La XIX edición de la Copa Mundial de Futbol
coincide con la primera crisis económica internacional del siglo XXI,
que se mantiene como una amenaza vigente, sobre todo en economías como
las de Grecia, España, Portugal y México. En ese contexto, la justa
deportiva refrendará su papel como mecanismo de control social,
consideran académicos
Un partido de futbol, coinciden especialistas,
puede derivar en complejos mecanismos de control, como la manipulación,
la persuasión, las cortinas de humo, las válvulas de escape e
incluso la confrontación. Invariablemente, éstos se ejercen desde el
poder y se dirigen a un público masivo. De preferencia, a las clases
populares.
El doctor en antropología e
investigador de la Universidad Iberoamericana, Roger
Magazine, considera que la manipulación no es tan obvia como para que
las personas puedan resistirse o quejarse.
“Mucha gente diría: ‘si esto es
manipulación, no está mal. Me gusta ver el futbol por televisión’”,
indica el también autor del libro Azul y
oro como mi corazón: masculinidad, juventud y poder en una porra de los
Pumas de la UNAM.
Este 11 de junio, la Selección
Mexicana inaugurará la Copa Mundial, al disputar el primer partido con
el anfitrión, Sudáfrica. El juego será transmitido por televisión
abierta. También habrá narraciones radiofónicas.
Ese viernes se espera que los
mexicanos sólo hablen de futbol, que olviden las decenas de ejecuciones
que a diario se cometen en el país o la pérdida del empleo y del valor
adquisitivo de sus salarios.
“El entretenimiento es la
técnica persuasiva básica”, explica Jaime Viaña, sicoanalista y
académico en la Facultad de Estudios Superiores Acatlán, de la
Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
Recuerda que el mejor ejemplo de ello son las campañas de Paul Joseph
Goebbels, ministro de propaganda en el gobierno de Hitler y responsable
de la popularidad del régimen fascista nazi.
Viaña señala que el considerable
espacio asignado a la sección deportiva en los medios de comunicación
cumple con una función ideológica. Se trata de la antigua receta romana: “Al pueblo, pan y
circo”.
Imposición cultural
El papel de los medios incluye
la imposición de patrones culturales. Layla Sánchez Kuri, maestra en
ciencias de la comunicación y profesora de la Facultad de Ciencias
Políticas y Sociales de la UNAM, analiza que éstos tienen por objeto
hacer del futbol una industria que crea necesidades falsas, hasta que
alcanzan el rango de formas de control social.
Los 22 jugadores, líderes
carismáticos, portan tacos Nike o Adidas. Sus playeras se atavian no
sólo con los colores de la bandera que representan, sino con varios
logotipos de trasnacionales.
“Se ha perdido la esencia del
futbol porque se ha sobrevalorado. Ahora todo es dinero”, critica el
futbolista Alberto Aguilar, exintegrante de las fuerzas básicas del Cruz
Azul. Agrega que el éxito de este deporte con las masas se basa en su
sencillez: “El futbol atrae a tantas personas porque es muy simple, es
primigenio”.
La XIX edición de la Copa Mundial de Futbol
coincide con la crisis económica internacional, que inició en Estados
Unidos a mediados de 2008 y que aún mantiene en jaque a economías
europeas. A pesar de generar ganancias, este rentable torneo no
contribuirá a superar la crisis.
Para que el Mundial tuviera posibilidades de
generar una expansión económica, tendría que producir un cambio
cualitativo: incrementar el producto interno bruto, además de aumentar
el nivel de vida y el índice de desarrollo humano. Sin embargo, sólo
crea condiciones para el lucro, explica Miguel Ángel García, consejero
técnico estudiantil de la Facultad de Economía de la UNAM.
En Alemania 2006, la Copa Mundial que
antecede a Sudáfrica 2010, se recaudaron alrededor de 700 millones de
dólares, de acuerdo con el Informe sobre las finanzas de la FIFA (Federación
Internacional de Futbol Asociación) de ese mismo año. La suma del
rescate financiero de la actual crisis asciende a más de 12 billones de
dólares.
“Hay una diferencia muy grande entre lo que
los gobiernos y empresas utilizan para sacar al planeta de la crisis y
las ganancias que trae un Mundial”, refiere el economista.
Miguel Ángel García agrega que el impacto
económico no es el mayor beneficio que obtienen sus organizadores y
patrocinadores: la utilidad mayor es perpetuar las formas de dominio.
Ernesto Priani Saiso, filósofo y
catedrático de la Facultad de Filosofía y
Letras y estudioso de las relaciones de poder que se dan en la cancha, explica que “los medios de comunicación, los grandes
inversores y el poder político aprovechan el fenómeno del futbol y lo
ocupan para favorecer sus propios intereses”.
Agrega: “La idea es: si yo
logro convencerte a ti de que la Selección es una promesa mayor de lo
que realmente es, voy a lograr que compres cosas, veas mis programas y
disfrutes de la ‘calma social’”.
Estadios, termómetros de la violencia
La calma social, sin embargo, no
siempre es el fin. Uno de los mecanismos de control social que se
ejercen a través del juego es justamente lo contrario: la confrontación
física y verbal. Los estadios de futbol son ahora espacios propicios
para la confrontación y pueden ser vistos como “termómetros del
nivel de violencia social”, expone Layla Sánchez.
“Es el divide y vencerás”. Por
ello se utiliza un lenguaje marcial: los comentaristas narran, con
exacerbado nacionalismo, las “batallas” deportivas. En vez de ver
futbolistas, vemos a soldados que van a pelear por un país, critica la
comunicóloga.
Futbol, objeto de atención del poder
Roger Magazine reconoce la
dificultad de identificar dónde termina la manipulación y dónde empieza
el surgimiento de algo crítico. Para él, el futbol puede ser “el opio de
las masas”, pero también un lugar donde surgen molestias.
En México, durante la
inauguración del Mundial de 1986, la gente recibió con una “sonora
rechifla” al entonces presidente Miguel de la Madrid, por su incapacidad
de enfrentar, un año antes, la contingencia del terremoto, narra Juan
Villoro en Dios es redondo.
En palabras del reconocido
escritor: “La incontrolable multitud puede descubrir una voz propia y
una conciencia crítica al reconocerse en forma espontánea como una
fuerza circular”. (Con información de Isabel Argüello / Flor Goche /
Edgar Guzmán / Elva Mendoza)
Los aficionados al futbol asocian los triunfos de la Selección Mexicana con el desarrollo del país, y sus derrotas, con el retroceso del mismo: estudio Bajo estado de ánimo, si la Selección no pasa, realizado en 2010 por De La Riva Group, empresa especializada en investigaciones de mercado
El fenómeno futbolero,
un niño envuelto
Temor y entretenimiento: con
estos ingredientes ya se puede preparar niño envuelto, asegura
el sicoanalista Jaime Viaña.
El profesor universitario
recurre a la analogía de Gustavo Le Bond en La sicología de las
multitudes y asimila a las masas (fanáticos potenciales del futbol)
con los niños.
El costo, reflexiona el
sicoanalista: “Un detrimento de la inteligencia para preservar el
infantilismo síquico. Y es que el infante no puede sofocar sus
exigencias pulsionales mediante la razón, sólo la amenaza o la
fantástica promesa apaciguan la falta del objeto anhelado… el cáliz
sagrado, la copa”.
La “futbolización” del EstadoPara el Estado, el deporte, y el futbol en especial, juega un papel sumamente importante y múltiple como forma de control de la población. A la masa, la enajena y la “hace feliz” al impedirle ensimismarse en sus problemas reales y tomar conciencia de su situación de explotada, marginada y humillada. Le ahorra la preocupación de buscar una salida a su condición de paria, sostiene el sociólogo de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), Arturo Palacios Aguirre.Para que funcione la maquinaria de explotación del pueblo, el Estado desarrolla mecanismos de control y represión. Uno de ellos es el futbol, cuyo uso político por parte del gobierno, los partidos y los grupos cierra el círculo de enajenación y control. Recuérdese 1968: la feroz represión del gobierno de Díaz Ordaz estuvo acompañada de una descarada campaña que ensalzaba las olimpiadas para “borrar” la masacre, agrega.La política, como se sabe, es la esencia de la actividad del hombre en la sociedad. Una actividad, una idea, un recurso, una personalidad, son palancas políticas en la medida en que mueven a las masas y son capaces de unificar voluntades para movilizarlas en pos de un objetivo concreto. En esa medida cobran importancia y reciben atención preferente de los partidos, clases, gobiernos, que buscan palancas políticas eficaces para agrupar a las masas en su derredor y hacerlas marchar bajo su dirección.Desde este punto de vista, el futbol es una importante palanca política de la que hacen uso discreto los gobiernos para conquistar simpatías y adhesiones. Y ésta es la importancia y la explicación que el gobierno mexicano concede al futbol.Para el catedrático de la UAM, en el capitalismo el rasgo más esencial del deporte, y del futbol en particular, consiste en que se le trata como una actividad eminentemente comercial, como un negocio. El deportista es una mercancía que se cotiza en el mercado según su valimiento. Esto lo convierte en un ser egoísta, lo envilece y lo prostituye.Así, dice, la causa desencadenante de su esfuerzo deportivo no es una causa noble, no es “el amor a la camiseta”, “el espíritu deportivo” o “el amor a la patria”, sino su interés por un sueldo elevado, las regalías y los premios. El deportista profesional no “juega”, trabaja; y quienes lo patrocinan tampoco están “fomentando un deporte”, están realizando un negocio. Así se explica la proliferación de clubes “dueños” de uno o varios equipos y la profesionalización de los deportistas en México y en todo el mundo.El mismo hecho queda reflejado en el escaso interés que el Estado dedica a la educación física y el deporte de la juventud y de la sociedad entera. En la práctica, la casi nula actividad deportiva se reduce a los ridículos balbuceos que maestros mal preparados enseñan a los jóvenes en las escuelas primarias y secundarias. Ni en la primaria ni en la universdad hay actividad física programada. Fuera de las escuelas, la intervención del Estado en la actividad físico-cultural y deportiva de la sociedad es totalmente insignificante y marginal. La actividad deportiva descansa, totalmente, en manos privadas que la explotan comercialmente.Por eso, precisamente, con motivo de la celebración del Mundial, del 11 de junio al 11 de julio, en Sudáfrica, la propaganda y los comentarios relativos al evento alcanzan niveles asfixiantes. El mundo y México transpiran futbol. No hay manera de escapar a esta euforia futbolera, a la estupidización colectiva.Palacios Aguirre agrega que el futbol, a diferencia de otros deportes y entretenimientos, ocupa siempre un lugar destacado en la vida de mucha gente, atrae la atención de núcleos importantes de la población y ejerce considerable influencia sobre las clases populares.“Por eso no es nada raro que funcionarios de alto nivel, incluido el presidente de la República, hagan a un lado asuntos de mayor importancia y se muestren más preocupados por los resultados de los partidos que por los problemas de sus respectivas carteras; reciban en sus despachos a futbolistas de prestigio con más atenciones y honores que a un diplomático de alto rango, y les otorguen premios que ya quisieran para sí algunos investigadores destacados.”
La crítica convencional
Para el sociólogo Arturo
Palacios, la importancia concedida al futbol por parte del pueblo es una
expresión clara de su bajo nivel cultural y un resultado de la
capacidad manipuladora y enajenante de los grandes medios masivos de
comunicación, que han inducido con su propaganda esta especie de
adoración masiva, de histeria colectiva en torno al futbol y a sus
practicantes.
“En cuanto a las autoridades, al
Estado, se pretende que su ‘futbolización’ sea síntoma del
carácter absurdo, irracional, del sistema capitalista, de la inversión
de valores que produce; algo así como el acto inconsciente de una
mentalidad colectiva desorganizada e irresponsable. Es frecuente
encontrar en las prensa expresiones como: ‘no exagere, señor
presidente’, “el honor nacional no está en los botines de la Selección”,
etcétera, a propósito de alguno de los actos oficiales relacionados con
el futbol. Tales frases pretenden expresar que la conducta de las
autoridades es un despropósito, un error de óptica, algo desmesurable e
injustificable.
“Y sin embargo no es así. La
crítica que hace descansar en el atraso de la masa y el poder
manipulador de la televisión de un lado, y en la irracionalidad del
capitalismo de otro, el fenómeno de la futbolización de la
sociedad, es una crítica relativamente convencional por cuanto no va a
la raíz de la cuestión. En realidad, el fenómeno del futbol, como la
televisión misma o la pornografía, no puede ser explicado por alguna o
algunas causas, en forma definitiva. Son fenómenos que están totalmente
integrados al sistema, forman parte consustancial del mismo, lo explican
y lo sostienen tanto como el sistema entero explica, sostiene y
alimenta al futbol, la televisión enajenante o la pornografía.
“El capital en general tiene en
el futbol un buen recurso para captar la atención de la masa y para
hacerla que encienda su aparato de televisión y bombardearla con la
propaganda de las mercancías. Mientras el espectador ‘se divierte’,
recibe, sin darse cuenta, múltiples “mensajes” disfrazados de
comerciales. De este modo va siendo condicionado para que consuma
cualquier cantidad de productos. El comercio televisivo, por su parte,
al ganar mayor auditorio, mejora su negocio, pues crece el número de
anunciantes que están dispuestos a pagar cantidades exageradas por ‘un
minuto’ de propaganda o por un spot”.
Los comerciantes del deporte y
la televisión se dieron cuenta, hace mucho tiempo, que sus respectivos
negocios pueden prosperar mucho más aprisa si se unen y apoyan
mutuamente. Por esta razón, en la actualidad, los consorcios televisivos
y los “dueños” de los clubes deportivos forman una sola empresa
destinada a enajenar, a embrutecer al público, al pueblo, a las clases
más desprotegidas cultural y económicamente, mediante un continuo
bombardeo de propaganda consumista mientras le hacen “disfrutar” un
partido de futbol.
Los dueños de los clubes
deportivos, a su vez, ven subir sus utilidades como la espuma, tanto
porque la propaganda acarrea espectadores a los estadios, como porque
crece el monto de las regalías que cobran por “derechos de transmisión”
del evento futbolero.
Así pues, no sólo es la
televisión la que se beneficia con la popularización, con la propaganda
exagerada acerca de las excelencias del futbol, ni tampoco los dueños de
los clubes deportivos, ni sólo los anunciantes, sino toda la clase
capitalista en su conjunto. Los únicos perjudicados son los pobres, los
humildes, las clases populares que, gracias a su indefensión cultural y
económica, son víctima de las mentiras, las frases hechas y los falsos
valores con que los bombardean de día y de noche la televisión.
Por eso, a pesar de su aparente
carácter progresista y radical, es un craso error, un claro espejismo intelectualoide,
la crítica convencional de los partidos y personajes de la “izquierda
culta” que pretende que la preferencia del Estado por el futbol no
merece otra cosa que el desdén, el desprecio. La futbolización
del Estado es un claro y peligroso acto de la lucha de clases que merece
toda la atención de los sectores progresistas dispuestos a esclarecer
los verdaderos objetivos de la futbolización del Estado entre
el pueblo. Cualquier concesión en este terreno, aunque se disfrace de
“superioridad intelectual”, es un retroceso imperdonable.
Finalmente, Arturo Palacios
considera que, para acabar con esta situación, “lo que se necesita no es
salir del subdesarrollo, sino del sistema capitalista y luchar por una
organización social más equitativa e igualitaria, que verdaderamente le
dé su lugar e importancia al futbol en particular y al deporte en
general como forma integral del desarrollo físico y emocional del
pueblo”. (José Réyez)
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