la situación de las cajas de pensiones en el mundo, donde concluía que
hasta el 90 por ciento de los trabajadores, probablemente nunca
recibirán ningún tipo de prestación de vejez o de jubilación, ya sea
porque los fondos previstos para tal efecto son insuficientes o
inexistentes, o bien porque, como ocurrió y ocurre aún hoy, incluso en
los países más ricos, las cajas de pensiones registran déficits cada vez
mayores.
Aunque las recomendaciones del informe
eran contrarias a los intereses de los trabajadores (por ejemplo
aumentar la edad para jubilarse), demostraba que la preocupación de las
administradoras de fondos de pensión para obtener ganancias, habían
hecho perder el objetivo de sostener una seguridad social, y que la idea
de que esos fondos pudieran jugar un papel de estímulo a la economía
con inversiones genuinas, no se había concretado.
TRABAJADORES MIGRANTES
La casi exclusividad del dominio
capitalista en el mundo, y el avance de la tecnología, condujo a una
mayor interdependencia entre los países, controla por la potencia
hegemónica. Se comenzó a utilizar el término globalización para definir
esa dependencia y rápida conexión entre países, y las empresas
transnacionales que adquirieron un poder casi ilimitado, borraron en su
provecho las barreras arancelarias entre países. Ese flujo libre de
capitales especulativos y la imagen vendida de una libertad completa
para el traslado de un sitio a otro, unido al desmantelamiento de las
economías de los países más débiles, incentó un fenómeno siempre
existente: la migración.
Decenas de millones de personas
comenzaron a trasladarse de un país a otro buscando trabajo y mejores
condiciones de vida. Las sucesivas crisis económicas en los países
desarrollados provocaron al mismo tiempo el surgimiento de tendencias
racistas y xenófogas que buscaron y buscan detener la inmigración a esos
países, aunque en términos económicos todavía dependen de ella. Desde
la última crisis financiera del 2008, además de los renovados intentos
por liquidar con conquistas sociales, se fortalecieron las políticas que
buscan frenar la migración de trabajadores.
Según la Organización Internacional del
Trabajo (OIT), en el mundo hay 214 millones de migrantes, 105 millones
son trabajadores activos. En un estudio del pasado año, la OIT recuerda
que los trabajadores migrantes contribuyen positivamente en los países
donde trabajan como en sus países de origen a donde envían importantes
recursos económicos.
Pero al mismo tiempo, esos trabajadores
sufren carencias de trabajo decente, baja remuneración, falta de pago de
salarios, ambientes de trabajo inseguros, ausencia de protección
social, privación de la libertad sindical y de acceso a los derechos de
los trabajadores, discriminación y xenofobia.
La legislación contra la llamada
inmigración ilegal se hace más restrictiva en los países desarrollados
y, por ejemplo, en Estados Unidos, se sancionan leyes que criminalizan
la inmigración. El Estado de Arizona aprobó ahora que la policía puede
detener a cualquier persona que por su apariencia, a juicio de los
agentes, pueda ser inmigrante ilegal. Italia ya sancionó una ley similar
y en algunas regiones hay grupos de ciudadanos de extrema derecha que,
con respaldo de la ley, salen a cazar inmigrantes ilegales para que la
policía los detenga y expulse del país.
En las conmemoraciones del Primero de
Mayo muchas veces se olvidan de reivindicar los derechos de los
trabajadores migrantes, como si fueran derechos “de otros” y en algunos
casos se les considera casi como enemigos que vienen a quitarle sus
trabajos.
MÁS DE 210 MILLONES DE
DESEMPLEADOS
La crisis financiera iniciada en Estados
Unidos hace dos años, todavía sigue golpeando duro a los trabajadores
en todo el mundo. Según un informe de la OIT, a fines del pasado año
había 212 millones de desocupados en el mundo, un incremento de 34
millones en sólo dos años.
Pero si la desocupación ya es un
problema grave, la situación de los que tienen trabajo es apenas mejor.
Según la misma organización, el porcentaje de trabajadores con empleos
vulnerables a nivel internacional supera los 1.500 millones de personas,
lo que equivale a más de la mitad (50,6 por ciento) fuerza laboral
global.
En el 2009, 110 millones de trabajadores
pasaron a estar en una situación de empleo vulnerable, es decir, que lo
pueden perder en cualquier momento. Esto debe sumarse también a la
calidad del ingreso que reciben. 633 millones de trabajadores y sus
familias vivían con menos de 1,25 dólares estadounidenses por día en
2008, y otros 215 millones de trabajadores estaban en riesgo de caer en
la pobreza en 2009.
Un documento parcial de la OIT de fines
del pasado año preveía también un descenso del salario real de los
trabajadores en todo el mundo. El “Informe mundial sobre salarios:
Actualización de 2009” dice que “es probable que la situación salarial
empeore en 2009. El informe señala que en la mitad de los 35 países para
los cuales se cuenta con información, el salario real mensual se redujo
en el primer trimestre de 2009 comparado con el promedio de 2008. Esto
por lo general se debió a una disminución en la cantidad de horas
trabajadas.
fuente, vìa :Barómetro Internacional
http://www.elciudadano.cl/2010/06/08/todavia-hay-que-defender-las-8-horas/
No hay comentarios:
Publicar un comentario