La joven tenía 25 años y había ejercido la
prostitución en Neuquén. Al momento de morir trabajaba como empleada en
un geriátrico y seguramente pensaba que había logrado zafar de ese mundo
con forma de prostíbulo en donde estuvo confinada tiempo antes.
Lejos
de su país, de su familia, de sus afectos, la muerte violenta de esta
joven mujer en pleno desierto patagónico nos habla de un drama que no
cesa, que se empeña en seguir mostrándonos sus lacras. Las chicas
involucradas en ese turbio "negocio" ya están enteradas, ya recibieron
ese mensaje sin palabras.
Siguen muriendo
mujeres a lo largo y a lo ancho de toda la geografía argentina. También
siguen desapareciendo jovencitas y, a pesar de las denuncias, de las
cadenas en Internet mostrando sus rostros, la inmensa mayoría de ellas
no aparece. Se sabe que muchas han sido sacadas del país a destinos
remotos en donde les aguarda un "empleo" de esclavas sexuales.
Santa
Rosa aportó su propio nombre a ese listado ominoso: Andrea López. Hace
más de seis años que se denunció su desaparición y no hay rastros de su
paradero o de su situación. La ausencia de noticias es la peor de las
noticias.
La trata de personas es en Argentina
un negocio floreciente. Hay funcionarios políticos, judiciales y
policiales implicados en él. Hay zonas liberadas. No es ciencia ficción;
no es una película clase B de las que se ven por televisión después de
medianoche. La realidad de nuestros días en nuestro país es todavía
peor, porque en esos filmes mediocres de origen norteamericano suele
haber un final feliz con el muchachito salvando a la chica de las garras
de los malvados. Aquí, en la vida real de este país sudamericano, ese
desenlace optimista es la excepción.
Es cierto
que en los últimos tiempos se ha descubierto y desactivado una
considerable cantidad de locales de donde han rescatado no pocas chicas
confinadas y obligadas a ejercer la prostitución. Es cierto que muchos
de los culpables del funcionamiento de esos oscuros sótanos hoy están en
prisión. Pero también es cierto que todavía falta mucho y que nadie
puede alegrarse demasiado por los pocos pasos que se han dado. En esos
operativos caen básicamente los matones, los "perejiles", los que están
más abajo en la "cadena de mandos". En cambio, los peldaños superiores,
los que amparan desde el poder político, desde la justicia o desde las
cúpulas policiales el funcionamiento de este negocio infame, no han
tenido demasiadas bajas.
Fuente, vìa :
http://www.argenpress.info/2010/06/argentina-otra-victima-de-la-trata-de.html
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