En febrero de 2015, la
Academia Nacional de Ciencias de Estados Unidos junto a otras
instituciones publicaron dos informes sobre geoingeniería (propuestas
tecnológicas para manipular el clima) que fueron financiados, entre
otros, por la CIA estadunidense. Escribí sobre estos informes
recientemente (La Jornada 21/2/15).
La CIA y otros sectores del aparato de inteligencia estadunidense han
calificado el cambio climático y el control del clima como factores
geopolíticos estratégicos y de seguridad nacional. En 2009, la CIA abrió
incluso su propio Centro de Cambio Climático y Seguridad Nacional, pero
el Congreso le ordenó cerrarlo en 2012. Esta es quizá una de las
razones por las que decidió patrocinar este proyecto de la Academia de
Ciencias desde 2013. Muchas de las tecnologías propuestas como
geoingeniería tienen alto potencial de utilización hostil.Al respecto, Alan Robock, climátologo de la Universidad de Rutgers, Estados Unidos, que investiga el tema de la geoingeniería, expresó preocupación sobre la participación de la CIA en estos informes. (The Guardian 17/2/2015)
El 19 de enero de 2011, Robock recibió una llamada de los consultores de la CIA Roger Lueken y Michael Canes, que le preguntaron, entre otras cosas,
si otros países estuvieran tratando de controlar nuestro clima, ¿sería posible detectarlo?Robock contestó que si se intentara hacer una nube volcánica artificial en la estratosfera –una de las propuestas sobre las que más se insiste– que fuera lo suficientemente grande, gruesa y duradera como para afectar el clima, seguramente se vería con instrumental desde tierra. Otros tipos de geoingeniería, como blanqueamiento de nubes o naves que arrojen partículas en la atmósfera se podrían detectar probablemente desde satélites y sistemas de radar existentes. Pero la pregunta que le quedó pendiente a Robock es si en realidad esas preguntas, más que por la seguridad nacional de Estados Unidos, estaban dirigidas a saber si otros países podrían advertir si la CIA manipulara el clima.
La manipulación del clima como arma de guerra ha estado en la agenda de las fuerzas militares de Estados Unidos –y otras grandes potencias– por décadas. Por ejemplo, la Operación Popeye, usada durante la guerra de Vietnam y ahora desclasificada, hizo llover por mucho tiempo para inundar los caminos y arruinar los cultivos de arroz de los vietnamitas en resistencia. Desde esos años se conocen también varios proyectos del gobierno de Estados Unidos para controlar huracanes, que a diferencia de la Operación Popeye, no han sido referidos por ellos como uso bélico, pero igualmente tienen ese potencial. En 1996, la Fuerza Área de Estados Unidos publicó un informe más amplio sobre manipulación climática, titulado sugestivamente
El tiempo atmosférico como multiplicador de la fuerza: poseyendo el clima en 2025.
No es sorprendente, aunque sí muy amenazante, que un gobierno que se dedica a promover la guerra por todo el mundo, alimentado y alimentando al mayor complejo militar-industrial del globo, se proponga usar también el clima para sus fines.
Lo que quizá está un poco fuera del radar público es que a través de informes
científicoscomo estos están intentando vender al mundo que es necesaria la geoingeniería, aduciendo que es para enfrentar al cambio climático. Un cambio que por cierto, es en alto grado provocado por ellos mismos.
La propuesta de estos informes (más investigación y posible experimentación en geoingeniería) no sólo desvía recursos y atención de la necesidad urgente de frenar los gases de efecto invernadero y por tanto, salir del modelo dominante industrial de producción y consumo. Además intenta pasar de contrabando la legitimación de tecnologías muy peligrosas que si fueran presentadas como armas de guerra, serían rechazadas masivamente por la comunidad internacional. Justamente, luego de la guerra de Vietnam, se firmó un Convenio de Naciones Unidas, abreviado Convenio ENMOD, que prohíbe el uso del clima y el medio ambiente como armas de guerra.
Sin embargo, presentadas como tecnologías para combatir al cambio climático, han conseguido que científicos y gobiernos las estén discutiendo, cuando deberían ser claramente descartadas y prohibida su experimentación.
¿O alguien puede creer que las mismas tecnologías de geoingeniería, que durante décadas han sido pensadas como armas, ahora serían usadas por países como Estados Unidos
solamentepara combatir el cambio climático? Y eso además de que sea cual sea el fin que le atribuyan sus promotores, la geoingeniería tendría impactos devastadores sobre regiones enteras y el potencial de desequilibrar aún más el clima global.
*Investigadora del Grupo ETC
vía: http://www.jornada.unam.mx/2015/03/07/opinion/025a1eco
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