jueves, 10 de junio de 2010

Grecia, tras la privatización El desmantelamiento del Estado vía las privatizaciones no resuelve el problema de la crisis. La agudiza, nada más. Salvador González Briceño | ALAI, América Latina en Movimiento

“Pedir prestado no es mucho menos que mendigar, así como el prestar con usura no es gran cosa menos que robar”: Gotthold Ephraim Lessing (1729-1781).
 
Tanto el Fondo Monetario Internacional (FMI) como la Unión Europea (UE) ya cogieron a Grecia por el cuello. Es decir, que a cambio de los 110 mil millones de euros que le “prestarán” entre 2011 y 2013 para el rescate económico y el cumplimiento de sus compromisos de pago por deuda principalmente con Alemania, el gobierno griego tendrá que privatizar empresas o servicios que ahora están bajo el control del Estado.
 
Síndrome seguro de una crisis mayor para el mediano y largo plazo. Es decir, que si ahora Grecia está en problemas financieros, peor lo estará después. Ahí está el espejo de Latinoamérica, desde los años 80 para acá, cuando comenzó la ola de las privatizaciones —bajo tutela del FMI y el Banco Mundial, de la mano de otras medidas de choque, como el control salarial anclado a la inflación, la restricción monetaria, la caída del crecimiento y el empleo, etcétera— que han derivado más bien en la profundización de las crisis (en sus vertientes económica, política y social), que en soluciones. México, como alumno ejemplar del dogma neoliberal.
 
O sea, que el mismo remedio aplicado antes por la banca internacional de golpear a la población de los países —Grecia, España, Portugal, ¿quién sigue?, en la zona euro que hoy están en problemas financieros— en desarrollo, será impuesto ahora a los del círculo más cercano a los países desarrollados, particularmente Europa. ¡Suenan las campanas para los países pobres de la periferia de la UE! Todo a beneficio del sector financiero internacional; o para que continúe la racha especulativa tipo casino de “los mercados” con sus jugosas ganancias.
 
Así lo anunció ayer el ministro de Finanzas heleno, George Papaconstantinou. La venta de empresas que prestan servicios. “Grecia venderá un 49% del ferrocarril estatal OSE y el 39% del correo Hellenic Post… El Ejecutivo necesitado de dinero también venderá un 23% de la compañía de agua potable y telefónica EYATH TWSr.AT, y privatizará completamente los casinos… No obstante el objetivo es tener un estado que garantice los servicios públicos, pero al mismo tiempo apuntale el dinamismo de la economía de Grecia”, dijo el funcionario al hablar de las medidas.
 
Pero tanto Papaconstantinou, como el presidente heleno Giorgos Papandreou, están adoptando acciones tan drásticas como falsas. Sobre todo, porque no habrá resultados tanto aquí como en otros países en donde se han aplicado tales restricciones. Tan sólo es un contrasentido pretender un estado que garantice los servicios y a la vez apuntale el dinamismo económico, como propone el ministro de Finanzas. Menos con las restricciones sociales anunciadas por Papandreou los días 9 de febrero y 2 marzo pasados, para cubrir las peticiones de la UE.
 
Aunque el propósito, agrega, es “que el país recaude más de los mil millones de euros anuales exigidos a través de la venta de activos estatales (porque) el memorándum (de la UE y el FMI) tiene proyecciones de ingresos de mil millones de euros anuales para el periodo 2011-1013. (Y) nuestras estimaciones son definitivamente más altas”. ¿Pero a qué costo? No lo dice, pero está claro que conllevan el empobrecimiento de la población, por el impacto social implícito.
 
En el ejemplo está México. Como el más puntual seguidor de las políticas de privatización y ajuste, y servidor de la banca internacional. Sus gobiernos han pospuesto para después la recuperación de los salarios de las clases trabajadoras. Promesas porque el después no llegó. Los gobiernos de la privatización —comenzó Miguel de la Madrid, siguió Carlos Salinas y luego Ernesto Zedillo— han desoído las demandas para un mínimo desarrollo económico; tal y como han pospuesto la atención a la agudización de problemas como el empobrecimiento de la población. Pero qué tal la apertura económica, sin resultados hasta ahora para el desarrollo del país. Grecia sigue los pasos.
 
Es decir, que los gobiernos neoliberales han sido sumisos a las exigencias de la banca internacional. Pero el desmantelamiento del Estado vía las privatizaciones no resuelve el problema de la crisis. La agudiza, nada más. Prorroga por algún tiempo, quizá una década, la zozobra porque atenúa la tempestad coyuntural dada la premura de los pagos (por la crisis de deuda). Pero nada más.
 
Es un paisaje claramente visto en América Latina, desde los años aciagos de las crisis de los 80. Apenas ahora algunos gobiernos, como Venezuela con Hugo Chávez y Bolivia con Evo Morales —sobre todo durante la última década—, están revirtiendo la condición estructural de dependencia crediticia de la banca internacional, así como la situación de crisis permanente. Todo con miras a resolver el problema social que generó el modelo neoliberal. Porque las privatizaciones son columna vertebral del mismo.
 
Acudiendo, por un lado, a la reestatización de algunas empresas que resultan estratégicas para la actividad económica, y por otro creando instancias de financiamiento lejos de las restricciones de la banca al servicio del Tesoro de los Estados Unidos y del BM y el FMI, como el Banco del Sur a través del ALBA (Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América). Alternativas viables, al fin. Como lo han demostrado. Y al que se han sumado otros países de la región. Sólo México no empata, pero porque tiene todas las fichas puestas para jugar en el mercado del Norte. Por eso ha perdido liderazgo en Latinoamérica; por servir a los intereses del Imperio.
 
Así, en lugar de ayuda desde la UE y el FMI para que Grecia salga de la debacle y se incorpore al mercado común airadamente, como en su momento se hizo con España y Portugal. La vía de la privatización abre la brecha de la desintegración de la propia UE. Ahora le toca al eslabón más débil, le seguirán los demás. La población es la que paga los platos rotos.
 
La banca sólo exige el cumplimiento de los compromisos, sin importar las consecuencias. Al fin que los gobiernos están para contener la protesta social, así sea mediante el uso de la fuerza. Apretando Grecia con el plan de austeridad, el triunfo está seguro para la banca internacional.
http://alainet.org/

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