Desde un punto de vista político,
la intervención del señor Miguel Otero pone en graves aprietos al nuevo
gobierno y, especialmente, al primer mandatario que se ha cuidado mucho
de mantener distancia con los enclaves pinochetistas. La derecha ha
insistido en separar aguas entre un gobierno republicano y elegido
democráticamente por voluntad popular y el pasado dictatorial que la
animó en las décadas recientes. El affaire Otero es una mancha negra y
maloliente en la agenda de la Cancillería y del gobierno.
Es
bueno recordarle a los sectores más recalcitrantes de la derecha
chilena que el tema de los Derechos Humanos, a esta altura del siglo
XXI, se ha incorporado a la sensibilidad del mundo civilizado y que el
nefasto recuerdo de Pinochet y su gobierno ha quedado inscrito como
ejemplo de la barbarie y el crimen. Como es sabido, muchos de sus más
conspicuos funcionarios han sido requeridos por la justicia
internacional como delincuentes, incluido, el mismo Augusto Pinochet. Es
de lamentar que el embajador señor Miguel Otero comparta con sus pares
de la derecha chilena esa mentalidad provinciana de corte militarista
incompatible con la delicada función diplomática. El gobierno de
Pinochet ya fue juzgado por la opinión pública mundial como un sátrapa
de la peor especie, aunque pareciera que muchos en Chile no se dan por
enterados.
fuente, vìa :
http://www.argenpress.info/2010/06/el-affaire-otero.html
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